Gustavo Coronel
Pienso en esto cuando veo que el el pirata petrolero Rafaél Ramírez anuncia inversiones por $16.000 millones de dinero venezolano en PetroCaribe, pero ya ni se molesta en decir cuales son los proyectos. En efecto, en una reunión de esa fantochada llamada PetroCaribe, en Nicaragua, el pirata petrolero Rafaél Ramírez anunció la inversión de U.S. 16690 millones en “ocho proyectos de infraestructura energética”. Seguramente los considera “secretos” puesto que no los enumeró.Como es posible que sigamos soportando a este tipo de gente a cargo de la industria petrolera venezolana? Hasta cuando tendremos que oir tantas estupideces y observar el deterioro y la corrupción galopantes en PDVSA?
Cuando PDVSA era manejada profesionalmente, antes de la llegada de Chávez, los políticos y universitarios nuestros le criticaban cualquier pendejada. Que si las colitas, la falta de información o los altos salarios. Ahora, desaparecen los millones de dólares de la empresa, se hunden las gabarras, se dan contratos a los amigotes, la producción se viene abajo, se regala el petróleo y la gasolina y nuestros políticos y universitarios guardan silencio, los venezolanos callan.
ES QUE TODOS SOMOS UNOS CHÁVEZ CUALQUIERA?
Estaremos al fin encontrando nuestra verdadera identidad como pueblo? Que es lo que explica que un paracaidista ignorante, con un canciller chofer de autobús, un terrorista semi-analfabeto como presidente de la Asamblea Nacional y una loquita exhibicionista como ministro de prisiones se mantenga con una gran popularidad, a pesar del desastre que presiden? Como se explica que hayamos sacado a CAP de la presidencia por hacer uso ilegal de unos $5 millones de dineros de la nación y que se mantenga Chávez en la presidencia a pesar de haber dilapidado, regalado y sustraído criminalmente miles de millones de dólares de los venezolanos? Como podemos justificar esta singular interpretación de la ética que hoy exhibe la sociedad venezolana, cuando solía ser tan exigente con él liderazgo anterior?
La exhibición de cobardía colectiva que estamos dando frente a estos piratas que manejan el petróleo y el país no tiene precedentes en nuestra historia. Es un letargo vergonzoso.
Apoyado en ese letargo, la indiferencia y el paterrolismo de los venezolanos frente al gigantesco colapso nacional, Chávez está haciendo con los restos del país lo que “le da su gana”, como diría la virginal Desirée Santos Amarral. No hay protestas colectivas contra una Iris Varela haciendo desastres en las prisiones. O contra Carlos Escarrá prostituyendo la Procuradoría General. O contra Luisa Estella Morales embarrando de indignidades la figura de la justicia. Hemos dejado a Laureano Márquez llevar la solitaria bandera de la protesta contra este estado de cosas.
Será que lo que nos está sucediendo refleja nuestra verdadera identidad como pueblo? Y que sea cierto un escenario que pudiera llamarse: “Que bravo pueblo ni que pamplinas”.
Será que realmente somos así? Por años he tenido el consuelo de pensar que somos Betancourts, Gallegos, Picón Salas, Uslar Pietris y Briceño Iragorries. Que somos Inocentes Carreños y no Pedros Carreños o Ramírez Carreños.
Pero, y si aquellos fueran la excepción? Y si somos más bien Cháveces, madúroses, varélases y sotorrójases? Lo racional sería pensar que somos una mezcla de ambas tendencias, la luminosa y la excrementicia. Pero lo racional no parece tener cabida en este dilema.
Es más bien un asunto de dilucidar, de una vez por todas, cual es nuestra verdadera alma nacional, si somos moluscos o mariscos.
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