Horacio Medina
En la nota precedente, expresamos la necesidad de plantearnos, de
cara al futuro, la necesidad de elegir entre dos modelos de país y, por
lo tanto, dos formas diferentes de aproximarnos a nuestra principal
fuente de recursos, los hidrocarburos y desarrollar un modelo energético
nacional. Esta semana, en nuestra nota, continuamos elaborando sobre el
mismo tema, aun cuando, el accidente catastrófico ocurrido en la
Refinería de Amuay, nos obliga a considerarlo, pero lo haremos en el
contexto que indicamos.
Este terrible accidente ocurrido en la Refinería de Amuay que, junto
con Cardón y Bajo Grande componen el denominado Centro Refinador de
Paraguaná (CRP), nos duele profundamente, por la cantidad de fallecidos,
quemados y heridos que se derivan de una devastadora explosión y,
además, porque llevamos a la empresa muy dentro de nosotros.
En primer término, hemos sido propulsores junto a innumerables
compañeros y amigos, de la colaboración y el apoyo de manera solidaria a
las víctimas y a sus familias. Los trabajadores, guardias nacionales y
residentes de la zona que han fallecido o sufrieron quemaduras, los
heridos o afectados son venezolanos y la refinería de Amuay, también nos
pertenece. Por tanto, es menester ofrecer, no solo nuestras
condolencias y expresar nuestra solidaridad, debemos explícitamente
colaborar en estos momentos difíciles que aun continúan presentes, más
allá de haber sido extinguido el fuego en el patio de tanques de la
refinería.
Tratando de ser lo más objetivo posible, debemos decir, que las
operaciones en la industria petrolera, en todas sus áreas, tienen
implícitas un alto riesgo. Sin embargo, también los rigurosos protocolos
de seguridad, los estrictos programas de mantenimiento y la
capacitación sistemática del personal operacional, tienen que ser formar
parte vital en la industria, en particular en las operaciones,
justamente para minimizar los riesgos y reducir al mínimo posible, la
ocurrencia de accidentes.
Quienes hemos seguido de cerca la pista de lo que ha sucedido en
PDVSA, durante los años recientes, podemos afirmar, sin temor a
equivocarnos, que la alta tasa de accidentes ocurridos durante el lapso
2003 – 2012 contrasta, de manera indiscutible, con las bajas tasas de
accidentes de período 1976 – 2002.
Esta data es, sin duda, un importante elemento de juicio que nos
permite inducir que no se ha cumplido con los programas de
mantenimiento, ni con los protocolos de seguridad y tampoco con la
capacitación laboral. Por lo tanto, aun cuando no podríamos ser
concluyentes, existe una muy razonable inclinación a señalar que en este
trágico y lamentable accidente, han podido confluir elementos
relacionados con la violación de los parámetros de mantenimiento,
seguridad y capacitación.
Esta aproximación la podríamos sustentar con datos importantes que
hemos manejado y algunas consideraciones contenidas en un informe
publicado muy recientemente en el Nuevo Herarld titulado: “Risk
Improvement Recomendations Update Report” elaborado para la
reaseguradora QBE con fecha marzo 2012:
a. La refinería de Amuay tenía previsto en el plan original del 2011
la ejecución de 9 mantenimientos. De este plan solo se efectuaron 2. Por
cierto, con grandes por problemas con los materiales que ocasionaron
importantes retrasos.
b. Algunos estudios realizados en la empresa indican que tan solo 20%
del personal está involucrado en actividades de seguridad industrial.
c. En las 10 unidades de la refinería de Amuay, los días de parada no
programadas se incrementaron 70% con respecto al 2010, al pasar de 375 a
639 días.
d. Según el referido informe, “durante el 2011, 222 incidentes fueron
reportados, incluyendo alrededor de 100 incendios, muchos de los cuales
produciéndose en trincheras de tuberías contaminadas”.
e. Señala también el informe, “aun cuando hay un buen procedimiento
para la investigación de incidentes, debemos resaltar que pocos de ellos
habían progresado más allá de la etapa de establecer una comisión de
estudio y sólo nueve de ellos habían sido declarados ‘cerrados’, con las
recomendaciones ejecutadas”.
Sin embargo, a la espera de la investigación y el dictamen de los
ingenieros forenses que confirme o refute, nuestra propensión a
identificar como posibles causas del accidente, los elementos
mencionados, hay dos aspectos que si podemos afirmar, si temor a ser
tachados de irresponsables: en primer lugar que el plan de contingencia,
ante la emergencia no funcionó y, en segundo terminó, PDVSA permitió la
violación de la zona natural de seguridad de la refinería.
De acuerdo con las declaraciones del señor Jesús Luongo quien funge
como Gerente del Complejo Refinador de Paraguaná, aunque más bien parece
un comisario político del PSUV, la fuga de gas se detectó alrededor de
las 12 de la noche y la explosión ocurrió a la 01:10 de la madrugada. De
acuerdo con su versión, la cuadrilla de recorrido identificó una
filtración y una nube de gas a esa hora, trataron de cerrar la válvula,
pero no lo lograron. Luengo añadió que uno de los miembros de la
cuadrilla regresó a ponerse un “traje especial” para volver a intentar
cerrar la válvula, mientras otros miembros de la cuadrilla fueron a la
autopista para detener el tránsito.
La pregunta inmediata es, ¿por qué ninguno de los miembros de la
cuadrilla notificó de inmediato al supervisor de control de procesos de
la refinería sobe lo sucedido? y, si así lo hicieron, ¿por qué no se
alertó desde allí ni a los bomberos de la refinería (primera llamada
obligatoria), ni al Comando de Guardia Nacional (segunda llamada
obligatoria).
Pero, si así lo hicieron desde sala de control de procesos, nos
preguntamos ¿por qué los bomberos no acudieron al llamado de manera
inmediata, ¿por qué los efectivos de la Guardia Nacional no procedieron a
tomar el control de la seguridad de la refinería, ¿Por qué no
desalojaron el Comando y dieron la orden de evacuación de las viviendas y
de Puramin?, ¿por qué la guardia no tomó la autopista para impedir el
transito de vehículos no autorizados?, ¿por qué lo operadores de la
cuadrilla, abandonaron sus puestos para ir a ponerse un traje o detener
el transito?, ¿por qué no sonó la alarma y si sonó, porque nadie la oyó?
Muchas preguntas que deberán ser respondidas, transcurrió cuando
menos, 1 hora con 10 minutos, desde que se detectó la fuga hasta que se
produjo la explosión, tiempo suficiente para evitarla con los bomberos
bombeando agua sobre la nube de gas o, cuando menos, haber podido
evacuar la zona reduciendo el numero de fallecidos y heridos.
La primera recomendación de un plan de contingencia es cumplir lo
establecido, vale decir notificar a los bomberos y a la guardia,
permanecer en su puesto de trabajo hasta exista una orden de evacuación y
alertar de manera eficiente a la población.
Sin duda, si el plan de contingencia se activó, no funcionó, lo cual
es una falta grave, pero si no se activó, es peor aun. Esperaremos los
resultados de la investigación.
Por otro lado, entendemos los guardias y los trabajadores estaban en
funciones inherentes a sus cargos y lo sucedido fue consecuencia del
accidente y de un plan de contingencia que no funcionó, pero, nos
resulta inaceptable, imperdonable e inexcusable que haya víctimas ajenas
a las operaciones que residían en viviendas construídas dentro de la
franja de seguridad de la Refinería de Amuay.
Esto, sin duda, demuestra la desidia, negligencia y falta de
conciencia de la gerencia de PDVSA y las autoridades oficiales que lo
permitieron o, sencillamente, lo toleraron. Ellos son responsables
directos de esas muertes, porque nunca debieron ocurrir de haberse
cumplido con los protocolos de seguridad.
No debemos permitir que este hecho catastrófico quede impune, tal
como ha ocurrido recientemente con los continuos derrames de crudo o el
hundimiento de la plataforma Aban Pearl, por solo citar dos ejemplos.
Rafael Ramírez como presidente saliente de PDVSA y Jesús Luongo como
gerente saliente del CRP, son responsables directos de lo ocurrido, en
particular de los muertos y heridos ajenos a la operación. Y Hugo
Chávez, el mayor responsable por mantener en la presidencia de PDVSA a
Rafael Ramírez.
Hechos como el ocurrido en Amuay, también deben considerarse a la
hora de decidir sobre cuales el modelo que queremos, el del retroceso,
vinculado al accionar político, la desprofesionalización de la
Industria, la improvisación, la falta de información y la mentira, o el
del progreso, identificado con el accionar de una empresa del Estado
fiel al cumplimiento de misión, una empresa que premie la preparación y
el conocimiento y que constantemente capacite a todo el personal, donde
se cumplan las normas y los procedimientos, donde se informe
oportunamente sobre los planes y resultados, una empresa con una cultura
de rendición de cuentas.