Rafael Gallegos
La
llave petróleo-ignorancia, ha resultado implosiva para Venezuela en los últimos
años. Por eso estamos como estamos. Con una PDVSA pre quebrada a pesar de los
más de 100$ por barril. El propio Rockefeller no podría creerlo. Se jactó
diciendo que el mejor negocio del mundo era una petrolera bien administrada y
que segundo mejor negocio era… una
petrolera mal administrada.
Se
revolcará en su tumba al observar el caso (y ocaso) de nuestra principal
industria. Jamás hubiera imaginado un
tercer “mejor negocio”: una empresa petrolera que botara a 23.000 de sus
mejores técnicos, triplicara la nómina con personal dedicado a menesteres
distintos los del negocio, regalara la mitad de su producción y se transfigurara
desde una empresa petrolera con contenido social, hacia una empresa social con
contenido petrolero.
Rockefeller
se asombraría al observar los resultados: deuda multiplicada por cinco,
producción reducida a la tercera parte de los planes, pavorosos accidentes en
las refinerías y etcétera.
La
verdad es que los gobiernos anteriores se comieron los huevos de oro: pero
estos… asaron la gallina. Demostraron que la ignorancia puede flotar en
petróleo. La insoportable levedad de la
ignorancia, escribiría Milán Kundera.
Pero
no se confunda. Usan la ignorancia como instrumento de la destrucción nacional.
La estrategia es destruir al país para comerte mejor, como diría el lobo feroz.
No
es suficiente poseer recursos mineros para desarrollarse como país. El único
recurso que hace prósperos a los países, es la inteligencia.
Un
análisis de nuestras Fortalezas y Debilidades, nos indica que debemos manejar
el petróleo combinado con la
inteligencia.
Es
imperativo que nos aclaremos que el
petróleo no es riqueza. Que apenas significa dólares que podemos
transformar en prosperidad, o en miseria y división, como tiende a hacer esta “revolución”.
Hay
que filosofar acerca de nuestro petróleo. Para transformarlo en bienestar
debemos:
1.-
Hacer una industria altamente eficiente a lo largo de toda la
cadena del negocio. Hay que apuntar a los seis millones de barriles. Y romper
con el absurdo paradigma socialistoide de que el Estado debe operar la
industria. Es imperativo buscar socios capitalistas. El Estado, en nombre de
los venezolanos debe orientar y controlar el negocio; pero eso no significa
producir. En el caso venezolano, hay que asociar capital y tecnología en la
recuperación de pozos inactivos, en los campos maduros, en las áreas nuevas, en
la Faja, en las refinerías.
Y
por cierto, buscar socios que sepan del negocio, no como esos “panas” que se ha
buscado la “revolución”, incapaces de producir si no subcontratan… al mismísimo
imperio.
También
se debe colocar acciones de los proyectos importantes en la bolsa de valores.
Sin miedo, que ello dinamiza a la industria y multiplica su eficiencia.
Una
industria petrolera próspera, que desarrolle una sólida economía conexa, que genere
empleos, permita acelerar educación, servicios e infraestructura y a la larga, apuntale
la exportación no petrolera.
2.-
Responsabilidad Social Petrolera. Hay
que romper el esquema de empresa rica – pueblo pobre, que ha caracterizado al
desarrollo petrolero. Los pueblos
petroleros deben ser prósperos.
Existe
toda una estrategia de Responsabilidad Social que se debe adelantar. Siempre
dentro de la Misión de la Industria. Sin sustituir el rol del Estado, como la
actual PDVSA, que por cierto ni lava ni presta la batea.
Es
fundamental elevar la calidad de vida de las comunidades aledañas al negocio petrolero.
3.-
Desarrollar una petroquímica de nivel
mundial, que sirva como pivote del desarrollo industrial del siglo XXI.
Allí hace falta mucho capital privado. He ahí la verdadera oportunidad de
convertir a Venezuela en un país próspero y sustentable.
Cuando
el petróleo deje de ser negocio, que pasará… viviremos de la industria generada
por la petroquímica. La Petroquímica es
el petróleo del futuro.
4.-
Utilizar la Renta Petrolera para
transformar el país. ¿Y qué haremos con tanto dinero? Para transformarlo en
calidad de vida se hace imperativo transformar
la calidad de gestión del Estado a todos sus niveles. Reorientar los impuestos
petroleros. Crear Fondos de Reserva. Utilizar
la renta únicamente en inversiones. Se requiere, urgente, un Estado capaz
de administrar la gigantesca renta y transformarla en prosperidad. Para ello
hay que hacer una reforma profunda: Reingeniería
para el Estado venezolano.
¿Podremos?
Todo parece indicar que la “revolución” tiene el sol en la espalda. Tenemos el
deber de prepararnos para el futuro. Como Bolívar en Pativilca, sólo tenemos
una opción: triunfar. Seamos estelares en esta hora estelar. El
petróleo sigue siendo el pivote de nuestro futuro. Pilas y guáramo son nuestras
primeras necesidades.
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