domingo, 9 de mayo de 2010

LA MANO VISIBLE

Rafael Gallegos


Pocas manos tan desprestigiadas como la llamada mano invisible de Adam Smith. Y tal vez con mucha razón. En el nombre de esa mano se han pagado salarios de hambre, cobrado exorbitantes intereses bancarios y ampliado hasta el escándalo la brecha entre ricos y pobres. Los usureros y los explotadores la han usado como estandarte. Algunos han arengado a las masas con esa mano, en el nombre de la libertad, olvidando aquella frase tan impactante: “decir a un hombre que es libre sin que tenga un pedazo de pan con qué comer, es como dejar a un náufrago en el medio del mar y decirle que es libre de llegar nadando hasta la costa”. Sin embargo, en descargo de esa mano invisible, es necesario argumentar que durante la explosión de productividad que significó la Revolución Industrial, su uso se asoció a aquel estilo gerencial de “dejar hacer dejar pasar” y el resultado fue un gigantesco progreso en Inglaterra, y paulatinamente en toda Europa, que dio paso a la modernidad y permitió en los albores del siglo XX, niveles de calidad de vida en esos países, ni siquiera soñados por las generaciones anteriores. Entonces… ¿la mano invisible es buena o es mala?, podrá preguntar con toda razón, algún querido lector. Y como en todas las manos, su uso depende del cerebro que las maneje. Sentido común. Equilibrio entre el estado y el mercado, como diría el admirado Teodoro Petkoff. Y sobre todo, estrategias de desarrollo, gerencia, gerencia y… más gerencia.


La mano invisible de Adam Smith, es la más “peluda” de que se tenga memoria. Los políticos demagogos la utilizan como el “coco” para asustar a los defensores de la empresa privada y peor, para justificar los excesivos controles del estado, las intervenciones, las expropiaciones. En Venezuela, para los “revolucionarios” es una excusa para sus “rescates”, “recuperaciones”, controles de precio por debajo del costo y todas esas medidas tan llenas de autoritarismo.


SUICHE A SUICHE, LA PRODUCTIVIDAD SE APAGA

Los venezolanos padecemos de otra mano, la mano visible. Aparece tanto en nuestra cotidianidad que podemos decir como los maracuchos: sale más que el muerto de la “quebraita”, y de paso, funge como el verdadero “coco” de la productividad nacional.


Lo grave de la mano visible, es que está apagando la productividad nacional, en las narices de todos nosotros. En el nombre del pueblo y al son de “exprópiese” ha “rescatado” centenares de haciendas productivas y las ha arruinado. Como resultado, la producción agropecuaria ha disminuido significativamente y de cubrir la casi totalidad del consumo cárnico, hemos pasado a importar más del 60 %. ¿Y a esto le llaman “revolución”? De 11.000 empresas, hemos pasado a 7.000 en doce años gracias a la mano visible, que se manifiesta también como inseguridad para los empresarios. ¿Dónde podrá trabajar el “pueblo”? ¿Los empleados y obreros de la Polar de Barquisimeto, o los de La Francia, o los de la costa oriental del lago, o los 23.000 expulsados de PDVSA al ritmo de “yo provoqué el paro”, deberán agradecer a la mano visible la “erialización” de Venezuela?


La mano visible va instalando su comunismo por cuotas. Apagando uno a uno los suiches de la productividad nacional. El cemento, el petróleo, las industrias básicas, las haciendas, las industrias, los comercios, la electricidad, las autopistas, el turismo internacional. Los reyes del apagón y tienen el valor de dar a entender que imitan a Dios con aquello de hágase la luz y la luz fue hecha. Todas las áreas de producción están infinitamente peores que hace doce años. Entonces, ¿para qué ha servido tanta revolución? ¿Para desmontar la producción nacional? ¿Es justo que nuestros jóvenes tengan que graduarse con un pasaje en la mano?


¿Están jugando al caos o esto es producto de tanta incapacidad gerencial? ¿Será a propósito para instaurar en Venezuela el marasmo cubano? Tiene razón Raúl Castro, a este paso los estantes de nuestros supermercados pronto serán “la misma cosa” que los famélicos estantes cubanos. ¿La carestía general y la escasez de carne, harina pan, de margarina, de leche líquida y de tantos rubros… es la cuota inicial del comunismo?


Cuentan los deslenguados que en un supermercado, un filósofo dijo ante tanta escasez: caramba esto parece una economía de guerra. Una ama de casa que por allí pasaba oyó y dijo: no doctor, esto no es guerra, es comunismo.


“La mano que escribe es igual a la mano que ara. ¡Qué siglo de manos!” dijo el poeta Rimbaud. Y eso que no supo nada acerca de la “mano visible”, que es la misma que escribe, la misma que ara, la misma que picha y sobre todo, la dueña del portentoso dedo. Y de la batuta a cuyo ritmo aplauden algunas focas, creyendo que eso es el “foquismo” del Ché. La mano de Smith… quedó para los muchachos.


PD: Felicitaciones a todas las madres de Venezuela en su día.


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