Rafael Gallegos
¿Se hará rutina el cierre de empresas en Venezuela por no disponer de dólares, con la consecuente secuela de desempleo, escasez y hambre? ¿Seguiremos el camino cubano del aislamiento? ¿Por qué si somos el país con más recursos por habitante en América Latina tenemos que sufrir esas limitantes de divisas? ¿Será el control de cambio permanente una estrategia de dominación? ¿Será que quieren parafrasear a Arquímedes con aquello de dadme el control de los dólares y controlaré a todos los venezolanos?
Porque la divisa está presente a lo largo de todo el consumo. La camisa – o blusa- que usted carga puesta, así sea de tela nacional y diga Made in Venezuela, seguramente ha requerido de dólares para su fabricación. Los hilos, la máquina de coser, la aguja o la patente, deben ser de de procedencia foránea. Igual sucede con los vehículos, las medicinas, las computadoras, el televisor, los libros, las bebidas alcohólicas, los alimentos, las viviendas. El mundo se ha convertido en un pañuelo. El Internet borra las fronteras. La mayoría de los productos abarcan para su fabricación hasta una docena de países como sede de su diseño, la tecnología, la elaboración de sus partes y su mercadeo. Y ese tránsito requiere de libre flujo de divisas.
Los países exitosos generan dólares aplicando estrategias de desarrollo. El estímulo a las empresas privadas, a inversiones nacionales y extranjeras, la educación para la productividad. Su realidad les ubica como lema: “exportación o muerte”. Por el contrario, esta “revolución” pareciera empeñarse en hundir la empresa privada, invadir y confiscar lo que produzca. Todo en nombre de un socialismo retrógrado, cuyo monumental fracaso lo expresan la caída del muro de Berlín o el retorno de China hacia el capitalismo. Y los comunismos que quedan de pie como Cuba, Camboya, o Korea del Norte, son tan pobres que, irónicamente, no podrían sobrevivir sin el auxilio del capitalismo.
Aunque usted no lo crea, el socialismo venezolano sí estimula la empresa privada; pero no la nuestra, sino la de otros países como Argentina, Colombia, Estados Unidos, Brasil o Rusia que sí tienen las pilas bien puestas para ganarse los dólares con su trabajo capitalista. Ser rico es malo… pero en Venezuela. Los deslenguados dicen que los oligarcas de los países que nos venden sus mercancías hacen manifestaciones con afiches: abajo la oligarquía… venezolana. Mientras tanto, nos entra en agonía el azúcar yaracuyano, disminuyen las vacas del llano y quiebra la mitad de nuestras empresas. Es el bombilloporchismo – luz para la calle y oscuridad para la casa- como política fundamental para lograr el desideratum de de esta “revolución”: un Mesías para toda la vida.
¿CONTROL DE DIVISAS ES CONTROL DE LA GENTE?
La demagogia es pan para hoy y hambre para mañana. Como el padre que a objeto que el hijo no se ponga malcriado, le da la plata de pagar la luz para que vaya al cine. Y todos felices, hasta que… les cortan la luz. Este gobierno, en su infinita demagogia –hasta que nos corten la luz- se ha ocupado de repartir dólares irresponsablemente. Puro maná. Han despilfarrado 900.000 millones de dólares. Casi cien planes Marshall, que sirvió para reconstruir a Europa después de la guerra. Y revisemos, ¿qué han logrado?
La única estrategia que se le ocurrió con los dólares fue el control de cambio. Una acción transitoria que han implantado en forma permanente. Como esos puentes de guerra que se instalan de manera provisional y duran décadas hasta que se derrumban, trayendo a veces consecuencias desastrosas.
Con el control de cambio se ha sobrevaluado en dos o tres veces nuestro signo monetario, se han generado los más altos índices de inflación y desempleo de América Latina, así como escasez de alimentos, decadencia empresarial, quiebras. Y ahora por retraso y recorte de divisas, cierres de industrias con su carga de botados y por lo tanto, de hambre.
¿A dónde vamos a llegar? ¿Para qué sirve tanto control? ¿Será parte de la estrategia de crear un país-marasmo como Cuba, donde todos dependamos del gobierno y de la tarjeta de racionamiento? ¿Por qué si es tan importante para la calidad de vida de los venezolanos la producción y buena utilización de las divisas, el gobierno camina en la dirección contraria? Hay que tener en cuenta que el petróleo no es eterno. Ya Japón sacó 400.000 unidades de un carro híbrido. El que tenga ojos que vea esa peligrosa señal. Somos la última generación petrolera. Es imperativo afinar la estrategia para generar dólares. No disponer de ellos significa escasez, empresas cerradas, neveras vacías, hambre. La verdad es que como en la telenovela, sin dólares no hay paraíso, a menos que sea el desastroso paraíso socialista… o claro, el de Perito Moreno, para los por ahora dueños del maná.
¿Se hará rutina el cierre de empresas en Venezuela por no disponer de dólares, con la consecuente secuela de desempleo, escasez y hambre? ¿Seguiremos el camino cubano del aislamiento? ¿Por qué si somos el país con más recursos por habitante en América Latina tenemos que sufrir esas limitantes de divisas? ¿Será el control de cambio permanente una estrategia de dominación? ¿Será que quieren parafrasear a Arquímedes con aquello de dadme el control de los dólares y controlaré a todos los venezolanos?
Porque la divisa está presente a lo largo de todo el consumo. La camisa – o blusa- que usted carga puesta, así sea de tela nacional y diga Made in Venezuela, seguramente ha requerido de dólares para su fabricación. Los hilos, la máquina de coser, la aguja o la patente, deben ser de de procedencia foránea. Igual sucede con los vehículos, las medicinas, las computadoras, el televisor, los libros, las bebidas alcohólicas, los alimentos, las viviendas. El mundo se ha convertido en un pañuelo. El Internet borra las fronteras. La mayoría de los productos abarcan para su fabricación hasta una docena de países como sede de su diseño, la tecnología, la elaboración de sus partes y su mercadeo. Y ese tránsito requiere de libre flujo de divisas.
Los países exitosos generan dólares aplicando estrategias de desarrollo. El estímulo a las empresas privadas, a inversiones nacionales y extranjeras, la educación para la productividad. Su realidad les ubica como lema: “exportación o muerte”. Por el contrario, esta “revolución” pareciera empeñarse en hundir la empresa privada, invadir y confiscar lo que produzca. Todo en nombre de un socialismo retrógrado, cuyo monumental fracaso lo expresan la caída del muro de Berlín o el retorno de China hacia el capitalismo. Y los comunismos que quedan de pie como Cuba, Camboya, o Korea del Norte, son tan pobres que, irónicamente, no podrían sobrevivir sin el auxilio del capitalismo.
Aunque usted no lo crea, el socialismo venezolano sí estimula la empresa privada; pero no la nuestra, sino la de otros países como Argentina, Colombia, Estados Unidos, Brasil o Rusia que sí tienen las pilas bien puestas para ganarse los dólares con su trabajo capitalista. Ser rico es malo… pero en Venezuela. Los deslenguados dicen que los oligarcas de los países que nos venden sus mercancías hacen manifestaciones con afiches: abajo la oligarquía… venezolana. Mientras tanto, nos entra en agonía el azúcar yaracuyano, disminuyen las vacas del llano y quiebra la mitad de nuestras empresas. Es el bombilloporchismo – luz para la calle y oscuridad para la casa- como política fundamental para lograr el desideratum de de esta “revolución”: un Mesías para toda la vida.
¿CONTROL DE DIVISAS ES CONTROL DE LA GENTE?
La demagogia es pan para hoy y hambre para mañana. Como el padre que a objeto que el hijo no se ponga malcriado, le da la plata de pagar la luz para que vaya al cine. Y todos felices, hasta que… les cortan la luz. Este gobierno, en su infinita demagogia –hasta que nos corten la luz- se ha ocupado de repartir dólares irresponsablemente. Puro maná. Han despilfarrado 900.000 millones de dólares. Casi cien planes Marshall, que sirvió para reconstruir a Europa después de la guerra. Y revisemos, ¿qué han logrado?
La única estrategia que se le ocurrió con los dólares fue el control de cambio. Una acción transitoria que han implantado en forma permanente. Como esos puentes de guerra que se instalan de manera provisional y duran décadas hasta que se derrumban, trayendo a veces consecuencias desastrosas.
Con el control de cambio se ha sobrevaluado en dos o tres veces nuestro signo monetario, se han generado los más altos índices de inflación y desempleo de América Latina, así como escasez de alimentos, decadencia empresarial, quiebras. Y ahora por retraso y recorte de divisas, cierres de industrias con su carga de botados y por lo tanto, de hambre.
¿A dónde vamos a llegar? ¿Para qué sirve tanto control? ¿Será parte de la estrategia de crear un país-marasmo como Cuba, donde todos dependamos del gobierno y de la tarjeta de racionamiento? ¿Por qué si es tan importante para la calidad de vida de los venezolanos la producción y buena utilización de las divisas, el gobierno camina en la dirección contraria? Hay que tener en cuenta que el petróleo no es eterno. Ya Japón sacó 400.000 unidades de un carro híbrido. El que tenga ojos que vea esa peligrosa señal. Somos la última generación petrolera. Es imperativo afinar la estrategia para generar dólares. No disponer de ellos significa escasez, empresas cerradas, neveras vacías, hambre. La verdad es que como en la telenovela, sin dólares no hay paraíso, a menos que sea el desastroso paraíso socialista… o claro, el de Perito Moreno, para los por ahora dueños del maná.
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