Vuelvo sobre un tema que comenté recientemente. Hace falta un acuerdo obrero patronal basado en dos realidades, una, la relación tradicional de enfrentamiento entre el capital y el trabajo tiene que adaptarse en Venezuela al nuevo paradigma que rige a estas relaciones. El trabajo debe tener presencia a través del capital accionario en la mayoría de las empresas. Dos, este régimen está empeñado en destruir tanto al movimiento sindical como a las empresas privadas. Es pues cuestión de que ambos sectores se unan en un esfuerzo común para sobrevivir.
El movimiento sindical ha hecho un esfuerzo loable en tratar de reunir los segmentos que han surgido o sobrevivido al ataque frontal del régimen. Siete grupos independientes se han unido en la federación denominada Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y los Sindicatos (Fadess) allí convergen líderes importantes como Froilán Barrios, Orlando Chirinos y Pablo Castro, entre muchos otros. Sin embargo, el esfuerzo todavía está incompleto. Falta convencer a la CTV, en cabeza de Manuel Cova, para que convoque a unas elecciones para seleccionar a una directiva que agrupe a los movimientos involucrados, bien en una nueva CTV, lo cual tiene la ventaja de su historia y el reconocimiento internacional o en una federación en la cual estén todos representados. Para ello, se requiere nombrar una junta electoral con presencia de todos. Hay que hacer un esfuerzo por formalizar lo que ya existe.
Otra necesidad es incorporar a los movimientos obreros progresistas de las empresas de Guayana. Por cierto, Sidor elegirá mañana a su representación sindical. Por tratarse de la empresa insignia de Guayana esta elección tiene particular importancia y el movimiento que lidera “Acarigua” Rodríguez, la mejor opción, tiene una buena oportunidad de triunfar, a pesar del obsceno ventajismo del régimen que incorpora diariamente a los llamados tercerizados para que voten por quien les hizo el favor. “Acarigua” y Sutiss tienen una larga historia de lucha en defensa de los derechos de los trabajadores, aunque apoyaron la estatización de Sidor creyendo que el régimen le otorgaría a sus miembros una contratación colectiva mejor que la que el sector privado responsablemente se negó a firmar. Pero eso es historia antigua y Sutiss ya sabe que este régimen no es amigo ni de los sindicatos ni de la contratación colectiva ni de los trabajadores.
Por su parte, Fedecámaras como máximo representante del sector empresarial privado tiene ahora una oportunidad estelar de insistir ante el movimiento obrero para que se celebren reuniones del más alto nivel institucional a fin de iniciar conversaciones que conduzcan, no solo a una alianza para defenderse de los ataques del régimen sino también para que cuando se encargue el nuevo gobierno se tenga listo un acuerdo de convivencia, que ayudaría no solo a los intereses institucionales sino, en mucho, a la gobernabilidad del país.
El presidente de Fedecámaras Jorge Botti y el vicepresidente Jorge Roig han dado demostraciones de voluntad de conversar con los sindicatos. Voceros de éstos se han manifestado en igual sentido. Roig tiene la ventaja de conocer bien a los dirigentes obreros de Guayana, por su pasantía política en la Causa R y por tener su empresa en esa zona.
Como diría un comentarista deportivo “la mesa está servida” para comenzar cuanto antes un dialogo entre el capital y el trabajo. ¿Qué tal si se creara una MUD separada para formalizar estas negociaciones?
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