domingo, 17 de julio de 2011

Enfermedad presidencial y la economía

Alexander Guerrero E


Lo que es un hecho normal en una sociedad normal, que un gobernante se enferme, en Venezuela se ha convertido en un espejo publicitario culturalmente sincrético, que transforma una dolencia presidencial en un
hecho no-natural que trajo una espesa niebla de incertidumbre, la cual apunta a desmejorar una economía muy enferma de revolución, descapitalizada, con derechos demolidos y en un camino de ruina, que hay que detener y muy pronto. Lo de ruina no es una exuberancia teórica, sino una realidad en la cual se pueden ver los cubanos todos los días, y que muchos venezolanos ya lo viven. Un dato interesante al respecto, la  matricula estudiantil de la escuela básica, comenzaba a caer desde el 2009, este es un indicador de inasistencia a las escuelas, hecho que muestra intensos grados de pobreza en desarrollo. Acotemos que la población infantil crece al ritmo normal y no muestra señales de caer bruscamente.

1.  El entorno

Los resultados económicos,  aun no publicados del 2do Trimestre del corriente año, no podían ser menos desalentadores;  muestran una actividad económica que revierte en contracción nuevamente; razones conocidas: inflación, desinversión, caída del consumo, racionamiento de divisas y energía eléctrica, elevado endeudamiento público y particularmente por definitivo deterioro de los derechos de propiedad y la ruina del macro jurídico que ya no protege las cosas de la gente, la desvalorización de los activos en los balances personales y familiares ya es una enfermedad económica que aqueja la vida ciudadana.

Los efectos sociales y políticos los vemos a diario con el creciente descontento social  expresado en paros, manifestaciones de protesta , que ya no es solo malestar y presión de los sectores llamados populares, sino que abarca profesionales y clases medias, todo lo cual, en conjunto, unido a las perversiones económicas de la revolución, controles de precios, del mercado de divisas y estatificación de las actividades económicas más rentables, han impuesto un cuadro de ingobernabilidad prácticamente insostenible.

2.  Niveles intolerables de ingobernabilidad

Pero, las cosas no terminan allí, ahora se incorpora a ese cuadro de ingobernabilidad la incertidumbre producida por el gobierno en torno a la enfermedad del Presidente, un hecho que debiera ser considerado totalmente natural y que debió ser comunicado al país sin complejos de manera que los venezolanos conozcan que en los extremos hay consideraciones constitucionales y legales que impiden que un país se sienta a la deriva por la no presencia e inclusive por la incapacidad para ejercer las labores de gobierno. Esa asimetría informativa ha dado origen a rumores y bolas que han inducido comportamientos erráticos del consumidor y agentes económicos en compras nerviosas y desinversión, todo lo cual rebobina sobre la economía en el círculo vicioso de la contracción económica. La inflación del desempleo, las dos  enfermedades de la economía constituyen las válvulas de escape de esa incertidumbre de la estructura económica.

En el corto plazo, esa incertidumbre causada por un gobierno que actúa en la oscuridad en un cuadro de profunda desinformación similar al modelo informativo que funcionaba en países comunistas en Europa y otros y que se mantiene en Cuba y Corea, conforma un esquema de represión política por tener a los ciudadanos desinformados de los acontecimientos personales de los hombres de gobierno, en este caso del Presidente.

3.  La enfermedad y la desinformación: un bumerang

No se explica, al menos que los dirigentes “políticos” del gobierno se hayan creído su cuento por endiosamiento y culto a la personalidad de la “invulnerabilidad” del Presidente, que al país se le tenga en un vilo, en medio de un vacío de gobierno, por un hecho absolutamente normal como la
enfermedad de un Presidente.

En los extremos la constitución y las leyes contemplan mecanismos –en democracia, por supuesto para suplir la falta temporal o definitiva del Jefe del Estado. En Paraguay, por ejemplo, su Presidente actualmente recibe
tratamiento para el cáncer en Brasil, algo normal en este mundo integrado, la gente allí está informada al detalle. La Presidenta de Brasil parece estar pasando por algo similar. Esos países marchan de manera normal, en cambio Venezuela se hunde bajo una gran incertidumbre lo cual afecta la vida normal del país y negativamente el desenvolvimiento económico. Desde luego, el efecto que eso causa podría ser contrario a la expectativa oficial, dado que el gobierno del Presidente Chávez se ha montado sobre un esquema
autoritativo y personalista que ha hecho que las decisiones de Estado, entre ellas las económicas en lo fiscal y monetario solo llevadas a cabo personalmente por el Presidente.

4.  La magia de la comunicación y una economía que no se mueve

Los shows dominicales y las cadenas del Presidente durante estos años se ha constituido en eventos informativos de decisiones de políticas públicas y económicas en precios, administración de divisas, controles sobre las economías del sector privado, violación de contratos firmados por la Republica, cambios legales son exigidos a la medida del mandato autoritario desde esos foros presidenciales,  así como atentados y expropiaciones  de los activos en propiedad de personas, y hasta para intervenir en los asuntos de otros poderes, a los que se les suponía independencia. De esta manera, ministerios e instituciones –BCV – se convierten en accesorios de los anuncios presidenciales. En ese marco, sostener un esquema represivo vía desinformación y una amplia asimetría informativa, impactara negativamente en las decisiones económicas de la gente y sus empresas ya bajo la presión de la recesión que de nuevo se hizo presente en el 2do Trimestre del presente año, como comentamos al inicio de esta nota. Es evidente que al gobierno estas cosas no le preocupen, su talante de gobierno se riñe con las normas elementales de vivir en democracia. Así los venezolanos sienten un vacío de gobierno – ahora un componente adicional a la ingobernabilidad mencionada arriba- y ello es letal para el desenvolvimiento de los asuntos económicos y financieros. El gobierno ha tratado de compensar en parte el impacto causado por la incertidumbre político-institucional mencionada, recomprando bonos de la Republica y PDVSA para alimentar el SITME, y probablemente para aliviar el costoso servicio de la deuda pública del corriente año y de años subsiguientes.  Ello ha empujado al alza los bonos especulativos venezolanos tanto los emitidos por el gobierno (soberanos) y por PDVSA  (corporativos). Así el mercado financiero y la actividad económica de la economía real se ven sensiblemente
afectadas vislumbrando un cuadro intensamente recesivo para el resto del año en curso.

5.  Incertidumbre y el juego de la política: el miedo a perder al poder

En resumen, la incertidumbre generada por el síndrome de secretismo que es típico de regímenes totalitarios se constituirá en un peso insoportable en el desenvolvimiento de la economía venezolana en los próximos mes hasta que no tengamos un desenlace definitivo y que el gobierno enfrente su responsabilidad y las instituciones definan si el Presidente es apto o no para ejercer las funciones de gobierno, dado el peso visible que causa su
enfermedad. La constitución define mecanismos para resolver esas situaciones de ingobernabilidad por enfermedad del Jefe del Estado, de allí que es una irresponsabilidad y un maltrato de las instituciones cuando el gobierno no comunica al ciudadano común el estado de salud del Presidente y de su capacidad para ejercer como Jefe de Estado. Por el contrario, la perspectiva económica estará sobre pesada por la incertidumbre causada por un hecho que todo el mundo acoge como natural en casos de enfermedad del gobernante. En esas condiciones, los mercados evalúan contradictoriamente, por falta de información, los extremos, incluyendo el de la ausencia del Presidente. Demasiados ruidos se detectan, muchas señales contradictorias, la gente confunde esas señales; por ejemplo, el gobierno compra deuda, los precios suben en un mercado de bonos especulativos –tipo basura los de PDVSA y los soberanos de la Republica- y ello mantiene la presión sobre los precios. La denominación bonos basura, es normal en esos mercados, hay fondos destinados exclusivamente para comprar bonos con elevado rendimiento, de empresas y países que pagan intereses altos para poder conseguir préstamos. Imagínese amigo lector que puede pensar un  inversionista de bonos de alto rendimiento (basura) que un país petrolero que vende a 100 dólares el barril es capaz de vender bonos con intereses a 12.75% como los últimos bonos colocados tanto por PDVSA como por el gobierno.

6.  PDVSA y el gobierno: la deuda “basura”

El gobierno a trastienda anuncia emisiones de deuda de PVDSA y de la Republica, pero los mercados afilan los dientes porque los rendimientos de la deuda de Venezuela  (PDVSA y la Republica) serán muy altos porque se tendrán que pagar interés de deuda especulativa, de un  país petrolero que en última instancia tiene con qué pagar, el petróleo, como lo compran hoy China y Japón, a precios “preferenciales” de prestamistas de efectivo, para un gobierno derrochador y gastivo, la señal del gobierno es que es capaz de pagar con la última gota del petróleo el ultimo dólar en efectivo que financie la voracidad  fiscal de una clase política que ve que el poder se escapa como el agua entre los dedos.

Queda una enseñanza de la historia, los regímenes totalitarios, caen finalmente por el “buche”; es decir, se hunden en sus crisis fiscales, así ocurrió con Rusia cuando Yeltsin tomo el poder, los comunistas que le
precedieron vendieron a Rusia a un rublo la acción de todas las empresas del Estado. Venezuela estaría en un escenario similar. Es evidente que no todo lo que brilla en el fisco y en PDVA es oro, hay mucha deuda documentada y pagos atrasados, y mucho dinero es demandado por el Estado, y si ello se le agrega una campaña electoral que ya comenzó, el gobierno tendrá tanto stress por dinero que no tiene, que el BCV seguirá pagando con inflación el gasto del fisco por el ingreso petróleo que no llega.

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