Rafael Gallegos
Cien Años de Soledad, es América Latina. ¿Quién lo duda? Todos nuestros pueblos se ven reflejados en Macondo, aquella aldea de veinte casas de barro y cañabrava fundada a la vera de un río. Y en todos esos pueblos abundan personajes como Aureliano Buendía, singular personaje que participó en treinta y dos batallas y las perdió todas. Todas… al igual que este “proceso revolucionario” tan parecido en su ineficiencia y resultados a Aureliano y que podríamos apellidar como Maldía, sólo para diferenciarlo del personaje literario. Treinta y dos batallas: ¿recuerdan la primera, el Bolívar 2000? ¿Qué será de la vida de las denuncias de corrupción que se generaron? , ¿Y recuerdan el proyecto país, la ruta de la empanada, los gallineros verticales, los cultivos hidropónicos, las cooperativas, los círculos bolivarianos, el método chaz…? Pura batalla perdida. Y eso por no agregar al currículo guerrero de la “revolución” las gloriosas batallas del petróleo, del hierro, del aluminio, de la decadente producción nacional, de la construcción de viviendas, de la descomposición de los alimentos. El pobre Aureliano Buendía va quedando para los muchachos. Los deslenguados afirman que si el gabo se hubiera esperado un poquito para escribir su gran novela, con estos aurelianos maldía, primos de buendía, hubiera podido hacer, sin exagerar, doscientos o hasta trescientos años de soledad.
Es que hasta parece una profecía lo del gitano Melquíades, “corpulento, de barba montaraz y con manos de gorrión” (algún parecido con el cubano Melquíades…) que hipnotizó a Aureliano, primero al congelarle la mente cuando le mostró el hielo, luego cuando con su imán hizo arrastrar a todos los cubiertos y tornillos del pueblo y después cuando le cobró tres reales por dejarlo utilizar el catalejo. Nuestro Melquíades de carne y hueso le vendió a la “revolución” hierro a precio de oro, como si hubiera pasado el imán por las arcas financieras venezolanas arrastrando el oro y la plata para La Habana, y como si nos hubieran alquilado por tres reales el catalejo para que observáramos lo cerca que estaban las bondades del socialismo del siglo XXI. Vistos los nefastos resultados, da la impresión de que en lugar de cristal, colocaron en el catalejo una película parafraseando lo de Stone, el norte queda en el sur: el triunfo queda en el fracaso… y viceversa. Y ni siquiera devolvieron los tres reales.
A punta de desaguisados, la “revolución”, como el coronel de García Márquez, no tiene quien le escriba. El 90% (y me quedo corto) de los intelectuales de valía consideran por decir lo menos, un parque temático a este proceso bolivariano. Distinto a la época del Melquíades caribeño, cuando el comunismo cubano tuvo el respaldo de la crema intelectual del mundo por décadas y Fidel Castro era uno de los políticos más admirados. Pero muchas piedras del muro de Berlín cayeron en La Habana, dejando al desnudo tamaño fracaso, cuyo descubrimiento para los izquierdistas más perspicaces, se había iniciado con la terrible invasión de Checoslovaquia de 1.968.
Hoy, el gobierno de Venezuela intenta copiarse del peor alumno del salón. Como si hasta el más desprevenido no supiera del espantoso fracaso de la isla - cárcel. ¿Cómo pretenden sacar veinte puntos si se copian de un “raspado”? Sólo les quedan los panas de Bielorrusia, Rusia y los “helmanos” chinos, a los cuales entregaremos unos 300.000 barriles diarios por varios años para pagar el petróleo a futuro, que vendimos por veinte mil millones de dólares. Sería bueno que nos informaran a los venezolanos en que se gastó tamaña suma, como debe hacerse en toda democracia seria. Ya como al coronel del gabo, ningún país nos escribe… a menos que la carta esté escrita al reverso de una solicitud de cheque.
La meta es el fracaso cubano. Pura derrota. Ojalá que no terminen como en “Derrota”, de nuestro gran poeta Rafael Cadenas: levantándose del suelo para seguir burlándose de otros y de sí hasta el juicio final. Cómo las estirpes condenadas a cien años de soledad, tampoco tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra.
AZUUUCA
La votación de la “revolución” ha seguido la trayectoria de la zafra cubana. En 1959, Cuba producía dos millones de toneladas y aquí la “revolución” ganó en el 98 con dos millones de votos. La producción de azúcar comenzó a subir, al igual que la votación del gobierno en los albores de la revolución. Curiosamente Cuba ofreció llegar a 10 millones de toneladas y nunca se acercó. Y en Venezuela ¿recuerdan las dos manitas de los diez millones de votos?... por supuesto que tampoco llegaron.
Hoy, la producción de azúcar como completando una elipsis volvió a dos millones de toneladas. ¿Seguirá la “revolución” la ruta de la caña de azúcar? … Pareciera.
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