Miguel Méndez Rodulfo
Hace
unos años el inefable Juan Barreto, a la sazón Alcalde Metropolitano de
Caracas, en una de sus “barretadas” sugirió que los campos de golf del
Country Club debían ser expropiados para construir viviendas sociales.
Esto lo dijo en medio de una vorágine de expropiaciones de edificios en
alquiler, que fueron arrebatados a sus legítimos propietarios y que
nunca le fueron pagados; tampoco los inquilinos pudieron comprar sus
viviendas alquiladas, porque como ya sabemos el gobierno no otorga
propiedad, con lo cual todo quedó en el limbo. Afortunadamente, la
amenaza del guapetón alcalde no se materializó, con lo cual pensamos que
se cerraba un capítulo, pero he aquí ¡oh sorpresa! que en una reunión
de arquitectos, urbanistas y otros profesionales, le escuché decir a un
connotado pensador de la ciudad que todos los campos de golf de Caracas,
debían ser convertidos en parques públicos. Entonces me preocupé, pero
no quise entrar en polémica.
El
asunto es que recientemente un joven político de la MUD, de mi más alta
estima, concurrió al programa “Aló Ciudadano” y repitió el mismo
mensaje, aunque advirtió previamente que era probable que su opinión
generara diatriba. Antes el dirigente había expresado la necesidad de
que el gobierno permitiera la libertad en toda su amplitud: de
expresión, de asociación, de participación política, etc., además abogó
por unas instituciones independientes y fuertes, indicando que ambas
cosas propiciaban el desarrollo de las naciones. Quiero advertir que no
soy plutócrata, que no tengo amigos millonarios, que sólo una vez visité
el Country Club, que no juego golf y que no conozco Valle Arriba, La
Lagunita, ni El Placer, pero ello no significa que crea que la
usurpación y el abuso de poder sea una práctica que comparta, aun cuando
se trate en apariencia de una “buena acción” realizada en provecho de
las mayorías.
Creo
que sin adoptar el atajo, la vía fácil y populista de echar mano de los
bienes privados, los gobiernos democráticos que sucedan a este régimen
oprobioso deben respetar escrupulosamente la propiedad privada, ésta sí
la piedra angular del desarrollo y progreso de las naciones, como lo ha
demostrado la historia desde Cromwell para acá. Bien por la libertad,
bien por las instituciones independientes, pero el irrespeto a la
propiedad privada, no garantiza progreso. El Estado y su órgano
ejecutivo, el gobierno, deben hacer las miles de cosas que el país
requiere, sin arrebatar a nadie lo que es suyo. Hacer un parque en La
Carlota, unirlo con el Parque del Este, interconectarlo al oeste con la
Plaza Altamira. De eso sí debe ocuparse un gobierno democrático, de
crear además una interconexión peatonal de espacios públicos y áreas
verdes que vaya desde El Calvario, pasando por el Paseo Vargas, el
Parque Los Caobos, Plaza Venezuela, Sabana Grande, Chacaíto, Chacao y se
prolongue al este hasta crear en Petare un espacio público amplio y
confortable para sus residentes. Porque ese si es el reto, crear un
parque que le proporcione esparcimiento a las zonas populares de Petare.
Por
la vía de la depredación del Estado, justificada por buenas acciones,
podríamos perder los espacios públicos de La Rinconada, las áreas verdes
de La Mariposa o de las autopistas, así como de cualquier parque, como
estamos perdiendo hoy Parque Caiza; pero además cualquier edificio o
casa que tuviera un retiro o un patio amplio caería inexorablemente bajo
la apetencia terrófaga del burócrata de turno. Los estacionamientos de
edificios ubicados en zonas de alto tráfico tendrían que ser cedidos al
servicio público en el día, etc.
Los
campos de golf, son canchas para realizar un deporte, entonces qué
pasaría si basados en ese mismo concepto pasaran a convertirse en parque
los estadios de fútbol, los de beisbol, el Altamira Tenis Club, los
hipódromos, los autódromos, las mangas de coleo, etc. ¿Qué pasaría con
el Hotel Maracay?
El
proyecto arquitectónico del CCC marcó un hito en el país y en América
Latina en su momento y aún hoy en día. Además la obra en su conjunto
debe ser preservada tal como deben conservarse los cascos históricos de
muchas ciudades del país. Por otra parte, mantener unos campos de golf
es costoso como para que esa erogación la asuma el Estado. Y dónde
dejamos los derechos de los residentes cuyas viviendas dan a los campos
de golf, que verían interrumpida su tranquilidad y menoscabada su
seguridad. Esa inversión en su momento la hicieron ellos o sus
antecesores, no el erario público, respetemos entonces eso
Por
si fuera poco los jugadores de golf tienen derecho, como cualquier
ciudadano venezolano, a practicar el deporte de su preferencia, y si
miramos con inteligencia, viéndolo desde la perspectiva de la
competitividad entre las grandes ciudades, lo que tenemos que hacer es
insertarnos en los tour de los campeonatos internacionales de golf, para
atraer turistas, inversiones y promover a Caracas.
Si
el gobierno en vez de expropiar Sidor, Fama de América o Lácteos Los
Andes, etc., hubiese creado nuevas empresas (haciendo mutis de su
eficiencia) tendríamos el doble de empleos, el doble de inversión y el
doble de ingresos por la vía impositiva; de manera que hagamos nuevos
parques y dejemos tranquilos a los que construyeron el suyo.
Creo
honestamente que nos metimos un autogol al coincidir con las prácticas y
desafueros del chavismo, cuando nosotros debemos hacer todo lo
contrario para garantizar la seguridad jurídica. Tampoco es que la
oposición disponga de grandes fuentes de recursos internacionales para
financiar las campañas que vienen y si vamos a atacar a los que nos
podrían ayudar, pues le estamos dando la razón a los que dicen que la
envidia solapada es nuestro signo y que igual llevamos un chavista por
dentro.
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