Eddie A. Ramírez S.
Escuchar al teniente coronel reconocer que tiene cáncer y verlo pocos después intervenir en una concentración de sus partidarios me recordó la película El último cuplé, protagonizada por Sarita Montiel en los años 50. En dicha cinta, la bella cupletista fue diagnosticada con una enfermedad del corazón, por lo que los galenos le prohibieron volver a cantar. Sin embargo, ella prefirió morir en las tablas cantando su último cuplé.
Nadie debería morir joven y no digo que Chávez vaya a morir. Contando con los avances de la ciencia es posible que después de un largo tratamiento logre superar la dolencia y termine sus días rodeado de su familia en Sabaneta. Allí seguramente recapacitará sobre lo que pudo haber hecho en doce años de gobierno si se hubiese dedicado a desarrollar el país apelando a los mejores recursos humanos, sin destruir a la empresa privada, sin sembrar la división entre los venezolanos, sin propiciar la violación de los derechos humanos y respetando la Constitución. Aunque se sobreponga a la grave enfermedad, su muerte será política, aunque quizá llegue a exclamar como Carlos Andrés, cuando fue destituido, que “ hubiese preferido otra muerte”.
Aunque sigue guardando silencio sobre el tipo de cáncer y su tratamiento, este mismo silencio permite visualizar que la enfermedad no es leve. En estas circunstancias, más temprano que tarde, tendrá que dejar el poder. Actualmente debe estarse debatiendo sobre qué hacer. Tiene dos opciones, una acelerar su proyecto para intentar que sea irreversible y que su sucesor lo continúe; la otra es tender puentes, ordenar a sus huestes bajar la agresividad, decretar una amnistía general y entregar el poder a principios del 2013 o antes si las circunstancias así lo determinan.
La primera opción, catalizada por elementos como su hermano Adán y por Jaua, puede ser muy tentadora. Sin embargo tiene que tomar en cuenta que incluso muchos de sus seguidores no estarían de acuerdo y la conflictividad se elevaría a niveles que difícilmente puede manejar alguien con serios problemas de salud. Lo sensato sería optar por la segunda opción, en la cual ojalá influya la mayoría de los dirigentes del PSUV; ella garantizaría una salida pacífica, con respeto para los líderes del actual oficialismo, quienes continuarían haciendo vida política y luchando por lo que erróneamente consideran es positivo para el país. No es pues tiempo propicio para acelerar un proceso que por inviable estaba condenado al fracaso y que con el líder trabajando a media máquina tiene sus días contados. No es necesario que el teniente coronel cante su último cuplé intentado salvar lo que fatalmente está condenado al fracaso.
Como en botica: Nuevamente las hordas rojas agraden a una mujer, en este caso a la valiente María Corina. Lo menos que puede hacer la Asamblea Nacional es un acto de desagravio y el teniente coronel y su Ministro del Interior deben pedir disculpas y condenar la cobarde agresión. Grotesca la figura del general Alcalá y sus 32 kilos de medallas exhibidas en el desfile; se colocó hasta las que recibió en kindergarten por asistencia. Bravo por los jóvenes de la “Operación libertad” y tarjeta roja para el Sebin; también para el juez Alí Paredes quien no permite que la juez Afiuni reciba el sol. ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Escuchar al teniente coronel reconocer que tiene cáncer y verlo pocos después intervenir en una concentración de sus partidarios me recordó la película El último cuplé, protagonizada por Sarita Montiel en los años 50. En dicha cinta, la bella cupletista fue diagnosticada con una enfermedad del corazón, por lo que los galenos le prohibieron volver a cantar. Sin embargo, ella prefirió morir en las tablas cantando su último cuplé.
Nadie debería morir joven y no digo que Chávez vaya a morir. Contando con los avances de la ciencia es posible que después de un largo tratamiento logre superar la dolencia y termine sus días rodeado de su familia en Sabaneta. Allí seguramente recapacitará sobre lo que pudo haber hecho en doce años de gobierno si se hubiese dedicado a desarrollar el país apelando a los mejores recursos humanos, sin destruir a la empresa privada, sin sembrar la división entre los venezolanos, sin propiciar la violación de los derechos humanos y respetando la Constitución. Aunque se sobreponga a la grave enfermedad, su muerte será política, aunque quizá llegue a exclamar como Carlos Andrés, cuando fue destituido, que “ hubiese preferido otra muerte”.
Aunque sigue guardando silencio sobre el tipo de cáncer y su tratamiento, este mismo silencio permite visualizar que la enfermedad no es leve. En estas circunstancias, más temprano que tarde, tendrá que dejar el poder. Actualmente debe estarse debatiendo sobre qué hacer. Tiene dos opciones, una acelerar su proyecto para intentar que sea irreversible y que su sucesor lo continúe; la otra es tender puentes, ordenar a sus huestes bajar la agresividad, decretar una amnistía general y entregar el poder a principios del 2013 o antes si las circunstancias así lo determinan.
La primera opción, catalizada por elementos como su hermano Adán y por Jaua, puede ser muy tentadora. Sin embargo tiene que tomar en cuenta que incluso muchos de sus seguidores no estarían de acuerdo y la conflictividad se elevaría a niveles que difícilmente puede manejar alguien con serios problemas de salud. Lo sensato sería optar por la segunda opción, en la cual ojalá influya la mayoría de los dirigentes del PSUV; ella garantizaría una salida pacífica, con respeto para los líderes del actual oficialismo, quienes continuarían haciendo vida política y luchando por lo que erróneamente consideran es positivo para el país. No es pues tiempo propicio para acelerar un proceso que por inviable estaba condenado al fracaso y que con el líder trabajando a media máquina tiene sus días contados. No es necesario que el teniente coronel cante su último cuplé intentado salvar lo que fatalmente está condenado al fracaso.
Como en botica: Nuevamente las hordas rojas agraden a una mujer, en este caso a la valiente María Corina. Lo menos que puede hacer la Asamblea Nacional es un acto de desagravio y el teniente coronel y su Ministro del Interior deben pedir disculpas y condenar la cobarde agresión. Grotesca la figura del general Alcalá y sus 32 kilos de medallas exhibidas en el desfile; se colocó hasta las que recibió en kindergarten por asistencia. Bravo por los jóvenes de la “Operación libertad” y tarjeta roja para el Sebin; también para el juez Alí Paredes quien no permite que la juez Afiuni reciba el sol. ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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