jueves, 30 de agosto de 2012

Tragedia electroenergética

José Aguilar

Este accidente es el peor en refinerías a nivel mundial en los últimos 25 años. Esta tragedia tiene su concepción desde mucho antes

A menos de 35 días de la elección, Venezuela se enluta inmerecidamente por negligencia del fracasado de Miraflores. Esta tragedia tiene su concepción desde mucho antes. La Ley de Seguridad Industrial dice: Una catástrofe es precedida de muchos avisos y advertencias ignoradas. Este accidente es el peor en refinerías a nivel mundial en los últimos 25 años. Por doquier se ve la falta de mantenimiento en la nación. Esta falta de mantenimiento no perdona, o lo pagas ahora o lo pagas después, pero se paga.

Sabe Dios si con el presidente Chávez en el poder seis años más, y con un gobierno antitransparente que desde la palestra del poder opera con opacidad, sin ética y plena impunidad, cuántos "Amuay" más están en gestación. Catorce años de fracasos promoviendo el caos en vez de la ingeniería, despreciador del conocimiento por el facilismo, regalador de nuestros cada vez más escasos recursos, negándole a la nación los dineros para el mantenimiento de su infraestructura.

La negligencia está en Miraflores, la incapacidad gerencial no tiene parangón. Con lo sucedido en Amuay se demuestra una vez más que el Presidente es incapaz de rectificar. Ratifica nuevamente al ministro Rafael Ramírez, corresponsable de desastres inéditos de la revolución: la crisis eléctrica (2003 a 2010), Pudreval (2010), Ecocidios al ambiente en Oriente (2011), mucha sangre en la industria y ahora en Amuay (2012).

Venezuela se cae a pedazos, requiere un cambio, ya que el Presidente ante todos los desastres que han acontecido en su gobierno, no cambiará. Cambio político, colmado de capacidad y ética para arreglar los platos rotos de quien irrefutablemente nos dejará un país peor que el que recibió, es el gran reto de nuestra generación. Por nuestros hermanos caídos en Amuay y tantos más, Venezuela lo implora, atendamos su llamado.

¡Manos a la obra, que sí se puede!

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