sábado, 13 de octubre de 2012

“Culpo a Borges, a Caldera, a López y a tantos otros egoístas que confían ya no sé en qué”

Para los que escribiran la Historia....


Lo que sigue a continuación es el relato, el testimonio de una de las estudiantes que trabajó con tesón y pureza por  y para el triunfo de la democracia, de la dignidad de la nueva Venezuela… NO ES DE MI AUTORÍA, CONSERVARÉ SU IDENTIDAD PARA PRESERVARLE SU INTEGRIDAD. BGV
Alguno de ellos escribió este relato y casi todos ellos están decepcionados…
 
El 7-O, trabajé en una de las 4 salas de totalización que manejaba el Comando Venezuela. Cada una de las salas estaría conformada por un equipo de 300 personas “conectores” (en su gran mayoría, estudiantes universitarios e incluso varios bachilleres menores de edad) que tendrían la labor de comunicarse con un testigo suplente en 10 centros de votación a nivel nacional, más un equipo de alrededor de 100 personas que seríamos el staff y nos encargaríamos de la logística del día. Los conectores tendrían la función de monitorear el proceso electoral en esos 10 centros y al final de la jornada, recolectar los votos expresados en las actas.
 
Desde el principio, me llamó la atención el trabajo que realizaríamos allí, ya que en cada sala habría una muestra fidedigna de los resultados electorales a nivel nacional. Además, en teoría, tendríamos los resultados antes de que Tibisay Lucena, rectora presidente del CNE los anunciara en televisión. Para mí era más que emocionante poder confirmar la victoria de Capriles.
 
A lo largo de estos meses de preparación de la sala vi el esfuerzo impresionante que hacían las personas del “staff” para sacar la sala adelante: estudiantes menores que yo sé encargaron de proveer la comida para más de 300 personas; otros se encargaron de planificar el transporte de los conectores desde el lugar de encuentro hasta la sala y también para llevarlos a votar; otro equipo se encargó de la seguridad de la sala, y el equipo de “coaches” que nos encargaríamos de atender a los conectores para que pudieran llevar con comodidad una jornada, particularmente tensa, de 15 horas.
 
Además, se les pedía un esfuerzo adicional: el grupo de conectores, durante las vacaciones, tuvo que hacer diferentes llamadas a sus testigos suplentes (que llamábamos coordinadores) para probar el sistema que estábamos utilizando y establecer una relación de confianza, asegurando que luego no habría problemas compartiendo información con respecto a las actas. Además, participaron en 2 simulacros y en varios call centers para arreglar las fallas que se nos iban presentando. Me llamó muchísimo la atención ver cómo todos, en mayor o menor medida, hacían su trabajo con entusiasmo y buscaban la manera de colaborar más.

El día de ayer, el equipo de staff tenía la tarea de encontrarse en la sala a las 2:30 am. Los conectores debían empezar a llegar a las 4:00am. La primera llamada debería realizarse alrededor de las 6:30am. Y así comenzó nuestra jornada electoral.
 
No sé cómo comenzar a contarles cómo fue ese día. Gracias a los simulacros, pudimos reducir los problemas internos a un mínimo. Yo veía a todo el equipo que no paraba de moverse: buscando las cajas de comida, solucionando los problemas técnicos, tratando de atender a las denuncias que recibíamos de los coordinadores de centro (de eso profundizaré más adelante), entre otras cosas más que ahora no se me vienen a la mente.
 
Todo ese corre-corre se desarrollaba en un ambiente muy ruidoso (no es fácil mantener a más de 300 personas en una sola sala con un tono de voz moderado) y era agotador; nos turnábamos para dormir en el piso, íbamos a la cocina a refugiarnos 5 minutos con un dulce y el ventilador y como eso, otras situaciones más. Pero con el consuelo de saber lo arrecho que era el trabajo que estábamos haciendo.
Fui de las primeras personas de la sala en ir a votar. Llego a la sala y sigue el trabajo. Vota Capriles, y en su discurso se le ve tranquilo y neutro, y según gente mucho más inteligente que yo, transmitía un buen mensaje. Luego habla y vota Chávez y una primera ola de triunfo recorre las caras de mis compañeros al decir: “Se le ve completamente derrotado, ¡HAY UN CAMINO!” Yo recuerdo que le comenté a mis hermanos que ese discurso podría significar dos cosas: la primera, que de verdad estábamos ganando y estaba preparando a su gente; la segunda, que era un juego psicológico para hacernos sentir triunfantes y esperanzados para luego destrozarnos moralmente con todas las artimañas que puede hacer una persona con tanto poder.
 
En la tarde, la mayoría de las llamadas reportaban distintos tipos de denuncias: que a pesar de que la máquina llevaba horas sin funcionar, no pasaban a voto manual; que solo podían entrar al recinto testigos del PSUV y los de la oposición quedaban fuera, etcétera, etcétera, etcétera. A medida que pasaba el tiempo, las denuncias se ponían peores: que había grupos violentos, identificados a favor del Chávez, alrededor de los centros; que eran más de las 6:00pm y que no cerraban el centro (que estaba vacío); que hacían una retransmisión de las actas; que a la hora del escrutinio botaban a los testigos opositores de los centros y así muchas más.
 
Y a pesar de todas esas denuncias horribles, de trampas obvias que nos perjudicaban fuertemente, seguía habiendo esperanza. El mensaje que nos hacían llegar a la sala seguía siendo un muy confiado ¡HAY UN CAMINO! Y a las 6:30 pm me negué a creerle a nadie que me dijera que íbamos perdiendo, porque en el lugar donde yo estaba, manejado por el Comando de Capriles, nos decían que la diferencia era de 4 puntos a nuestro favor. Una cantidad modesta, apropiada, razonable.
Dos horas después, el juego cambió completamente. Nos indicaron que debíamos arreglar la oficina donde se encontraban las cosas del staff, para tenerlas listas para salir. El equipo de seguridad revisó la salida de emergencia y salió de la sala y se empezó a discutir sobre si decirle a los conectores que ya habían terminado su trabajo que podían irse a sus casas. Evidentemente, yo me imaginé que venía un allanamiento o algo por el estilo.
 
Las instrucciones a los conectores fueron que debían apurarse realizando sus llamadas, que se comunicaran por mensaje de texto si era más rápido. Luego se les indicó que la prioridad no era cubrir los multados de todas las mesas por centro sino de una mesa por lo menos. Ahí seguíamos sin saber qué estaba pasando, por qué el ánimo había cambiado completamente.

A las 9:30 pm, las instrucciones que recibimos, los coaches, fue decirle a todos los conectores que no importaba si habían logrado comunicarse o no, si les faltaba algún centro o lo que sea, ya tenían que cerrar sus computadoras e irse. No se me olvida que más de 5 personas me dijeron a mí personalmente (y me imagino que no fui la única en escuchar lo mismo): “¿Pero por qué? Tengo un centro que tiene a más de 100 personas en fila para votar”.
 
Para las 10:00pm, en la sala quedamos sólo el equipo de staff y unos cuantos conectores que están esperando a que los busquen. Terminábamos la jornada con un trabajo incompleto, confundidos y con la noticia de que habíamos perdido por 8 puntos. Minutos después, Tibisay Lucena anunció que, con una participación del 80% del electorado, con un 54% de votos gana Chávez y Capriles pierde con un 44%. Diez puntos de diferencia. Un resultado humillante que nos quiere hacer recordar que “Chávez es el corazón del pueblo y el pueblo quiere a Chávez”.
 
Yo todavía no entiendo cómo en 2 horas cambió el resultado tan drásticamente y SIN EXPLICACIÓN ALGUNA. Y como yo, mucha gente que hizo más que votar e ir a su casa a esperar resultados, no entiende y está confundida.
 
Llegué a mi casa justo a tiempo para escuchar el discurso de Capriles y pensé: “Aquí fue, aquí es donde demuestras que todo el trabajo realizado valió la pena y vamos a salir a reclamar lo que nos corresponde”, para encontrarme con un discurso muy elegante que acepta la derrota y felicita al candidato contrario, consolidando al CNE como árbitro transparente e imparcial (y condenando, como me dijo un amigo, todas las futuras elecciones que podamos tener) y llama a la gente a estar calmada, hay un camino, el tiempo de Dios es perfecto, solo tengo 40 años, aguantemos que todavía queda para luchar.
 
No se imaginan mi decepción y rabia al escuchar el discurso de nuestro candidato. Cuando me doy cuenta que el trabajo que realizamos por meses, era en vano porque Capriles aceptaba la derrota sin ni siquiera mencionar las miles de denuncias que recibimos durante el día (sin contar aquéllas que habrán recibido las otras salas u organizaciones como Voto Joven y Súmate).
 
Me pareció una absoluta falta de respeto a todos los que trabajamos para que él ganara. Más aún, me pareció una falta de respeto a mi inteligencia, como si yo no supiera cuáles eran los verdaderos resultados; como si para los que estuvimos en las salas de totalización, fue imperceptible el cambio súbito de ánimos, la incoherencia entre la información que recibíamos y los resultados finales. Yo no podía entender cómo un abogado de la UCAB, con el apoyo de millones y millones (no miles y miles) no reclamaba la violación a los procesos mínimos electorales. Cómo aceptaba unos resultados cuando había centros que aún tenían filas para votar.
 
“Perdimos” en más 20 estados, entre ellos Zulia y Carabobo (¿En serio se creen eso?) y ganamos apenas en Táchira y Mérida. Y ahorita que escucho las declaraciones de la MUD, ellos introducen “sutilmente” que lo que hay que hacer es trabajar para prepararnos para las regionales en diciembre. ¿En serio? ¡Si acaban de demostrarnos que pueden quitarnos todas las gobernaciones que quieran! ¿Ya se acabó el 7 de octubre? ¿Qué pasó con todas las denuncias que recibimos ayer? Nada, no pasó nada, porque ya vienen las regionales y es tiempo de prepararse para posicionarse políticamente en cualquier huequito que se pueda.
 
Y lo único que escucho son frases como: “El pueblo se merece el gobierno que tiene” o “Sigue habiendo un 54% de la población que es ignorante” o peor aún, “Capriles, cómo se nota que nos quedas grande”.
 
Yo NO voy a echarle la culpa de la “derrota” de ayer a un pueblo maravilloso donde viejitas fueron en camilla a votar, o testigos de mesas en las zonas más chavistas se refugiaron dentro del centro por un tiroteo pero no lo abandonan para resguardar los votos, o trabajadores del sector público que arriesgaron su trabajo para depositar un voto sincero y esperanzador, así como tantos otros casos conmovedores de personas que se las vieron negras para luchar por un candidato que representaba un cambio. Así como los otros 1.400 y tantos estudiantes que como yo, estuvimos en las salas de totalización, tratando de darle una mano a Capriles para que pudiera decir, con fundamento, un mensaje muy diferente al que escuché ayer en televisión.
 
Yo merezco más que esas declaraciones de ayer y no acepto que me encasillen en el grupo de venezolanos que “merece al gobierno actual”. Merezco más que un grupo de “líderes” que aceptan las condiciones de un juego en el que estamos en absoluta desventaja. Que no denuncian las ilegalidades del CNE (una básica: ¡Auditoría del REP!) y que son tan orgullosos y egoístas que se niegan a colaborar con grupos de expertos como Esdata.
 
Culpo, de nuestra “derrota” a los dirigentes opositores que juegan con nuestro cansancio y aguante, que nos utilizan como peones para posicionarse políticamente. Culpo a Borges, a Caldera, a López y a tantos otros egoístas que confían ya no sé en qué, en un supuesto cáncer o en cualquier otra fantasía para que, luego de que no haya más Chávez, puedan cobrar esa cuota de poder, que valdrá nada en un país destruido económicamente y que está, hoy más que nunca, dividido y desmoralizado.
 
Y a ti Capriles, también te culpo. Tu, que te ganaste mi respeto en tu campaña, que te admiré por tu trabajo incansable, que te agradecí por darle un verdadero motivo de lucha a tantas personas, hoy te reclamo, profundamente decepcionada, que entregaras tan fácilmente lo que te correspondía legítimamente. Que subestimaras nuestra capacidad de lucha y nuestra inteligencia. Que nos condenaras a 6 años más de deterioro. Que dijeras que quien perdió ayer fuiste tú, cuando sabías (o por lo menos, debías saberlo) que el futuro de todos nosotros se encontraba en tu victoria. Ayer tú no perdiste, ganaste un grupo de seguidores que son incapaces de ver tus fallas (situación que me suena familiar). Ayer perdimos todos los demás.
 
Y ya creo que expresé todo lo que tenía que decir. Sigo pensando que sí hay un camino (de verdad que le quedó muy bueno el lema). Lamentablemente creo que ayer se confirmó que, con unos líderes opositores sumisos a un CNE parcializado, el camino que nos lleve a la libertad no será el electoral.”
ESTUDIANTE ANÓNIMA”
 
 






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