Guillermo A. Zurga
En una entrevista que le hicieran recientemente, en ocasión de la extensión de los contratos de cooperación con el gobierno comunista de Cuba, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se quejaba de los venezolanos y extranjeros que le señalan como un dictador.
Luego de intentar desmentir tal tipo de acusación hecha por algunos, no terminó de negar que no tenga intensiones de convertirse en dictador formal, sino que por el contrario, confiesa que de ser un dictador, la suya, sería una dictadura del proletariado, que como todos sabemos, es la conocida dictadura socialista típica de la clase trabajadora. Su dictadura no sería fascista, militarista, ni de derecha; sería una dictadura comunista.
Señala además el presidente, que en el caso de ser el un dictador, las cárceles estarían llenas de burgueses, que como sabemos según su apreciación personal, está burguesía está comprendida por los sectores: inversionistas, empresariales, comerciantes, profesionales universitarios, y fundamentalmente la clase media alta y mediana pensante; sectores estos que en Venezuela comprenden, según su calificación personal, la burguesía a vencer y a odiar. Es decir, todos los venezolanos miembros de los sectores mencionados, estaríamos presos, o desparecidos, de ser Hugo Chávez un declarado dictador proletario.
Esa misma dictadura del proletariado, practicada en Rusia por Joseph Stalin, como máximo dirigente, según las estadísticas que pudieron rescatarse, produjo entre 30 y 40 millones de rusos muertos y otros tantos encarcelados, que precisamente no pudieran ser considerados como burgueses, sino como disidentes de todas las clases sociales de esa nación.
Las otras tantas dictaduras del proletariado, tales como la: china, vietnamita, cubana, norcoreana, yugoeslava, húngara, polaca, checoslovaca, entre otras, no solo produjeron prisiones y muertes burguesas, sino que estas se hicieron extensivas a gran parte de todas las clases sociales pobre y media, disidentes contra este tipo de sistema político de gobierno; desahuciado y enterrado por la mayoría de los países que conforman el globo terráqueo.
El presidente Hugo Chávez, quién según sus actos y acciones en progreso, pareciera que tendría en mente convertirse en dictador proletario formal para el 2012 o antes, prepara el terreno, y lanza estas pildoritas dulces a la población pobre de Venezuela, con la pérfida y malvada intensión de que éstos le apoyen y le ayuden a implantar una dictadura del proletariado, cuando él así lo decida, donde supuestamente los presos y desaparecidos físicamente solo seríamos los burgueses y la clase profesional e intelectual media pensante.
Presidente, permítame alertarle, que es muy tarde para esa movida. En todo caso, su dictadura, si es que se decide implantarla formalmente, sería una dictadura fascista cívico militar, impuesta con la ayuda de los militares adláteres que aún se le arrodillan, unidos a un grupo de fanáticos, forajidos y delincuentes que le acompañan, con el apoyo de un sector mínimo de venezolanos ingenuos, cuya cantidad se ha ido reduciendo drásticamente y a quienes lamentablemente ha comprado usted con sus políticas sociales engañosas de subsidios, dádivas y regalos. El resto, la inmensa mayoría de los venezolanos le repudiaríamos y combatiríamos, esa que usted llamaría su dictadura del proletariado, si ese fuere el caso.
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