Por Luis Manuel Aguana
(Dedicado a mi hermano Raúl Luis Aguana, abogado y autor de la idea, dispuesto a seguir los pasos de Simon Weisenthal)
(Dedicado a mi hermano Raúl Luis Aguana, abogado y autor de la idea, dispuesto a seguir los pasos de Simon Weisenthal)
Esto terminará. Tarde o temprano el régimen de Hugo Chávez caerá. Su herencia será una nación dividida, un país arruinado y endeudado hasta los tuétanos, un parque industrial destruido, la mayoría de nuestra sangre vital ausente porque consiguieron otros horizontes donde desarrollarse como personas y profesionales. Por más de una década los venezolanos hemos contemplado un gobierno desmantelar una a una nuestras instituciones más preciadas. Y lo peor es que ese desmantelamiento ha contado con la ayuda y complicidad abierta de personajes con nombre y apellido que han atropellado los derechos humanos de las personas a los ojos impávidos de todos nosotros. Un juez pone en la cárcel por 30 años a los Comisarios sin una sola prueba, un Contralor persigue sin ningún rubor a cualquier dirigente que ponga en problemas la elección de algún candidato del gobierno, los Ministros del régimen y los familiares directos de la familia del Presidente se enriquecen a los ojos de todos sin que opere el más mínimo resquicio de justicia. Se han perdido alimentos en contenedores por valor de muchísimos millones de dólares y los Diputados, con nombre y apellido, de la Asamblea Nacional del gobierno se niegan a investigar, encubriendo flagrantemente un delito, que mas allá del delito de corrupción, es un delito en contra de la humanidad de miles de compatriotas que escarban la basura para buscar alimento. Un agricultor llamado Franklin Brito muere de mengua porque un funcionario con nombre y apellido decidió no entregarle lo que era suyo y una Juez llamada María Afiuni es atropellada en su condición humana por dar un fallo a derecho por una funcionaria, con nombre y apellido, a cargo de un penal de mujeres.
Pero esto terminará, tarde o temprano terminará. Y volveremos a reconstruir. Pero será imposible hacerlo sin que se haga justicia a una época de oscurantismo y persecución. Sin creer ingenuamente que volveremos a ser los venezolanos de antes, tendremos que volver a convivir. Y para eso necesitaremos que se haga justicia. Cuando el régimen termine, Hugo Chávez será el principal pero solo uno de los muchísimos responsables de esta tragedia que se llamó la Revolución Bolivariana. Y huirán, huirán los Magistrados cómplices, los Fiscales, los Ministros, los Narco-Generales, huirán como en su momento huyeron muchísimos oficiales de la SS alemanas culpables de delitos contra la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial, con sus bolsillos rellenos de dinero de la corrupción de muchos años. Se esconderán en muchos países del mundo con otros nombres huyendo del brazo de la justicia que necesariamente prevalecerá en Venezuela.
Y como lo hizo en su oportunidad Simon Weisenthal al no olvidar la tragedia del pueblo judío en Europa, habrá venezolanos que no olvidarán la tragedia de Venezuela en estos años de ignominia. Weisenthal, tras haber estado prisionero en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, dedicó gran parte de su vida, a no olvidar y a localizar e identificar criminales de guerra nazis que se encontraban fugitivos y llevarlos a la justicia. Me puedo imaginar al Simon Weisenthal venezolano encontrando e identificando a Luisa Estela Morales en una peluquería en Buenos Aires con el supuesto nombre de Beatriz Algonzaga, o como lo hizo con Aldolf Eichman, secuestrando a Diosdado Cabello de un taller mecánico en Brasil en donde laboraba como perito automotriz. Solo imagínense a Nicolás Maduro en su trabajo de chofer de autobús en Montevideo y de pronto un comando lo baja del autobús y lo mete en el baúl de un carro para traerlo a la justicia venezolana. O a Juan Barreto localizado luego de mucha investigación, trabajando en un bar de travestis en Lima. Tendría un trabajo interesante e intenso esta versión venezolana del cazador judío y tendría mucha colaboración al ser bastante la gente que ha sido afectada por los desmanes de este régimen. No se sonrían, pero esa puede ser perfectamente una versión de nuestro futuro cercano.
No puede ser posible que tanto funcionario público, afecto a este régimen, se olvide que están delinquiendo por temor a perder un puesto de trabajo. Deben entender que esto no es más que un gobierno que pasará, muy malo pero que pasará como tantos otros. La actitud de la Juez Afiuni al actuar de conciencia en el caso que la condujo a prisión nos da la medida de que si existe gente decente y con coraje que hace su trabajo, independientemente del temor. Si todos no tuvieran temor otro gallo le cantara al gobierno. ¿Que locura colectiva esta pasando aquí? Pensará de verdad la Directora del penal donde se encontraba la Juez Afiuni, que no pagará por los delitos de persecución y maltrato a un ser humano y en especial a una mujer enferma? Pensarán los funcionarios que condenaron a los Comisarios a 30 años que eso pasará debajo de la mesa y no pagarán por eso? Pensará de verdad la funcionario que ha perseguido a Biaggio Pilieri que quedará tan campante en el país después de haber pisoteado la justicia como lo hecho? Todos ellos se irán corriendo del país al caer el régimen y serán perseguidos y encontrados por nuestro Simon Weisenthal.
Creo que no habrá un solo cazador sino muchos. Y eso les debería atemorizar a esta pléyade de áulicos del régimen que, tratando de ganar indulgencias, han pisoteado nuestra venezolanidad, nuestra forma de ser como pueblo, nuestra historia. Nunca como ahora había habido tanta iniquidad y tanta maldad persecutoria, ni siquiera cuando Gómez, respetando las distancias. Hasta en el castillo de Puerto Cabello que era donde encerraban a los opositores del régimen de Juan Vicente Gómez y botaban la llave, los esbirros tenían la decencia de dejar pasar para el preso la guitarra del compadre Venancio Laya. Es por eso que así como Hugo Chávez quedará preso en La Haya, el resto de los responsables de esta tragedia no dormirán por el temor a ser encontrados. Y ojala que nuestro Simon Weisenthal tampoco duerma hasta encontrarlos a todos…
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