Alberto Quiros Corradi
Este es un régimen que irrespeta al conocimiento. Que le rinde pleitesía a la improvisación. Que cree que el profesionalismo se puede sustituir por el “tocar por oído”.
Cuando el Presidente felicita a Ramírez está insultando a los familiares de los muertos de Amuay. Está olvidándose de los más de 20.000 trabajadores despedidos de PDVSA. Del millón de barriles diarios de petróleo que se han perdido de la producción nacional. De las pequeñas empresas de la Costa Oriental del Lago a las que les confiscaron sus bienes. De los altos costos de tener que importar gasolina por el mal funcionamiento de las refinerías nacionales. De la corrupción galopante. De Mercal. Del maletín. De la gabarra que se hundió. De la casa de vecindad en la que se ha convertido la Faja Petrolífera del Orinoco. Del fracaso de los proyectos de gas no asociado. De las refinerías que no se construyeron y de las inversiones para aumentar la producción petrolera que no se hicieron.
Accidentes habrán y algunos son inevitables. Pero si una industria tiene 254 accidentes en siete años y debe importar gasolina porque las refinerías nacionales no funcionan bien, entonces hay derecho a pensar que la tragedia de Amuay pudo haberse evitado y que se debió a una ausencia total de gerencia. Es tan grave la situación que un informe de PDVSA reconoce que la gerencia no sabe el grado de instrucción de un número importante de sus trabajadores.
La gran pregunta es ¿quién va a investigar las causas del desastre de Amuay y a establecer responsabilidades por los 49 muertos y los más de 150 heridos? ¿La misma camarilla irresponsable que hoy mal administra a PDVSA? Mientras este régimen siga en el poder no habrá una investigación seria. La Asamblea Nacional no interpelará al ministro presidente de PDVSA. La Fiscal General no investigará al accidente y el Presidente de la República le echará tierra a este asunto felicitando a Rafael Ramírez.
Pero el Presidente Capriles iniciará una investigación seria sobre esta tragedia. No para cazar culpables, que sin suda los habrá, sino más importante aún, para que nunca más suframos como país un accidente evitable como el de Amuay.
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