Alberto Quiros Corradi
Bradbury. La inevitabilidad del futuro.
Un joven en un tren, encuentra a un anciano leyendo un periódico fechado 20 años en el futuro. Los titulares destacan el asesinato de su esposa y la búsqueda del marido como sospechoso. Entablan conversación. El joven se reconoce en el anciano y lo invita a su casa. Su esposa los recibe. El viejo se pregunta cuándo y cómo se deteriora una relación impecable. Cuando se va le deja un revolver. La esposa impaciente le grita al joven “cierra la puerta y entre ya”. En el suspenso queda lo que va a pasar en 20 años (que ya pasó) El viejo aconsejó al joven que le dijera a su esposa todos los días que la amaba. Pero no se puede construir una diferente realidad sobre la hipocresía de algunas palabras, que pretenden reforzar lo que no existe. Al final “alguien” asesinará a la mentira (El futuro es inevitable)
La inutilidad de decapitar a la creatividad.
El Emperador Yuan (400 AC) vio a un hombre volando. Hizo que lo bajaran y ordenó que lo decapitaran y quemaran su vehículo. El emperador a su vez había creado un aparato musical con unos pajaritos que “volaban” al darle cuerda al instrumento. Cuando se asomó al balcón y vio el humo negro del artefacto del hombre volador, vio a la vez a unas aves volando y pensó... (siempre “otro” inventará lo destruido hoy)
El imposible saldo de cuentas.
Un hombre sin saber porqué se baja de un tren en un pueblecito desconocido. Camina sin rumbo y en el trecho que no va a ninguna parte encuentra a un anciano que le confiesa el secreto de una angustia permanente. Busca a un desconocido en el cual descargar un deseo reprimido por años, de quitarle la vida a alguien, en representación de todos aquellos que le infringieron agravios que tuvo que dejar pasar. El viajero oye la confesión y se identifica con ella. Los dos se miran y entienden que el encuentro no será sino una nueva frustración. Otra posposición del acto de violencia que ambos llevan dentro. El viajero regresa al tren y ve la estación desdibujándose en la distancia. El viejo queda como parte del paisaje en espera de otro viajero que venga de ningún sitio y se vuelva a ir (La frustración compartida asesina al secreto personal)
La motivación por el éxito.
El hombre que había viajado al futuro informó a la humanidad de lo positivo que estaba a su alcance, logró que todos trabajarán para obtener lo que sabían “garantizado”. Ya anciano buscó un alma afín (reportero) a quien confesarle su fraude. No había máquina del tiempo. Le entregó las pruebas. El reportero las tomó como instrumentos del éxito. Las destruyó. El mundo podía continuar con su visión optimista de lo posible (el buen futuro estará garantizado si está avalado por el éxito asegurado)
Nazoa.
Aquiles remata con la parábola de lo transitorio del éxito personal. Recordemos con él, El Domingo de las Palmas: Cuenta la vieja historia que el Domingo de Ramos Entraba triunfalmente Cristo en Jerusalén: Las masas populares (tal como hoy las llamamos) Lo esperaban con palmas y con flores también. Nunca hasta aquel domingo fue objeto, que sepamos, de recepción tan grande ningún hombre de bien: ¡Miles de corazones saltando como gamos! ¡Miles de finas palmas moviéndose en vaivén! Apenas a tres días de este acontecimiento, el aclamado Cristo fue arrastrado al tormento ante la indiferencia de la misma ciudad. Ante su indiferencia fue llevado al calvario, y ante su indiferencia se murió solitario.... ¡Así es de veleidosa la popularidad! Hay coincidencias importantes en estas historias, con la cotidianidad de hoy. ¿O no?
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