Rafael Gallegos
“Yoprovoquéelparo”,
dijo el jefe de la “revolución”. A confesión de parte… pero sus adláteres, no lo multan. Más bien,
hicieron una lista de 186 culpables, tasaron los “daños” y pretenden
cobrárselos a todos ellos, uno a uno. Y en una especie de streap tease de terror, como si quisieran jugar con los miedos
de sus familiares, van sacando la lista en el periódico.
Hoy
te puede tocar a ti, parecieran imitar una vieja propaganda. La primera semana,
una docena, la segunda otra docena. Y para más Inri, siempre “perdonan” a
alguno. Como si esperaran que esos valientes petroleros se les humillaran y los
llamaran para solicitar algún indulto a cambio de la dignidad.
Y
hemos llegado a la palabra clave. Dignidad. Esa luz que enceguece a los
autócratas.
Esa
cualidad que hace a los hombres mirar directamente a los ojos de todos sin ninguna vergüenza. Tal como pueden
hacer estos valientes petroleros. Contrario a tanto brincón de talanqueras de valores.
Dignidad
que enceguece y no permite sostener miradas a los que en beneficio propio han
participado, o se han hecho los locos con este proyecto de destrucción nacional.
Dignidad
como la de Diógenes el Cínico, que ante la oferta del todopoderoso Alejandro,
le respondió: quítate que me tapas el Sol.
Dignidad
como la expresada en el poema MERCADO, del bardo venezolano José Ramón Heredia:
-
Se venden estrellas ¡ Hay muchas !
¿Quién
compra? Las hay de todos los tamaños!
¡ y cómo
brillan! ¡Miradlas, arriba están!
¿Quién
compra? Se venden estrellas !
(El
millonario apresta el oído)
Sigue
estúpido!
para esto no
sirve tu dinero
ese es
mercado de poetas.
Porque
la dignidad… es mercado de demócratas.
Los
“revolucionarios” no multan a “yovoquéelparo”. Más bien condecoran a los
responsables de la explosión de Amuay, a los mantenedores de los puentes caídos, a los
responsables de los muertos del 4F Y 27N. Ante un país atónito, se pagan y se
dan los vueltos.
Y
claro, no multan a los autores del largo sabotaje gerencial, que ha
convertido a la otrora modelo de industria petrolera venezolana, en una de las
empresas petroleras más ineficientes del mundo.
Dos
millones de barriles cuando deberíamos producir seis según, los mismísimos planes
de la “revolución”. Y eso que han triplicado el personal. Pura improductividad.
Saquen
la cuenta, todos los días producto del sabotaje gerencial, se dejan de producir
cuatro millones de barriles en Venezuela. O sea. Ciento cuarenta mil millones de dólares al año. En diez años…
multiplique.
Si a esto agregamos la vergonzosa importación
de gasolina; los daños a la infraestructura, a los yacimientos y el
consecuente marasmo de haber
transformado una dinámica empresa petrolera, en un flácido emporio. ¿A quién le
pasarán esa cuenta? ¿Quién es el saboteador?
Mañana
los multadores de turno terminarán con
el típico corre- corre al son de me obligaron, o de yo no sabía, como sus
iguales en todas las historias, cuando los regímenes se acaban. Porque, no lo
duden… los regímenes, se acaban.
La
dignidad ciega a los totalitarismos. Los imputados del petróleo, no se doblan…
y claro, los encandilan. 186 petroleros. Los condenan a pagar una multa
impagable. Más de treinta millones de dólares per cápita.
¡Ni
que fueran boliburgueses!
Qué
orgullo sentirán siempre los hijos, nietos y bisnietos de los multados del
petróleo. El mismo que hoy sentimos – y a mucha honra- los hijos de los exiliados, presos, torturados
y asesinados de la dictadura de Pérez Jiménez. La gloria de los imputados “crecerá
con el tiempo como crece la sombra cuando el sol declina”. Y que orgullo que
sean Gente del Petróleo.
Ya
que los “comuneros” del siglo XXI, o sea… vitrolas en el 2012, están en la onda
de cobrar y pagar, deberían pagarnos a los 23.000 petroleros expulsados en el
2003, lo que nos deben, según la Ley. Ni siquiera han cancelado la caja de ahorros,
las prestaciones, los fondos de pensiones. Es más, no nos dejan trabajar con el
Estado, ni en petroleras dentro de Venezuela.
Claro,
nos pagarían si estuviéramos en democracia; pero los “revolucionarios”… no
pagan.
Se
atrevieron a botar 23.000 técnicos de la
industria. Como sacar a los médicos de un hospital, o a los carniceros de un
carnicería. ¿Están dispuestos a pagar por tamaña lobotomía empresarial en la
empresa pivote, todavía, del país?
La
historia se encargará de cobrarles. Mientras tanto los absuelve la historia oficial
de los libros de primaria, la de Cuba comunista, la de los países panas. Pero
al final, todas las autocracias van al mismo capítulo.
Pinochet,
Videla, Fujimori. No los salvaron sus historias oficiales… y mucho menos sus
países panas.
Mientras tanto, la ineficiencia, multa a la productividad.
Cosas totalitarias, Sancho.
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