Rafael Gallegos
La voz árabe Yamahiriya, se traduce en español como Estado de Masas. Una democracia directa donde la relación líder–pueblo, solapa las instituciones y acaba con la representatividad de las alcaldías y gobernaciones. Fiel reflejo de ello son los Consejos Comunales venezolanos, o los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubanos. En la suicidada Unión Soviética, Yamahiriya significó Soviet. Nada nuevo bajo el sol. Las mismas sociedades bajo la batuta de un líder único. Todas las autocracias están cortadas por la misma tijera, por el mismo sastre y con las mismas telas. Más, si se apellidan socialistas, es decir… comunistas.
El régimen libio, en un largo tambaleo cuando esto escribo, es un socialismo con “y que” altísima participación popular. Una Yamahiriya. Un gobierno donde supuestamente el pueblo es el que manda y Gadafi no es el Presidente; pero eso sí, todo el mundo tiene que obedecerle sin chistar, porque es el amado líder. La Yamahiriya es una de democracia directa (¿le suena?) con un líder que no tiene la culpa de que las cosas salgan mal. Una comedia carnavalesca donde el pueblo, organizado bajo la obediencia al líder máximo (¿le vuelve a sonar?) actúa como si mandara y Gadafi, cual brizna de paja en el viento (¿sigue sonando?), finge obedecer la “sagrada voluntad popular”. Eso sí, a ese pueblo que ni se le ocurra confundir la utilería del teatro, con la realidad. En caso tal, el Libro Verde, algo así como la Constitución libia, prevé la pena de muerte para el enemigo, tal como expresó Gadafi desde su balcón del pueblo. Por cierto en el mundo libre, al enemigo se le denomina oposición.
Yamahiriya, repetición del cuento de la caperucita roja- rojita, cuando el lobo disfrazado de abuelita monta la tramoya de la boca grandota para comerte mejor. La caperucita tiene la opción de darse cuenta del disfraz y correr hasta conseguir un guarda-parque bueno que la defienda, como en la fábula; o quedarse hipnotizada con el disfraz de abuelita del lobo, creerse el cuento de los ojos grandes para verte mejor y aterrizar a la realidad… en la barriga del lobo, como sucede casi siempre en la vida real.
Todos esos regímenes se autodenominan democracias, aunque no exista la separación de poderes ni instituciones, tengan las cárceles repletas de políticos presos y repriman la prensa enemiga, perdón, opositora. Sobran las muestras, como las desaparecidas “democracias populares” de Alemania, Hungría, Polonia y demás países, otrora reprimidos comunismos tras la cortina de hierro, bajo la rígida férula del imperialismo comunista de la URSS. Puro descaro. Democracias rojas rojitas dirigidas por lobos feroces disfrazados de abuelitas… hasta que cayó el muro.
Stalin, el jefe de los soviets, o sea la democracia directa soviética, duró largos 30 años de purgas y persecuciones, en el nombre del pueblo o de la revolución, que para ellos es lo mismo. Castro, el jefe de la democracia directa o Yamahirilla cubana, supera todos los records de duración. Por cierto la democracia indirecta y próspera del pueblo cubano, está por ahora… en Miami.
DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Ante tanta democracia directa, donde lo único directo para el pueblo es la represión y el hambre, hay que rescatar la democracia representativa. Sí, la misma de los países prósperos de Europa, y de Canadá, USA, Costa Rica, Chile. ¿O usted prefiere la “directa” de Cuba, Camboya, Libia, Korea del Norte? Todos ellos “y que” democráticos, con elecciones donde el pueblo, o sea ellos mismos, arrasa con el 99% de los votos. No lo dude, los países más pobres y reprimidos del planeta.
La democracia representativa implica elecciones limpias y alternabilidad. Gobernaciones, alcaldías y juntas parroquiales. A estas últimas la “revolución” venezolana las ha sustituido, inconstitucionalmente, por los Consejos Comunales, rojos rojitos por definición. Ah! y todas democracias representativas son capitalistas: propiedad privada, empresas privadas, emprendedores, inversionistas, seguridad jurídica, ganancias, bolsa de valores… como en los países más prósperos del mundo. Y aplican profundas políticas sociales. Hay que rediseñar ya, un país libre, próspero, con una democracia representativa, capitalista (sin pena, que el verdadero fracaso se llama socialismo). Comprobado, es la única manera de ser acabar con la pobreza. Ya está bueno de pensar que el comunista es buena gente y el capitalista avaro. Puro paradigma de pueblos fracasados. Ser pobre es malo: desempleado, sin seguridad social, inmerso en la violencia. Pongámonos las pilas, que hay mucho lobo disfrazado de Yamahiriyas.
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