Rafael Gallegos
Llegó
la hora de definiciones. O somos comunistas, o somos capitalistas. No hay lugar
para medias tintas, ni se acepta guabineo. O se está embarazado o no se está.
Nadie está medio embarazado. Y créalo, Venezuela está preñada de totalitarismo.
Es imperativo tomar posición.
O
estamos con esta destrucción adrede de instituciones, petrolera, básicas de
Guayana, industrias, agro y sobre todo del alma nacional, a objeto de mantener
un mesías en el poder para toda la vida… o estamos plenamente identificados con
la con la reconstrucción de Venezuela.
Si
usted está de acuerdo con el exprópiese, considera a los empresarios una
guarida de Alí Babá, no cree en el mercado ni en la propiedad privada, pero sí
cree en los presidentes forever y en
las comunas, no lo dude, usted es comunista. O sea, apoya el régimen
totalitario cubano, pana y modelo de esta “revolución” y el país más
igualitario (por abajo) y reprimido (por todos lados), de América.
Pero
si usted cree en el libre mercado y en la empresa privada, no lo dude, usted es
capitalista. Así, sin apellidos. No se deje embaucar por los demagogos,
capitalista.
Sé
que no es fácil decir esto en un país donde desde el final de la Guerra
Federal, nadie quiere ser tildado de conservador. Liberal era Guzmán Blanco y
liberal el Linares Alcántara que le tumbó las estatuas, bautizadas por el
pueblo como manganzón y saludante. Tan liberal era Andueza Palacios tratando de
reformar la Constitución para quedarse cuatro años, como Joaquín Crespo, que lo
sacó por abusador… y sin que le quedara nada por dentro, se quedó seis años.
Enemigos jurados; pero eso sí… todos liberales. Ser conservador, era una raya.
Y
en el siglo XX, nadie ha querido ser de derecha. Todo político que se precie es
de izquierda, o de centro izquierda, o de izquierda radical, de izquierda
cristiana, de izquierda protestante, o de izquierda light…
Nuestra
historia nos ha inculcado que los de izquierda son de buenas intenciones y los
de derecha, los malos de la película, que buscan enriquecerse a costa de los
obreros y campesinos explotados.
Hemos
oscilado entre el simplismo de una avara derecha tipo Rico Mc Pato, y una
maravillosa izquierda tipo Robin Hood. Mitos útiles para un parabrisas:
izquierda derecha, derecha, izquierda. Pero Venezuela es algo más complejo: un
país que requiere estrategias, y no intenciones, para acabar con tanta injusticia.
Y
con esas intenciones tan maravillosas como inoperantes, esta “revolución” nos
ha empedrado el camino del infierno. Que vamos llegando. ¿No siente el
calorcito?
Buenas
intenciones izquierdosas, como las del comunista Stalin, que mató millones de
rusos en sus purgas y en su colectivización.
O como las de Mao, que con su Gran Salto Adelante (comunas en 1957),
provocó la muerte por hambre de millones de chinos. ¿Ese esto lo que usted quiere para Venezuela?
¿No?,
entonces no lo dude, usted no es comunista. Es capitalista, porque no hay más. Comunismo…o
capitalismo.
Y
claro, no todos los capitalismos son iguales. Pero en todos se respeta la propiedad privada y el libre
mercado. A estos factores hay que moldearle el país que queremos: agregar las estrategias de desarrollo y políticas sociales dirigidas a acabar con la
pobreza y no a maquillarla con fines publicitarios. Políticas que redunden en hambre cero,
educación, hospitales, empleos. Ah! Y todo en un marco de libertades,
respeto al ciudadano, elecciones limpias, alternabilidad… democracia.
Eso
es capitalismo. El que queremos, como el de Chile, Japón, Costa Rica, Estados
Unidos, Canadá, Finlandia, Holanda, Noruega… todos son capitalistas, democráticos y por ende… prósperos.
En
todos hay gente que todos los días sale de la pobreza. No como en este régimen,
donde se sale de la pobreza solo por la vía estadística, porque en la realidad,
siguen los ranchos, la violencia, las malas escuelas, la insalubridad, los
apagones.
En
todos esos países hay una clase media dotada de herramientas para mantener su
condición. Contrario a la de este socialismo (o comunismo en ciernes), agobiada
por la inflación, la expropiación, el cierre de empresas que generan buenos
empleos, el ahogamiento financiero de las universidades autónomas.
Y
el único antídoto contra este comunismo, es el capitalismo moderno y
democrático. Como el de los países prósperos. Ya está bueno que este régimen se
copie de Cuba, el peor alumno del salón.
Todas
las sociedades exitosas del mundo son capitalistas. No hay países prósperos sin empresas prósperas, ni uno solo…
cuente.
En
todos los países comunistas, lo que hay es hambre y represión. Entonces,
¿capitalismo o comunismo? Siéntase
orgulloso de ser capitalista. Es el único antídoto contra esta barbarie que nos
quieren inocular.