martes, 20 de marzo de 2012

Solidaridad y Resistencia: se acerca el momento



Gustavo Coronel

Una querida amiga mía se encuentra hoy en gran angustia: su hijo fue asaltado hace algunos meses en Caracas para robarle su vehículo. Le dispararon a la cabeza y se encuentra hoy en coma. Mi amiga espera su recuperación. Yo la comprendo en su angustia y la acompaño en su esperanza.
Todas las madres del mundo, con un hijo en peligro, permanecen estoicamente en vigilia 24 horas del día, luchando por su recuperación. Ruego fervientemente porque mi amiga así lo pueda ver.
Hace dos días recibí una llamada de Maracaibo, donde me decían que una joven de 19 años, entrañable amiga de nuestra familia marabina, había sido asesinada por la policía venezolana.
Esa policía, pomposamente llamada científica, es representativa de un régimen político que ha sembrado la tragedia y el desastre en la sociedad venezolana, crímenes llevados a cabo ante el esencial silencio de millones de mis compatriotas.
 
Lo que presenciamos hoy es un país manejado por hampones, poblado por millones de personas sin conciencia ciudadana, acostumbrados a esperar las limosnas del régimen de turno, poco interesados en educarse y sobresalir en la vida, lastimosamente dependientes del estado, acosadas por enfermedades, ignorancia, prejuicios raciales y resentimiento de clases .
 
En paralelo, vemos los intentos del régimen por exterminar una clase media que ha querido educarse, progresar en la vida y ser buenos ciudadanos, una clase que generalmente forma la columna vertebral del progreso en cualquiera sociedad civilizada del planeta. En Venezuela esa clase ha sido perseguida, asesinada u hostigada por las pandillas anárquicas que actúan libre e impunemente bajo la dirección del régimen. El líder es un desequilibrado mental determinado a llevarse al país a la pudrición junto con él.
 
No puedo ofrecerles una solución de corto plazo a los venezolanos víctimas de este régimen hamponil. NI siquiera puedo darles efectivo consuelo, otro que mi solidaridad, a mis amigos y amigas quienes han sido víctimas directas de una Venezuela degradada y salvaje.
 
Nos ha tocado vivir una etapa horrorosa de la historia venezolana, solo comparable a los años de Boves o de Ezequiel Zamora. Hace ya nueve años que me ausenté de esa Venezuela prostituida y he podido amortiguar significativamente la carga de angustia que hoy abruma a mis compatriotas, pero comprendo y respeto que muchos venezolanos no hayan podido o deseado hacer lo mismo.
 
En el sitio de Leningrado, llevado a cabo por Alemania durante la segunda guerra mundial, murieron de hambre o ejecutados por el mismo régimen soviético unos setecientos cincuenta mil habitantes. Durante los catorce años de régimen chavista han sido asesinados cerca de doscientos mil venezolanos, proporcionalmente una cantidad muchísimo mayor de seres humanos.
 
Muchas de la víctimas de Leningrado murieron a manos de los mismos esbirros de Stalin, en purgas absurdas que combatían imaginarios crímenes ideológicos. En nuestro país muchos de los muertos han sido víctimas de los esbirros del régimen, convertidos en secuestradores y asesinos por la prédica del odio y la desintegración del tejido social.
 
Esta situación desesperada nos obliga , a todos los venezolanos dignos, a salir de nuestra actitud pasiva para convertirnos en agentes activos de resistencia en contra de la tragedia venezolana promovida por Hugo Chávez. Ya el país ha sufrido demasiado, no es posible esperar más para insurgir contra esta horrible situación. No es necesario estar armados. La resistencia pacífica alcanzó auge con Gandhi hace ya casi un siglo pero las sociedades en crisis la han practicado desde hace unos 2500 años.

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