Eddie Ramirez
Como las llamadas “supernovas”, aparecen de repente produciendo intensos destellos de luz visible a simple vista. Rápidamente adquieren notoriedad, pero al poco tiempo empiezan a perder brillo hasta desaparecer completamente. En los cielos de esta Tierra de Ex-Gracia empezaron a detectarse en el 2002 y los astrónomos predicen que, inevitablemente, desaparecerán en el 2012. Integran esa fauna que elegantemente Pio Gil llamó “Los felicitadores” y que el pragmático Juan Bimba denomina “jalamecates” y cuando no hay damas presentes los llama “jalabolas”. Edecio La Riva, en su “Elogio de la adulancia” recomienda a los adulantes no colocar al adulado en posición incómoda o exponerlo al ridículo, pero dadas las características del adulado, en este caso eso no tiene importancia.
Para intentar afianzarse en el poder y ejercerlo en forma arbitraria, el teniente coronel hizo suya la promesa de Jehová a Abraham: “Tu descendencia será más numerosa que las estrellas del firmamento…”. Así, el de Sabaneta empezó a repartir soles y hoy contamos con más generales de uno, dos, tres y cuatro soles que estrellas en el cielo. Algunos, muy pocos, quizá tenían méritos para una carrera normal que podía culminar con uno y hasta dos soles. Otros no debían pasar de dos estrellas doradas que corresponden a un teniente coronel o a lo máximo a las tres de coronel. Sin embargo mordieron el cebo del pescador engatuzador y aspiraron más de lo que su potencial establecía, aspirando todos a cuatro soles. No es de extrañar que en la próxima fecha histórica del 4 de febrero, se percaten de que en el “Imperio”, Eisenhower y MacArthur llegaron a lucir cinco estrellas. Si ellos alcanzaron ese rango por méritos de guerra al luchar contra el totalitarismo, aquí no podemos quedarnos atrás, ya que es aún más importante casarse con la revolución y con el comandante-presidente.
Quede claro que no estoy descalificando a todo el generalato o al almirantazgo. Es justo y deseable que un oficial aspire a culminar su carrera con el máximo grado, pero de acuerdo a su potencial, a sus evaluaciones y a la disponibilidad de cargos. En el pasado, muchos oficiales no lograron ascender porque dentro de un ejército relativamente pequeño como el nuestro no había cabida para ascender a todos aunque tuviesen méritos. Hoy, tenemos generales ocupando cargos de coroneles. Ciertamente, también en el pasado a veces se violó el sistema meritocrático de ascensos, relegando a valiosos oficiales y premiando a quienes no lo merecían, pero hoy la regla es ascender a los rojos que ocupan los últimos puestos de su promoción y congelar los ascensos a los institucionalistas e incluso dejándolos a veces sin cargo alguno.
Además de protestar por los ascensos de quienes no tienen méritos, lo cual es evidente ante la opinión pública y motivo de burla general, aquí deseamos resaltar que nuestra Fuerza Armada cuenta con una mayoría de oficiales, valiosos y honestos, que harán respetar el resultado electoral del 2012 que pondrá fin a un período de abuso de autoridad.¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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