Hoy hablaremos de economía.
Este régimen ha transformado lo que ha podido ser una economía moderna en un épico fracaso. Ha establecido un control absoluto de la economía que desestimula las inversiones y no produce los efectos positivos que cierta ideología trasnochada supone. Ni el control de cambio, ni el de precios, ni las estatizaciones, arrojan algo positivo. A lo anterior hay que añadir la inseguridad jurídica que permite que los caprichos de un tirano se conviertan en actos de ley. Hay falta de transparencia en el gasto público. El Presidente en cadenas televisivas asigna, reparte y niega recursos públicos a diferentes proyectos, casi todos improvisados, salvo aquellos privados que eran rentables y ahora le causan perdidas a la nación (haciendas, Sidor, cementeras, etc) Se ha subordinado el Banco Central al ejecutivo anulando así su independencia en política monetaria. Se devaluó la moneda sin tomar medidas para contener la inflación inevitable en un país fuertemente importador, consecuencia de la destrucción del sector productor privado. Aumentó la economía informal y el desempleo. Por último, este régimen se endeudó criminalmente directa e indirectamente (PDVSA) para incrementar el gasto público y no para financiar proyectos de inversión reproductiva.
Ante un cambio de gobierno sugiero: Crear un fondo con todos los aportes del petróleo a la nación. Tomar de ese Fondo anualmente el 60% del promedio de lo recibido en los cinco años anteriores como contribución al presupuesto nacional. El 40% restante, que es de todos los venezolanos, colocarlo en inversiones seguras en el exterior y decidir si se reparte parcialmente entre los ciudadanos mayores de 18 años o se utiliza para crear fondos de pensiones y un sistema de seguridad social para todos o una combinación de lo anterior. Esto permitirá eliminar la incertidumbre del ingreso petrolero para fines de planificación presupuestaria y neutralizará el “Mal Holandés” al retirar de la economía doméstica parte importante del ingreso petrolero (modelo sugerido en parte por Luis Roberto Rodríguez). Eliminar el control de cambio y el de precios. Esto, unido a una necesaria devaluación, producirá en los primeros dos años un aumento de la inflación que debe ser neutralizada con la recuperación de la producción interna, una reducción de las importaciones y control de la liquidez. Este regreso a una economía abierta y productiva debe administrarse cuidadosamente para evitarle un elevado costo a las clases más necesitadas que, en todo caso, habrán de ser subsidiadas mediante programas temporales mientras se logran los nuevos equilibrios macro económicos (Pleno empleo. Inflación de un digito. Crecimiento no menor del 5%. Liquidez controlada) Entregar la titularidad de las tierras a quienes hoy las usufructúan a fin de permitirles no solo el uso de sus propiedades (tierras y viviendas), sino poder enajenarlas o venderlas para financiar otros proyectos. Construcción masiva de viviendas e infraestructura. Restituir la autonomía del Banco Central. Abrir la economía a las inversiones nacionales y extranjeras en todos los sectores. Eliminar la noción de empresas básicas. Establecer alianzas estables entre el capital y el trabajo (trabajadores accionistas).
Doce años de improvisación, corrupción, mala gerencia y la implantación de una ideología perversa, como lo es el comunismo, dejarán al país en un estado de postración que solo se superará con medidas inteligentes, modernas y hasta cierto punto heroicas.
¡No más de lo mismo!
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