sábado, 21 de agosto de 2010

¿Quién quiere ser comunista?

Rafael Gallegos


La historia demuestra que las revoluciones comunistas han sido vehículos con una sola palanca, la R de retroceso. El fracaso del comunismo ruso fue tal, que lo desmontaron ellos solitos. De nada les sirvieron tantas bombas atómicas, que si en algún lugar hicieron efecto, fue en el hambriento estómago de los niños rusos. Si Gobachov no hubiera existido, lo hubieran inventado. Sin exagerar podemos afirmar que ese sistema… se suicidó. Y no hay que comerse el cuento que Stalin (el malo) echó a perder lo que adelantaba Lenin (el bueno), ambos fueron caimanes del mismo río. La única manera de implantar tamaña represión eran las purgas de Siberia, los siquiátricos para disidentes, los fusilamientos en masa, los soviet sapeando vecinos, el partido fabricando “elecciones” y plomo contra los revisionistas. Los paraísos socialistas son así. En lugar de una culebra con la manzana, un líder disfrazado de Mesías hace que el pueblo (Eva) se fume una lumpia prohibida y quede condenado al totalitarismo. Pensar que ellos se dicen progresistas y de avanzada. Y descaro de descaros, acusan a los defensores de la libertad… de reaccionarios. ¿A usted le gustaría esto para Venezuela? ¿Usted quiere ser comunista?


Aunque usted no lo crea, el muro de Berlín fue tumbado piedra a piedra por los mismos “hombres nuevos” que produjo el comunismo tras la cortina de hierro. En realidad eran “hombres obstinados” de tanta represión y hambre. El comunismo de Europa no aguantaba la menor comparación de su pobreza con libertades y calidad de vida de la Europa capitalista. Según los deslenguados, los “gloriosos” obreros del comunismo ponían avisos que decían: solicito capitalista que me explote. Para los que duden, comparen la situación de esos europeos antes y después de la caída del muro.


Los chinos, más vivos, encontraron un insólito camino para afianzar los logros de su revolución: el capitalismo. Por otra parte, el temido “efecto dominó” del comunismo en Asia, excusa que provocó las guerras de Corea y luego de Viet Nam, terminó siendo efecto dominó… pero para el capitalismo. La probable Asia comunista dio paso a los dragones asiáticos, y de países postrados, pobres y en permanentes guerras se transformaron en pocas décadas en comunidades con creciente calidad de vida. Su éxito ha sido tal, que mudaron la capital geopolítica del mundo desde el Atlántico, hasta el Pacífico Norte.


El mundo entero se dio cuenta del fracaso del comunismo. Sólo este gobierno parece empeñado en tragarse la flecha de la historia. En vendernos este televisor en blanco y negro, con rayas y todo. Ni que los venezolanos fuéramos bobos. Tanto retroceso intelectual sólo puede ser una careta para tapar el desideratum de esta “revolución”: mantener al líder en el poder para toda la vida. De no ser así, ¿en que cabeza cabe que nos quieran vender con tanto ahínco un modelo tan fracasado como el cubano? Ese “socialismo” (comunismo marxista, Fidel y Cardenal dixit), luego de cincuenta años de estar y que “peleando con el imperio”, importa el 80 % de lo que consume y las cárceles están repletas de presos políticos. Los únicos felices, aparte de la nomenklatura, son los tiburones que como caimán al capitán Garfio, asechan a los balseros disidentes. Luego de dos generaciones su máxima fuente de divisas procede de los “gusanos” y del “martillo” petrolero. ¿Y usted, quiere ser comunista?


Entonces haga la cola y tome su kid: tarjeta de racionamiento, teipe para boca, empleo del gobierno donde usted hace que trabaja y el estado hace que le paga, camisa roja para desfiles, dos manuales: “Ser rico es malo” y “Con hambre y sin empleo…”, carnet del partido, manos de foca. Y con mucha ingenuidad, sacrifique la calidad de vida de sus hijos hoy, con el cuento de que sus tataranietos sean felices.


La barrena de PDVSA, el acabose de Guayana, la erialización de las haciendas, la dramática baja de la producción, los alimentos podridos, la división del alma nacional, el pasmoso cero en gerencia, la licuefacción de los poderes ( jugo, zumo, hugo), la hegemonía de los medios, todo lo que observamos como fracaso del gobierno, no es tal. No se engañe. Para ellos es un exitazo, es la ruta de la “revolución”: la destrucción del país. Acabar con todos los resortes económicos. Generar el marasmo nacional… para comerte mejor. No se duerma, el dilema actual es comunismo o democracia. Yo no quiero ser comunista, ¿y usted? Las encuestas favorecen, como nunca, a los que no queremos una Venezuela comunista. Necesitamos un parlamento que parlamente. Que reinstitucionalice a Venezuela, legisle para el desarrollo y la libertad, que reverdezca la democracia. 26 S. Con S de sunami.


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