Jose Guerra
La
política petrolera que ha seguido el gobierno de Hugo Chávez consta de
los siguientes elementos. En primer lugar, sacrificar la producción
petrolera con el objeto de procurar el sostenimiento de los precios.
Segundo, privilegiar acuerdos con socios políticos para lo cual ha hecho
una especie de repartición personal de lotes de la Faja del Orinoco y
en tercer lugar hacer de PDVSA una empresa con varios propósito, que van
desde el reparto de becas hasta la construcción de viviendas.
Lo
primero se ha traducido en una desinversión en la actividad petrolera
que se ha traducido en una caída tendencial de la producción al punto
que comparado con 1997, el Producto Interno Bruto Petrolero reflejó en
2011 una declinación de 16,3%. No ha sido por falta de recursos que la
producción petrolera ha disminuido. Todo lo contrario, ha disfrutado
Venezuela de precios petroleros excepcionalmente elevados, suficientes
para financiar la inversión y consecuentemente el incremento de la
producción. Sin embargo, una política de abandono de los campos
petroleros y jugar el destino de Venezuela a la suerte de las
cotizaciones del crudo en el mercado petrolero internacional, se ha
traducido en la merma de la producción y la consecuente pérdida de
ingresos para Venezuela.
Todo
esto se ilustra en el gráfico adjunto donde se observa, una vez que
pasó lo peor de la crisis global, el estancamiento de la producción
petrolera según el PIB del sector petrolero entre el primer trimestre de
2009 y el cuarto trimestre de 2011 conjuntamente con el constante
aumento del precio del petróleo. Ello sugiere que los mayores precios no
se han traducido en una mejora de la actividad productiva en la
actividad productora de petróleo.
Venezuela
requiere una nueva política petrolera. Tiene una de las reservas de
petróleo más numerosa del mundo y al mismo tiempo posee también una de
las tasas de extracción de crudos más bajas de los países petroleros. El
total de reservas petroleras de Venezuela equivale al 15% de las
reservas mundiales y el 90% de las de América del Sur. A los actuales
niveles de producción de petróleo, cercanos a los 3.000.000 de barriles
al día, tendría Venezuela petróleo para 250 años.
Sien
embargo, es difícil pensar que para ese tiempo el petróleo tendría el
valor comercial que hoy detenta. Es muy probable que los sustitutos le
quiten buena parte de sus usos como combustible e insumo para la
industria. Comparado con los países de la OPEP, el nuestro es el país
que produce menos petróleo con relación a las reservas probadas. Si
Venezuela tuviese la tasa de extracción de petróleo de Irán, actualmente
estaría produciendo aproximadamente 7.500.000 barriles por día.
Ha
planteado Capriles una política petrolera encaminada a levantar la
producción petrolera para con ello aumentar los ingresos para hacer
viable financiar un conjunto de programas sociales fundamentales para
abatir la pobreza. Igualmente, ese aumento de la producción permitiría
sustentar tasas de crecimiento económico, dado el papel del petróleo
como palanca de desarrollo, concebida así en la propuesta de Capriles.
Tiene el petróleo un doble rol: es fuente de ingresos fiscales y también
motor del crecimiento de la economía. Chávez ha visto al petróleo
unilateralmente como factor que genera ingresos sin valorar su
naturaleza productiva.
El
plan de Capriles para el petróleo tiene cuatro principios esenciales.
El primero, producir más y consiste en aprovechar al máximo la capacidad
de producción llevándola de los actuales 3.000.000 de barriles al día
hasta 6.000.000 de barriles. Ello implica un cambio en el manejo de la
industria al favorecer un entorno propicio a la inversión, incluyendo la
hasta ahora marginada inversión nacional.
No
es concebible que en el negocio petrolero puedan participar capitales
de todo el mundo menos los venezolanos. Con el gobierno de Capriles
habrá oportunidad, para que bajo la figura de asociaciones con el Estado
u otras fórmulas, los nacionales puedan invertir en el petróleo y no
tengan que estar buscando en otros lados las oportunidades que se le han
negado en Venezuela.
El
segundo componente parte por entender al petróleo como palanca para el
progreso, mediante el apoyo a la cadena de formación de valor a lo largo
de todo el proceso de extracción, producción y refinación de los
crudos. Ello implica fortalecer la industria petroquímica. Similarmente
el petróleo apoyará la inversión en infraestructura que es una de las
formas de transformar una riqueza transitoria en permanente.
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