Eddie A. Ramírez S.
Entendamos que las sanciones “light” a PDVSA fueron provocadas por el teniente coronel al apoyar a un gobierno forajido condenado por las Naciones Unidas. Aquí no cabe la figura de violación de soberanía. Fue sencillamente una decisión del gobierno norteamericano como reacción a la venta de combustible a un régimen que pone en peligro la paz mundial. Hoy en día no es cierto que se puede vender lo que sea “a quien nos de la gana”. Venezuela pertenece a las Naciones Unidas y si viola sus resoluciones tiene que atenerse a las consecuencias. Desde luego que a ningún venezolano nos agrada esas sanciones, pero la reacción no puede ser rasgarse las vestiduras en defensa de nuestra soberanía. ¿Acaso Colombia reclamó por violación de su soberanía cuando el lenguatón suspendió el comercio con ese país? No, solo fue una decisión unilateral como reacción a unas declaraciones de Uribe. Es decir, son medidas, justas o injustas, que
toma un gobierno determinado y que nada tienen que ver con la soberanía.
Lamentablemente, este régimen se ha caracterizado por no respetar los compromisos internacionales. Así, no ha querido acatar sentencias de la Corte Interamericana, ni resoluciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ni de la Organización Internacional del Trabajo, con la excusa de que Venezuela es soberana. Las sanciones son más bulla que cabuya, ya que PDVSA no tiene contratos con el gobierno norteamericano, ni pide créditos en ese país. Tal vez lo que podría afectar es la prohibición de adquirir licencias de tecnología, aspecto que hay que aclarar su alcance. No afecta a las filiales de PDVSA, es decir ni a CITGO, ni a Bariven, tampoco a las empresas mixtas. El petróleo lo podemos seguir vendiendo a nuestra empresa CITGO y a algunas empresas privadas, ya que el gobierno norteamericano no compra petróleo.
¿Qué hacer? Lo sensato es que nuestro gobierno baje el tono de las amenazas de retaliaciones, las cuales de cumplirse tendrían un altísimo costo para Venezuela y que se suspenda el envío de bienes y servicios vetados, acatando así las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. De parte de la alternativa democrática lo procedente es aclararle al pueblo que no hay violación de soberanía, sino aplicación de sanciones que no tienen impacto en PDVSA y que todo gobierno está obligado a acatar resoluciones de organismos internacionales. A PDVSA no se la defiende rechazando las sanciones, sino presionando para que cambie el tren directivo, responsable del descenso de la producción, de las pérdidas en las refinerías, de los numerosos accidentes, de las pérdidas en el Fondo de Jubilación y demás actos de corrupción y del endeudamiento de la empresa, entre otros aspectos. Las sanciones son “Light”, pero el mensaje es fuerte y ni PDVSA,
ni el país puede correr el riesgo de otras sanciones.
Como en botica: Nuestra solidaridad con el valiente sindicalista petrolero Eudis Giraud, víctima de un aparente acto de sicariato. También con el distinguido periodista Manuel Isidro Molina, agredido por un cobarde. El Banco Mercantil sigue sin contestar el reclamo de Unapetrol y de Gente del Petróleo por haber entregado los fideicomisos de prestaciones de los trabajadores ilegalmente despedidos a un banco del gobierno. ¡No más prisioneros, políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com El Universal.com 31 de mayo 2011 Sanciones “light”, mensaje fuerte
Eddie A. Ramírez S.
Entendamos que las sanciones “light” a PDVSA fueron provocadas por el teniente coronel al apoyar a un gobierno forajido condenado por las Naciones Unidas. Aquí no cabe la figura de violación de soberanía. Fue sencillamente una decisión del gobierno norteamericano como reacción a la venta de combustible a un régimen que pone en peligro la paz mundial. Hoy en día no es cierto que se puede vender lo que sea “a quien nos de la gana”. Venezuela pertenece a las Naciones Unidas y si viola sus resoluciones tiene que atenerse a las consecuencias. Desde luego que a ningún venezolano nos agrada esas sanciones, pero la reacción no puede ser rasgarse las vestiduras en defensa de nuestra soberanía. ¿Acaso Colombia reclamó por violación de su soberanía cuando el lenguatón suspendió el comercio con ese país? No, solo fue una decisión unilateral como reacción a unas declaraciones de Uribe. Es decir, son medidas, justas o injustas, que
toma un gobierno determinado y que nada tienen que ver con la soberanía.
Lamentablemente, este régimen se ha caracterizado por no respetar los compromisos internacionales. Así, no ha querido acatar sentencias de la Corte Interamericana, ni resoluciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ni de la Organización Internacional del Trabajo, con la excusa de que Venezuela es soberana. Las sanciones son más bulla que cabuya, ya que PDVSA no tiene contratos con el gobierno norteamericano, ni pide créditos en ese país. Tal vez lo que podría afectar es la prohibición de adquirir licencias de tecnología, aspecto que hay que aclarar su alcance. No afecta a las filiales de PDVSA, es decir ni a CITGO, ni a Bariven, tampoco a las empresas mixtas. El petróleo lo podemos seguir vendiendo a nuestra empresa CITGO y a algunas empresas privadas, ya que el gobierno norteamericano no compra petróleo.
¿Qué hacer? Lo sensato es que nuestro gobierno baje el tono de las amenazas de retaliaciones, las cuales de cumplirse tendrían un altísimo costo para Venezuela y que se suspenda el envío de bienes y servicios vetados, acatando así las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. De parte de la alternativa democrática lo procedente es aclararle al pueblo que no hay violación de soberanía, sino aplicación de sanciones que no tienen impacto en PDVSA y que todo gobierno está obligado a acatar resoluciones de organismos internacionales. A PDVSA no se la defiende rechazando las sanciones, sino presionando para que cambie el tren directivo, responsable del descenso de la producción, de las pérdidas en las refinerías, de los numerosos accidentes, de las pérdidas en el Fondo de Jubilación y demás actos de corrupción y del endeudamiento de la empresa, entre otros aspectos. Las sanciones son “Light”, pero el mensaje es fuerte y ni PDVSA,
ni el país puede correr el riesgo de otras sanciones.
Como en botica: Nuestra solidaridad con el valiente sindicalista petrolero Eudis Giraud, víctima de un aparente acto de sicariato. También con el distinguido periodista Manuel Isidro Molina, agredido por un cobarde. El Banco Mercantil sigue sin contestar el reclamo de Unapetrol y de Gente del Petróleo por haber entregado los fideicomisos de prestaciones de los trabajadores ilegalmente despedidos a un banco del gobierno. ¡No más prisioneros, políticos, ni exiliados!