Rafael
Gallegos
El
7-O es el día de la Y en el camino. Pero
no una Y cualquiera. Se trata de una Y
histórica. La deuda o las lolas, la deuda o las lolas, tendremos que reflexionar
los venezolanos, como el pajarito de la propaganda. Comunismo o democracia,
comunismo o democracia.
Y
como definitivamente no somos pajaritos sino seres humanos, y es claro que uno
de los caminos que marca la Y es el barranco del comunismo mesiánico, es
imperativo que los venezolanos escojamos la ruta de la democracia.
De
ganar esta copia borrosa del comunismo cubano, seríamos recordados por nuestros
hijos, nietos, bisnietos y tataranietos… hasta la enésima generación, como unos
bobos que por la vía electoral, elegimos coartarnos las libertades.
Y más
que generación boba, nos definirían como los masoquistas del siglo XXI. Algo
así como el condenado que por propia voluntad, escogiera el cadalso como
castigo. O la mujer que espera a su marido borracho, para que le pegue.
Porque
si a ver vamos, los tan admirados – por el líder de la “revolución” bolivariana
– comunismos que en el mundo han sido, se impusieron a sus pueblos por la vía
de la violencia. Ninguno llegó al poder por
la vía electoral. Veamos.
El comunismo ruso, fue el resultado de un
golpe contra el Zar Alejandro. El comunismo chino, del derrocamiento de Chang
Kai-shek. El comunismo de los pueblos de Europa tras la cortina de hierro, una
anexión forzosa propuesta por Stalin como botín de guerra, y aceptada por los Aliados
de la segunda guerra mundial. Y comunismo cubano, un gran engaño de Fidel
Castro, luego de derrocar al dictador Batista.
Ninguno
de esos pueblos escogió al comunismo como sistema de gobierno. ¿Pasaremos
los venezolanos la vergüenza histórica
de abrir la puerta al comunismo, como unos inocentes corderitos? Cuando
los pueblos se han visto en la alternativa de escoger entre el autoritarismo y
la libertad por la vía electoral, generalmente han escogido la libertad.
Por
ejemplo en Chile, donde unidos como un solo chileno y saliendo a votar en masa,
derrotaron nada menos que al terrible dictador Augusto Pinochet. Nadie podía
creerlo. Pero cuando los pueblos se
llenan de valor, el cielo es el límite.
O
en la sorpresiva Nicaragua, donde contra todos los pronósticos, Violeta
Chamorro derrotó al sandinismo, que ya se transformaba en dictadura socialista.
Esos pueblos, al igual que estimamos sucederá en Venezuela para el 7-O,
escogieron asertivamente entre el barranco y el camino.
El
barranco, que en Venezuela ya comenzó. Imagine nuestro mapa roto
al ser lanzado por un despeñadero. Ya comenzó. Por la ruptura del alma
nacional. Por la ruptura de las instituciones. Por la ruptura de la industria,
de la agricultura, de PDVSA, de las empresas básicas. Si gana la “revolución”,
muy simple, se institucionalizará tanta desfachatez. El mesías, ya sin
contemplaciones, nos servirá de guía en la ruta del comunismo cubano. Y aunque
usted no lo crea, hasta podríamos ser un solo país.
Y
los pobres, supuestos beneficiarios de las “revoluciones”, serán, no lo dude,
más pobres. Como la masa cubana igualada por abajo a punta de demagogia. El
país más “igualitario” de América: todos
son pobres, a excepción de la nomenklatura.
Si
la “revolución” cubana fuera tan buena, nos atosigarían de propagandas acerca
de la prosperidad de ese pueblo. O como se dice, los mayameros, luchadores por
la libertad injustamente llamados
“gusanos” por el mesías Castro,
se irían nadando hacia La Habana.
Por
otra parte hay un camino. El camino que
encarna Capriles, que es el de la democracia. De todos los venezolanos de
todos los colores, tras un proyecto de país.
El
camino del siglo XXI. Mariano Picón Salas dijo que Venezuela entró al siglo XX
a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en 1.935. No es exagerado afirmar
que entraremos en el siglo XXI el 7-0, con doce años de retraso… pero
entraremos.
Y
lo haremos en manos de una nueva generación. Cero Mesías. Un nuevo liderazgo
que hará las cosas de manera diferente
para que Venezuela obtenga resultados diferentes.
Resultados
diferentes como una sola alma nacional, elecciones sin ventajismo,
alternabilidad, viviendas decentes para todos los venezolanos, hospitales que
funcionen, educación para todos, pobreza
cero, desarrollo agropecuario, desarrollo industrial, infraestructura,
empleos buenos.
Hay
que ir contra de este liderazgo tipo flautista de Hamelín, que conduce a las
masas, contentas o hipnotizadas, al barranco. Porque además de no ser pájaros,
como decíamos al comienzo del artículo… tampoco somos ratones. Somos ciudadanos
dispuestos a hacer respetar nuestro derecho a un futuro próspero. Y lo haremos
el 7-O.
Capriles
Presidente. Una necesidad nacional. Cero barranco.
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