José I. Moreno León *
Indonesia alcanzó su independencia hace menos de siete décadas, luego de una accidentada historia de muchos años en los que ese territorio fue escenario de frecuentes conflictos entre hispano-portugueses, holandeses e ingleses, con cruentas revueltas anticoloniales. La naciente nación fue invadida por Japón en 1942 durante la Segunda Guerra Mundial, pero los invasores nipones, en un gesto de supuesta “hermandad asiática” dieron la libertad a varios líderes nacionalistas presos entre los que se encontraba Achmed Sukarno, quien en agosto de 1945, cuatro días antes de la Capitulación de Japón, fue investido con poderes especiales para organizar al gobierno local. Finalmente, el 17 de agosto de ese mismo año Indonesia se constituyó como república independiente y, luego de varias vicisitudes que pusieron en peligro su soberanía, se consolidó definitivamente bajo el liderato de Sukarno en 1954, cuyo gobierno se caracterizó por el desarrollo de planes nacionalistas para elevar el nivel de vida de los habitantes de ese archipiélago densamente poblado y con uno de los mayores indicadores de pobreza del planeta. Estos planes incluían la constitución de la empresa estatal petrolera PERTAMINA y la nacionalización del petróleo en 1965, como estrategia fundamental para impulsar la nueva política económica, que por su orientación izquierdista generó fuertes resistencias en grupos militares y en otros factores de poder afectados, quienes provocaron el derrocamiento de ese gobierno por el general retirado Mohammad Suharto líder del ala derechista militar el cual emprendió una feroz represión contra los seguidores de Sukarno, causando más de 100 mil muertes entre militares y civiles, asumiendo formalmente el poder en 1966 y estableciendo un régimen autoritario, con fachada democrática, que duró 32 años, mediante sucesivas reelecciones fraudulentas, con un poder electoral controlado directamente por su gobierno. Suharto, bajo la consigna de “Un Nuevo Orden”, impulsó un programa de privatizaciones y de incentivos a la inversión extranjera con el apoyo de organismos como el Banco Mundial, pero que sirvió fundamentalmente para amparar numerosos escándalos de corrupción en los cuales se vieron involucrados gran parte de la cúpula militar y numerosos familiares cercanos del autócrata. Todo esto, unido al autoritarismo y la represión sanguinaria que caracterizó el régimen y a la crisis financiera asiática de 1997, que golpeó fuertemente la economía del país, forzó la renuncia de Suharto quien abandonó el poder en mayo de 1998.
El caso mas emblemático de manejo corrupto y anárquico de ese gobierno lo representó PERTAMINA, la empresa petrolera nacional en la que la ineficiencia y la corrupción que generó la interferencia gubernamental en la gestión de la misma, cambiando la meritocracia por la partidocracia y la militarización provocó el casi colapso de esa importante corporación. Por ello en las escuelas de negocios de prestigiosas universidades, el caso PERTAMINA se estudia para ilustrar como la politización y la ruptura de la cultura corporativa pueden llevar a la quiebra a una gran corporación. En efecto, Suharto desechando la gerencia profesional de la empresa, colocó en los puestos de mando mas importantes de la misma a familiares y connotados seguidores militares, fieles a su política del llamado “Nuevo Orden”, e igualmente, en apoyo a ese proyecto emblemático de su gobierno, desvió con fines populistas los objetivos de la empresa a la que se le asignaron programas de desarrollo de infraestructura, vivienda, campos de golf, empresas de transporte y, sobre todo mantener un significativo subsidio al mercado interno de los hidrocarburos. Todo ello causó un grave daño a la empresa, que se profundizó por la disminución de las reservas petroleras del país, los efectos de la crisis asiática, el enorme endeudamiento en el que había incurrido la misma como agente financiero y caja chica del régimen, y la gerencia ineficiente y corrupta. Como resultado PERTAMINA perdió mucho de su mercado de hidrocarburos y sufrió una profunda declinación como productor y exportador de petróleo y gas en el período 2000-2005, convirtiéndose en importador neto en 2004, con grave deterioro de su imagen corporativa.
El régimen de Suharto colapsó con sonados casos de genocidio y otras violaciones de derechos humanos y con notorios escándalos de corrupción en los que estuvieron involucrados miembros destacados de su camarilla militar, sus familiares y el mismo dictador quien amasó una fortuna superior a 15 mil millones de dólares, además de vastas propiedades en bienes raíces. Suharto, manipulando la influencia que aún ejercía en los poderes públicos, evitó ser enjuiciado alegando enfermedad hasta su muerte el 27 de enero de 2008. El fantasma de PERTAMINA se asoma en nuestro país cuando observamos con preocupación el rumbo que ha tomado nuestra industria petrolera y su casa matriz con su dualidad de funciones, horizontalidad en su estructura de negocios, su poco transparente administración y compromisos como agente financiero del gobierno que la está llevando a un astronómico endeudamiento, comprometiendo el futuro de nuestra producción y exportaciones petroleras y por ende el futuro del país.
Director General del CELAUP
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