Rafael Gallegos
Hace algunos años, en una visita que nos hiciera Felipe González a los venezolanos, le oí decir, refiriéndose a su rompimiento con el marxismo, que primero había que producir y luego repartir los excedentes, porque (puro perogrullo), si no producíamos… ¿qué íbamos a repartir?
El sábado 10 de marzo, en el fabuloso evento Palabras para Venezuela, González repitió aquella frase, producir para repartir, que luego fue confirmada por Ricardo Lagos y que previamente, se había vislumbrado en las palabras de Fernando Henrique Cardoso. La verdad es que en esos discursos pudimos observar con pena (ajena), como hablan los presidentes cuando se colocan al nivel de su investidura , y con envidia (propia), a ex presidentes que pueden pregonar ante el mundo cuan exitosos fueron en sus gobiernos.
Cero entre dos es cero. Pensar que repartir la nada produce algo más allá que la afirmación de la inopia, es parte de la cuentología “revolucionaria”, porque aunque suene absurdo, cuando se divide el hambre entre dos, esta se multiplica. Además, hasta en el diccionario va primero producir que repartir. Claro, en los diccionarios que utilizan los buenos gobiernos.
Porque repartir lo que no se ha producido es fácil para quien tenga el poder en la mano. Exprópiese se convierte en una suerte de abracadabra. Y si se utiliza un repertorio de insultos y descalificaciones, la repartición se convierte en un show, donde curiosamente, los que más aplauden, son los que a la larga salen más perjudicados.
Los venezolanos hemos observado toneladas de expropiaciones. Puro show y puro fracaso. ¿Que será de la vida de La Francia, y de Agropatria y de las cementeras, y de las haciendas de plátanos en el sur del lago? Adicionalmente, invaden empresas productivas. La ruta de los eriales. ¿Habrán construido viviendas dignas en los estacionamientos “heroicamente” expropiados? Desengáñense… frases no son ladrillos.
Expropiación es hambre. Y si no pagan… es robo. Hasta en el diccionario aparecen en ese orden: expropiación, hambre, robo. Y en cuanto a las invasiones al agro ni hablar. Más hambre. Como el caballo de Atila, por donde la “revolución” invade, no vuelve a crecer la yerba. Repartir sin producir, es lo más fácil… y de paso, lo más hambreador. ¿Eso es lo que usted quiere para Venezuela?
PRODUCIR CON PRODUCTIVIDAD
Pero producir, per se, tampoco es suficiente. Aunque suene tautológico (pero no lo es), hay que producir productivamente. Bienes y servicios que compitan en los mercados y agreguen valor a la sociedad. Productividad es la clave. ¿Y cómo se logra la productividad? Con respeto a los productores, estímulo a los empresarios, atracción a los inversionistas, confianza, entramado legal adecuado, conformación de equipos empresarios-obreros-gobiernos, producción de bienes y servicios competitivos, orientación a la exportación, construcción de infraestructura, estrategia, estrategia, educación, educación, educación e innovación. Ah! y todo ello… en democracia.
Así, se generan empleos y oportunidades que mejoran la calidad de vida, construcción de infraestructuras, ampliación de servicios. Es decir, crece la torta y crece, sustentablemente, el PIB. Y ese crecimiento genera calidad de vida en los obreros, empleados y empresarios. Y ENTONCES, HAY PARA REPARTIR. Y cuando se reparte, se vuelve a incrementar el poder adquisitivo, lo que a su vez influye nuevamente en el crecimiento de la planta industrial, que se hace más productiva y más competitiva, con excedentes que permiten repartir más y generar más poder adquisitivo… todo un círculo virtuoso, que termina generando un nuevo país con gente que come bien, trabaja bien, se educa bien, tiene acceso a la salud: UN PAÍS PRÓSPERO.
Hay que tener presente que NO HAY PAÍSES PRÓSPEROS SIN EMPRESAS PRÓSPERAS y además, NO HAY EMPRESAS PRÓSPERAS SIN PAÍSES PRÓSPEROS. Todo un círculo. Para salir de la marginalidad, hay que producir y GERENCIAR AGRESIVAS POLÍTICAS SOCIALES. Crecer, distribuir y volver a crecer. Todo lo contrario de lo que ha adelantado esta “revolución” en estos trece pavosos años.
La mesa está servida para el próximo gobierno: una nueva generación de jóvenes preparados, con estudios, con experiencia política y líderes de masas. Respaldados por toda una gama de asesores, por un pueblo que ya no aguanta tanto desaguisado y tantas mentiras, y cabalgando sus esperanzas sobre la MUD y la Unidad Nacional. El mantel de la mesa servida, son los tres millones de votos de las primarias.
El próximo gobierno tendrá como norte la calidad de vida de los venezolanos. Éxito, porque ni usted ni yo queremos a la vuelta de pocos años, otro mesías tumbando las rejas de Miraflores. Además, es muy simple, los venezolanos merecemos, por fin, un buen gobierno.
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