Alberto Quiros Corradi
Creo que el gran error que hemos cometido ha sido el de legitimar al régimen mediante el proceso electoral. Si bien no podemos cantar fraude en el sentido de que nos escamotearon votos, no es menos cierto que el ventajismo brutal ejercido por el régimen pone en duda la pureza del ejercicio electoral. La compra de votos. La amenaza a los empleados públicos. La utilización grosera de los recursos del Estado. Las cadenas presidenciales constantes. La propaganda de espacios obligatorios en todas las televisoras del país. Realmente, no fue un proceso electoral justo. Fue abusivo y su resultado no puede asumirse como legítimo.
Otra consecuencia de estas elecciones fue la demostración de nuestra fuerza. Seis millones quinientas mil personas no pueden ser ignoradas por el régimen ni se le pueden imponer un sistema político con el cual no están de acuerdo. Este importante grupo opositor tiene que hacerse sentir. Debe radicalizarse en su protesta ante los abusos del régimen. No debe permitir que un gobierno que viola a diario la constitución se vista de democrático. Vamos derecho a una crisis política y económica cuyas consecuencias no son predecibles. El régimen tiene serios problemas de división en sus filas. Habrá, tarde o temprano, un dilema de sucesión cuando no esté Chávez. Habrá una inflación más alta, desabastecimiento y escasez de divisas. Ante este estado de cosas la oposición tiene que denunciar, atacar y no dar cuartel. Está claro que es prácticamente imposible ganar una elección presidencial bajo las condiciones de ventajismo oficial actual. Hay, por lo tanto, que nivelar el juego si queremos insistir en una salida electoral. No podemos seguir aceptando los resultados electorales como si el proceso fuese limpio. Si perdemos aceptemos la derrota pero bajo protesta alegando todas las desventajas con las cuales competimos. Basta ya de aceptar la derrota sin denunciar el abusivo ventajismo oficial.
Vienen ahora las elecciones de gobernadores. Exijamos desde ya al CNE que cumpla con sus propias normas y meta en cintura al abuso presidencial. Nuestros candidatos en las regiones tienen material suficiente para atacar las gestiones de los gobernadores oficialistas que en general han sido torpes cuando no corruptos. Debemos diseñar una estrategia paralela desde las regiones y del centro. Cada candidato con su propia estrategia y desde el centro una que neutralice el efecto Chávez.
Otro aspecto a considerar es que si las campañas deben concentrarse en las necesidades básicas de la población: agua, electricidad, recolección de basura, escuelas, teléfonos, calles y huecos o si a lo material hay que agregarle una suma de principios como democracia, libertad, honestidad, solidaridad, tolerancia, diálogo, respeto a la propiedad privada y, en general, a los derechos humanos, sin los cuales no seremos una sociedad viable y fuerte que no se deje, por falta de valores, encandilar por las promesas de un demagogo.
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