Los venezolanos y el mundo deben conocer que la industria petrolera de Venezuela está mal. Muy mal. Tal vez la manera directa de verlo es con la información del gráfico adjunto donde se aprecia la caída sistemática del PIB petrolero, el cual mide la producción de petróleo valorada a precios constantes pare eliminar el efecto distorsionante de la inflación. Son ocho trimestres de caída continua de la producción de petróleo y sus derivados, hecho que ha coincidido con una recuperación espectacular de los precios del petróleo en los mercados mundiales y el volumen de ingresos recibidos no ha servido para reanimar a una empresa entumecida a la cual ya no le es suficiente ni siquiera una cotización superior a US$ 80 por barril para equilibrar sus finanzas. El aumento de los precios petroleros entre 2008 y 2010 le sirvió de muy poco a Venezuela, salvo para seguir cayendo tal como lo atestigua las cifras del BCV.
Mientras que todas las economías de América Latina ya salieron de la recesión, Venezuela se encuentra postrada, víctima de una política que desalienta la inversión, concentra todo el poder en manos del Estado, persigue a los trabajadores y ahuyenta a los inversionistas.
Hace quince años PDVSA producía 3.200.000 barriles de petróleo al día y tenía 30.000 trabajadores, actualmente produce 2.700.000 barriles y su nómina es de 90.000 trabajadores. Se ve una empresa que produce menos petróleo y tiene una protuberante burocracia. Ahora bien, de esos 2.600.000 barriles, casi 700.000 son consumidos internamente en forma de combustibles para vehículos, aeronaves y generación de electricidad, 250.000 barriles están comprometidos con China en un préstamo que le hizo a Venezuela cuyos recursos ya fueron gastados. Otros 90.000 barriles van a Cuba, como una especie de donación del gobierno de Venezuela a la dictadura isleña y 80.000 más a otros países que lo pagan en cómodas cuotas. Es decir, quedan 1.570.000 barriles para exportar, básicamente a Estados Unidos, quien los paga en dólares constantes y sonantes. Con esos dólares es que se puede comprar los alimentos, las medicinas, repuestos, equipos, maquinarias y pagar la deuda externa.
Es muy grave el declive de la producción de PDVSA y también el incremento de su deuda. En 1998, PDVSA debía US$ 4.000 millones y actualmente la deuda registrada es de US$ 36.000 millones incluyendo lo que le debe al BCV y los bonos que acaba de emitir, sin contar más US$ 7.000 millones por expropiaciones que no ha pagado. Debe mencionarse, además, que PDVSA tiene pendientes varios juicios en cortes internacionales que pueden significar el desembolso de sumas importantes aún si se llega a un acuerdo amistoso con los demandantes. Como puede observar el lector, la empresa está financieramente dificultades y todo ello a pesar del aumento del precio del petróleo. En 1998 el precio del petróleo venezolano cerró en US$ 9,5 por barril y alcanzó a US$ 72,6 por barril en 2010 y en lo que va de 2011 se cotiza en más US$ 85 por barril, un aumento exorbitante y nada de ello ha servido para mejorar la situación de la empresa. ¿Qué es lo que ha sucedido? Que PDVSA cayó en manos de la corrupción, la politiquería, del nepotismo y además está desenfocada de su negocio. PDVSA se ocupa de vender alimentos y fabricar casas cuando eso lo pueden hacer otros entes del Estado. Acaba PDVSA colocar un bono a 12,75% de interés, el más elevado del mundo. Cuando empresas petroleras emiten esas deudas lo hacen a un interés máximo de 6%. Ello dice lo grave en que están las cuentas de PDVSA. Pero lo que resulta más paradójico es que PDVSA emite un bono comprado en bolívares pero pagadero en dólares. Si se trata de financiar gastos locales el bono ha debido emitirse en bolívares. En el caso de destinarse a la compra de maquinarias y equipos en divisas, el bono se tuvo que haberse emitido en dólares, obviamente en el mercado internacional. No fue ni para lo uno ni para lo otro sino para intentar estabilizar el mercado cambiario ante la escasez de divisas por parte de CADIVI, aunque ello no es función del BCV.
El nuevo gobierno que vendrá en Venezuela tiene que tomar muy en serio una política distinta para el petróleo, que focalice a PDVSA en su negocio y deje la asistencia social a los organismos especializados y competentes en la materia y la actuación en el mercado de divisas en manos de la autoridad monetaria.
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