Juan L. Martínez
La seguridad en las operaciones de
PDVSA no escapa de la crisis que atraviesa la industria petrolera en Venezuela.
La reducción en sus niveles de
producción, tanto de petróleo crudo, gas natural y sus derivados, así como de productos
refinados, es cada día más inocultable. Las cifras que se reportan en diversas publicaciones
especializadas, así como las mismas cifras que reporta PDVSA, así lo confirman.
Luego del lamentable siniestro
ocurrido en la Refinería de Amuay el pasado 25 de agosto de 2012, el parque
refinador venezolano se encuentra operando en condiciones extremadamente limitadas.
Desde 2011 PDVSA se ha visto obligada a importar gasolina y componentes para
abastecer el mercado interno, sin embargo, después del referido accidente, los
niveles de importación se han incrementado significativamente, llegándose ahora
a efectuar importaciones de otros productos refinados, como combustible diesel.
Sin embargo, hasta la fecha poco se
comenta sobre los niveles de siniestralidad de la industria petrolera en
Venezuela, excepto las sacudidas que se generan en la opinión pública cuando
ocurren eventos como el de Amuay, y como el derrame de crudo en el Río
Guarapiche, ocurrido a comienzos de 2012; los cuales, en su momento, causaron
alarma general y una significativa percepción de que algo no anda bien en esta
empresa.
A continuación se podrá constatar,
con cifras, que los niveles de accidentalidad de PDVSA, en Venezuela, son
extremadamente preocupantes.
Un elemento disparador de este
trabajo lo constituyó el contenido del informe técnico que la empresa RJG Risk
Engineering llevó a cabo en marzo de 2012, con motivo de una evaluación en los
procedimientos y niveles de seguridad en la operación del Centro Refinador
Paraguaná (CRP), del cual forma parte la Refinería de Amuay. Esta evaluación
fue ejecutada por iniciativa del grupo QBE, como parte de las rutinas de
monitoreo de sus clientes a nivel internacional, para efectos de calificar los
niveles de riesgo y los requerimientos para una adecuada cobertura en sus
pólizas de seguros.
El referido informe indica, en su
página 6, bajo el subtítulo “Incidentes”, que durante el año 2011, en el CRP se
reportaron 222 eventos, de los cuales cerca de 100 fueron incendios. Sin
embargo, lo más delicado es, que a pesar de disponerse en el CRP de buenos procedimientos
de reporte y de investigación de accidentes, de todos estos incidentes
reportados, solamente unos pocos fueron pasados a la fase de investigación por
parte del comité responsable de esta tarea, y únicamente nueve (09) fueron “cerrados”
con resultados y recomendaciones, de acuerdo a lo indicado en este informe
técnico.
Otro elemento de significativa
relevancia es la información que PDVSA revela en sus informes de gestión anual,
como parte del contenido de la gestión referida a la Seguridad Industrial en
sus operaciones. En estos informes se puede constatar la magnitud de dos indicadores
clave en materia de seguridad industrial; el Índice de Frecuencia Neta (IFN),
el cual muestra la cantidad de accidentes causantes de lesiones con pérdida de tiempo de labor por cada Millón de
Horas de trabajo; y el Índice de Severidad (IS), el cual muestra la cantidad de
días perdidos de labor por Millón de Horas de trabajo.
En estos informes puede constatarse,
de forma sorprendente, que lejos de reducirse la incidencia de accidentes y su
nivel de gravedad, como es la tendencia a nivel global, estos índices aumentan
de manera sostenida en Venezuela desde el año 2007, mientras que en CITGO,
filial de PDVSA que opera en Estados Unidos, con varias refinerías y terminales
de manejo de crudo y combustibles, sus indicadores de seguridad industrial
vienen mostrando una significativa mejora, a tal punto que en 2009 y 2010 fue
galardonada debido a su exitoso desempeño en esta materia.
La gráfica mostrada a continuación
refleja el desempeño de PDVSA en comparación con otras empresas y en relación a
los indicadores globales publicados por International Association of Oil and
Gas Producers (OGP), en este caso, los referidos a IFN.
La siguiente gráfica refleja el desempeño de
PDVSA en relación a sus indicadores de severidad.
En las gráficas se constata que los
índices frecuencia de accidentes muestran una tendencia decreciente a nivel
global, e incluso en empresas como PEMEX y ECOPETROL, que hasta 1999 tenían
altos índices de siniestralidad, en los últimos años han hecho esfuerzos
significativos e internacionalmente reconocidos en materia de seguridad
industrial.
En cambio PDVSA, con cifras
publicadas por esta misma empresa, hace evidente que sus operaciones conllevan
niveles inaceptables de riesgo, no solo para sus trabajadores propios y
contratados, sino para las poblaciones circundantes, especialmente en aquellas
instalaciones cercanas o dentro de áreas de alta concentración poblacional, tal
como ocurre con las refinerías de Amuay, Cardón, El Palito y Puerto La Cruz, con otras instalaciones de manejo de combustibles como poliductos y Plantas de
Distribución, así como miles de kilómetros de gasoductos y redes de
distribución.
Otro elemento que hace reflexionar más
profundamente es el hecho que antes de 2003 los niveles de accidentalidad en
Venezuela estaban dentro de los parámetros internacionales (OGP) y eran incluso
menores que los promedios de la región, tal como se muestra en la siguiente
gráfica. De igual modo se observa cómo a partir de 2003 el índice de frecuencia
comienza a elevarse superando el promedio regional.
Es hora que este importante aspecto
se sume al monitoreo de la gestión de PDVSA, y que se exija al cuerpo directivo
de esta empresa estatal, así como a los responsables por parte de Ejecutivo
Nacional, una completa rendición de cuentas en materia de seguridad industrial,
así como la divulgación de los informes de investigación de la mayor parte de
los siniestros más graves, con la identificación de responsabilidades y el
resarcimiento adecuado a las víctimas. La Fiscalía General de la República y la
Asamblea Nacional deben asumir su responsabilidad y actuar de inmediato.
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