Erika Polanco
Debo confesar que desde hace algún tiempo para acá me consumo mis 16 G de Internet en revisar cuanta página de tortas, galletas, cupcakes y marisquera de repostería existe porque hace muchos días perdí la motivación por la política, por los supuestos cambios en el país, por una lucha que pareciera no conducir a ninguna parte, por todo lo que tuviese que ver con hacerle entender a una gente que está en su mundillo que nos estamos jodiendo todos.
Sin embargo, como siempre termina por suceder, como cada vez que juro dedicarme a ser ama de casa y cultivar orquídeas, o cuando juro dedicarme a hornear tortas y galletas, o cuando me da por hacer patchwork o scrapbooking, termino odiándome por mi silencio, por mi complicidad y por querer ser uno de esos millones de venezolanos que de repente se convirtieron en un maldito zombie que camina a empujones por el país dándose de coñazos con todas las paredes de la nación, por lo visto desprovistos de sensibilidad y “muertos en vida”.
Siempre pasa algo que me hace hervir la sangre de la arrechera que termina por motivarme y volver a escribir, reaccionar y salir de ese marasmo en el que han querido hacerme entrar al hacerme creer que un solo güevón no puede cambiar el sistema.
Refería el uso del internet al inicio porque toree magistralmente en más de una oportunidad cualquier noticia de los fulanos “indignados” que se multiplican en el mundo. Simplemente no les paré bolas ni me interesó saber quiénes eran, más cuando leí a vuelo de pájaro que la infeliz de Cilia Flores decía que eran machetes.
Pero como quiera que de repente me sentí identificada con la palabra producto del millonésimo maldito apagón que he tenido que vivir en Venezuela y que no me permite prender mi muy antisocialista hidroneumático y por ende mi calentador para bañarme, me dio por averiguar quienes eran y ver por qué es que están tan indignados.
Me cagaba de la risa al leer sus argumentos. Me cagaba de la risa al saber que están indignados porque se sienten decepcionados de la hegemonía política… “del bipartidismo” (esto es en España).
Se quejan del desempleo que allá se sitúa en un 21% y que para los jóvenes entre 18 y 25 años es de un 45%. Además se sienten indignados porque muchos han perdido sus casas por no poder hacer frente a las hipotecas. Acusan al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de ejecutar severos recortes y se esperan nuevos ajustes en sanidad y educación.
De hecho Wikipedia les denomina como un movimiento ciudadano… con una serie de protestas pacíficas en España con la intención de promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo PSOE-PP y del dominio de bancos y corporaciones, así como una auténtica división de poderes y otras medidas para mejorar el sistema democrático.
Tras leer estas cosas por un momento en mi mente imaginé las colas en la Embajada Española de carajitos y carajitas venezolanas queriendo salir de Venezuela hacia la “tan caótica” situación de España… queriendo irse a pasar todas esas “penurias” que hacen que esos ciudadanos españoles se sientan tan indignados.
Y de coñazo, en medio del apagón y aprovechando al máximo la batería de mi muy ultra capitalista laptop (que compré fiada y que aun estoy pagando en el país del socialismo del siglo XXI donde cualquier parásito chavista por simplemente jalar bolas tiene un juguete mil veces más arrecho que el mío solo jalando bolas), me sentí de repente más INDIGNADA que nunca.
¡Coño, los españoles se sienten indignados por el bipartidismo!... No joda, en este país hay un solo coño mandando desde hace 12 pa’ 13 años…
Quieren una democracia más participativa… ¡vénganse pa’ Venezuela pa’ que conozcan la verdadera indignación de ver cómo todo en este país lo decide un solo carajo incluso desde Cuba en medio de una quimioterapia!
¿Se quieren sentir indignados por el acoso capitalista?, vénganse para Venezuela donde millones de venezolanos no tienen ni siquiera una casa que perder en una hipoteca impagable porque ni tienen casa ni tienen acceso a una hipoteca.
¡Indignada yo no joda!.
Indignada de ver cómo cada vez que le da la gana a un maldito negligente me quedo sin servicio eléctrico cuando menos dos veces al día y por supuesto siempre suele ser cuando más lo necesito.
Indignada yo que me tengo que calar no conseguir leche, aceite, toallas sanitarias, pañales, medicinas, COMIDA, acorde a mis gustos y necesidades sociales sino que tengo que conformarme con la bazofia que pretende el gobierno que tengo que comer para que ellos sientan que todos somos iguales mientras se llenan la barriga de los mejores manjares y obligan a uno a comer cualquier mierda y porquería.
Indignada yo que tengo que ver cómo en medio de esta escasez de alimentos se pudren millones y millones de toneladas de comida que gracias a Dios en mi mesa no hicieron falta porque tengo un conuco en el patio para sembrar algunas cosas que me como y porque cambié mis hábitos alimenticios adaptándome a lo que aún se puede conseguir por ahí en un supermercado medio decentón sin tener que ir a dejar mi dignidad en la acera de un Mercal o de un Pdval.
Indignada me tengo que sentir yo cuando producto de ese mismo control tramposo y amañado que impone la ausencia de separación de poderes en nuestro país, las decisiones de cualquier índole y naturaleza la toman una cuerda de resentidos sociales que hablan de socialismo y de igualdad cuando están podrios en reales y dándose la gran vidota.
Indignada me siento yo cuando como venezolana, cualificada para ejercer mi profesión, he tenido que optar por la maravilla de la harina, los huevos y la leche porque en este país decir la verdad tiene un precio exorbitante y te puede conducir derechito a la cárcel en un abrir y cerrar de ojos sin derecho a pataleo…
Indignada me siento yo al tener que dejar de escribir y desahogarme en este momento porque o salgo esmollejada a bañarme o corro el riesgo de tener que dormir incomoda porque el suministro de electricidad pueda ser tan corto que si no lo aprovecho me joda y pase toda la noche sin poder darme un baño, sin batería en la laptop y sin poder hablar de las millones de razones que faltan y que alimentan a diario mi indignación como venezolana.
Yo me pregunto… ¿Dónde coño fue que quedó entonces la dignidad del venezolano? ¿será que la vendieron por bultos en medio de la escasez aquella que hubo de papel sanitario?
Termino entonces tomando la frase que inspiró a los españoles a crear el movimiento de los indignados ante su tan “catastrófica” realidad, sacada del libro del autor francés Stéphane Hessel y cuyo título es "¡Indignáos!"
"En situaciones como la presente, no debe existir espacio para la resignación o la apatía"…
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