Rafael Gallegos
Todos los análisis coinciden en que el sol está calentando las espaldas de la “revolución”. Y el sol… no se devuelve. Pero lo más importante no es que Chávez deje el poder, sino que quienes lo reemplacen transformen a este desvencijado país en una sociedad próspera. Y para ello no es suficiente ser antichavista, anticomunista, antitotalitario, antifidelista, o antialba. Eso sólo sirve para derrumbar, y hay que reconstruir… a Venezuela. Derrumbar y reconstruir. Lo demás sería tumbar ladrillos para vivir sobre las ruinas. Por ejemplo, hay que acabar con el neocentralismo; pero sustituyéndolo por una efectiva descentralización. Con el autoritarismo; pero sustituyéndolo por la aplicación de mecanismos democráticos y de participación. Con las invasiones, expropiaciones y confiscaciones (¿o es lo mismo?); pero sustituyéndolos por confianza y normativa integral de respeto a la propiedad. Con la pobreza, y para ello es imperativo aplicar una estrategia de desarrollo integral. Hay que tener presente, QUE SI EL PRÓXIMO GOBIERNO NO ACABA CON LA POBREZA, ANTES DE DIEZ AÑOS HABRÁ UN SIMPÁTICO DEMAGOGO EN LAS PUERTAS DE VENEZUELA… Y MÁS SABIDO que los que le precedieron.
Para desmontar de manera sustentable este estado pre comunista, mesiánico, caudillista y totalitario; se debe construir paralelamente un país próspero, sobre las ruinas. No hacerlo así, sería llamar a otro Mesías que invariablemente se transforme en otro falso profeta.
¿Qué herramientas habrá que utilizar para construir el nuevo país? Lo primero es desechar esas concepciones de “izquierda” o de “derecha”. Sería a agregar al morganático anti-chavismo, un término peor: “anti-guo”. Comenzar a construir el futuro con concepciones demodé. Como si Venezuela fuera el vidrio delantero de un carro y las ideologías un limpiaparabrisas bailando al son de izquierda, derecha, izquierda.
¿Y qué han hecho los países que se han desarrollado en las últimas décadas? Han utilizado ESTRATEGIAS INTEGRALES CUAL COCTEL: ROL CONDUCTOR DEL ESTADO….LIBERTADES ECONÓMICAS… PROFUNDAS POLÍTICAS SOCIALES,… HABILITACIÓN TECNOLÓGICA… INVERSIONES EXTRANJERAS… ORIENTACIÓN A LAS EXPORTACIONES… Y MUCHA; PERO MUCHA PRODUCTIVIDAD Y COMPETITIVIDAD. Por ejemplo, los tigres asiáticos Japón, Taiwán, Singapur, Hong Kong (luego integrado a China), Tailandia, Corea del Sur y hasta Viet Nam. Después China e India. En América Latina, Chile y Brasil, entre otros.
¿Son de izquierda, son de derecha? Sería absurdo definirlos. Simplemente aplicaron estrategias integrales de desarrollo. Y sus resultados contrastan con los de los comunistas. Con la pobreza y marasmo de Cuba, Camboya, Corea del Norte. O de las suicidadas URSS y países tras la cortina de hierro. O de la ex comunista China, que irónicamente encontró la puerta de salida al comunismo… en el capitalismo. El comunismo es la filosofía del fracaso. ¿Qué opinan de esta afirmación los defensores de esta “revolución”?
En su libro, La sociedad postcapitalista, Peter Drucker analiza los cambios que afectan a la política y la economía en las sociedades de hoy. Plantea que los cambios del capitalismo se orientan a lo social, a la innovación y al conocimiento. Afirma Drucker, que hace pocos decenios el mundo “sabía” que el futuro era marxista. Y que hoy todos sabemos que el postcapitalismo… no será marxista.
O sea, que si nos guiamos por el estado del arte de los cambios de las sociedades, el marxismo es ya una “trucutulenta” teoría. Y quienes lo propongan, están ofreciendo dinosaurios para el siglo XXI.
Pero como vivimos y palpamos todos los días, no es suficiente que el marxismo sea demodé para librarnos de su aplicación en Venezuela. Primero porque lo están utilizando como una careta del totalitarismo. La meta de la “revolución” no es construir hombres nuevos (que siempre terminan en hambres nuevas), sino permanecer para toda la vida en el poder, tal como Fidel, Stalin, Mao o tanto “marxista” que ha gobernado al mundo. Y los totalitarismos, no pasan de moda.
Creer que es suficiente el “anti” para superar esta fatídica “revolución” es como quedarnos dormidos y repetir el cortísimo cuento de Monterroso: “Cuando me desperté, el dinosaurio seguía allí”.
Llegó el anochecer de esta “revolución”. ¿Quién lo duda? Nuestro deber es procurar un amanecer próspero. Y la única herramienta es una estrategia integral que contemple acabar con la pobreza mediante políticas sociales, servicios, educación, empleos, empresas, confianza, libertad. Es imperativo alimentar las nuevas horas, para no repetir la historia.
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