Alberto Quiros Corradi
En Monagas se le presentó un dilema a la MUD. Por circunstancias imprevisibles hay dos candidaturas a la gobernación. Una la de Soraya Hernández quien ganó en buena lid unas elecciones primarias. Otra, la del gobernador en ejercicio que abandono las filas del oficialismo y decidió pasarse con todos los hierros a la oposición y apoyó abiertamente a Capriles en su campaña presidencial.
Hasta ahora, la MUD ha decidido el problema de acuerdo con el “librito”. Se efectuaron primarias para decidir las candidaturas de gobernadores y alcaldes en el país y todos en la MUD aceptaron ese procedimiento como el definitivo. Visto así, sin considerar otras opciones no previstas, parece que no había otra opción que la de confirmar a Hernández. A mí, por lo menos, me queda una duda muy fuerte y es la siguiente ¿cuánto pesó en la decisión de ratificar a esta candidatura la seguridad que de ir en contra del Gato Briceño y del candidato del oficialismo no tendría la menor posibilidad de ganar? Peor aún, si se dividen los votos de la oposición entre el Gato y Hernández pude ganar el candidato de Chávez y perderemos un estado que hoy es de la oposición. La santidad del respeto de unas primarias ya se violó en Miranda. El candidato a gobernador era Ocariz. En ese caso, él aceptó repetir a la alcaldía del municipio Sucre con la suerte de que el candidato ganador a esa alcaldía (Caldera) tuvo el incidente que todos conocemos.
¿Qué habría pasado si Caldera no hubiese sido descalificado y hubiera insistido en su postulación?
Lo que estos dos casos ilustran es que no siempre se puede honrar los acuerdos al pie de la letra. A veces, cambios de circunstancias los hacen de imposible cumplimiento. En Venezuela, por años, hemos sido expertos en modificar condiciones acordadas en materia petrolera, cuando cambios en los precios y la demanda imposibilitan cumplir con las condiciones acordadas.
Lo que es demostrable es que no hay convenio inmodificable cuando cambian las condiciones que lo hicieron posible. Entendemos perfectamente que la MUD no quiera hacer excepciones a los resultados de las elecciones primarias porque fueron muy exitosas. En Miranda, la situación fue distinta y fácil de resolver por la “salida” de Caldera y la buena voluntad de Ocariz.
En Monagas, lamentablemente, las partes en conflicto no han podido ponerse de acuerdo y la MUD tuvo que tomar una decisión. Escogió defender la pureza del proceso de las primarias y se negó a alterar los resultados aun sabiendo que al hacerlo perdería a Monagas.
Nos preguntamos por qué la candidata Hernández insiste en ir a una elección a sabiendas que su oponente, el gobernador en ejercicio, de ir solo por la oposición tiene una alta probabilidad de ganar.
No estamos bajo una democracia normal. En estas elecciones regionales nos estamos jugando el futuro entre democracia y comunismo. Visto así no le podemos conceder al oficialismo la menor ventaja.
¿Por qué entregar un estado que podemos ganar? Hemos sido defensores a ultranza de principios y valores y creemos en el cumplimiento de la palabra y del sistema acordado. Pero creemos que todo en la vida tiene excepciones. Podemos perder Monagas y Táchira por el capricho de candidatos que no pueden ganar. En el caso de Hernández su posición puede entenderse y tiene el aval de unas primarias. Sin embargo, sigue siendo un capricho que de materializarse nos será muy costoso. Hay grandeza en honrar los acuerdos pero también la hay en renunciar a ellos cuando está en juego el bien común.
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