Es una ofensa al sentido común esa conseja de que el gobierno ha fracasado en lo económico y ha triunfado en lo social. Como si ambas soluciones pudieran marchar separadas. Para salir victoriosos en lo social, es imperativo triunfar en lo económico… y viceversa. El ser humano ni es social, ni es ambiental, ni es económico. Es integral, todos esos factores a la vez. Pensar que un pueblo puede avanzar socialmente sin hacerlo económicamente, equivale a creer en la viabilidad de un hogar donde el padre pretende educar bien a los hijos porque los envía al colegio, mientras no les da comida… o les da comida mientras no los envía al colegio. No señor, el ser humano es integral y así deben ser las soluciones a su problemática. Ya está bueno de tapar goteras en casas al borde del barranco.
No se puede pretender que Venezuela esté en la vía de la prosperidad sólo porque se haya aumentado el número de pensionados, o porque distribuya más comida a precios populares, si ese mismo pueblo no tiene donde trabajar porque han cerrado, y saquen las cuentas que no exagero, centenares de miles de puestos de trabajo en la industria y en el campo. ¿En que empresas trabajarán los pobres para poder comprar comida? Tampoco se puede pensar que los venezolanos han superado la pobreza mientras sobreviven en un rancho insalubre. La “revolución” – el gobierno menos constructor en las últimas décadas- no ha fabricado viviendas dignas para paliar el pavoroso déficit habitacional. A menos que intenten que creamos la falacia de seres humanos llenos de prosperidad viviendo en favelas.
Esta “revolución” se jacta de haber reducido la pobreza, mientras los ranchos en Caracas se incrementan día a día, al igual que en toda Venezuela, los chipos, la tuberculosis, el dengue y otras plagas que hace toneladas de años, cuando estudiábamos primaria, nos las enseñaban como desaparecidas. Los deslenguados ya hablan de
¿Se puede superar la pobreza en medio de este creciente desempleo? Para que los venezolanos tengan un buen trabajo, se requiere que existan empresas capaces de ofrecerlo, y esto se da cuando hay inversiones, seguridad, leyes y el respeto del gobierno a los empresarios. ¿De qué país está usted hablando?, me podrá inquirir algún lector. Para salir de la pobreza, los seres humanos requieren acceso a viviendas con servicio de aguas blancas y aguas servidas, a alimentación, educación, salud. Todo lo contrario de lo que acontece en Venezuela. Aquí, la pregonada superación de la pobreza va resultando una farsa, al mejor estilo griego.
ESCASEZ DE DÓLARES… ES POBREZA
Las sociedades modernas requieren dólares para salir de la pobreza. Los países donde hay más alto nivel de vida son los que tienen mayor PIB por persona. Y por supuesto, es imperativo gerenciar esos recursos mediante estrategias de desarrollo y eficientes políticas sociales. El dólar está presente en todos nuestros bienes y servicios. Revise la camisa que carga puesta. Por más que la etiqueta diga made in Venezuela, la tela debe ser importada y si no lo es, lo será el hilo. Y seguramente la máquina con que se fabricó esa camisa es importada, o sea se pagó en dólares. Y los repuestos de la máquina, también requieren divisas. Todos los bienes y servicios, por más nacionales que aparenten ser, dependen del dólar en alguna medida. Y ni hablar de las computadoras, del Internet, del transporte, las medicinas. La prosperidad de las sociedades modernas la dicta la velocidad con que sean capaces de producir dólares. Por ello, la crisis del dólar que vivimos los venezolanos, inducida por tanta ineficiencia, se reflejará… en más pobreza.
La escasez de divisas, genera inflación, afecta su presupuesto y su calidad de vida. Verdades de Perogrullo. ¿Se puede jactar la “revolución” de acabar con la pobreza mientras somos el país (que vergüenza) con segunda inflación del mundo? Los demás países de América tienen dólar libre y su inflación raya en un dígito. ¿Entonces?, ¿para qué sirvió tanto control? Lo único que ha generado… es pobreza.
Hemos llegado al final de la larga arruga: dividir a los venezolanos, insultar empresarios, machetear la producción agrícola, controlar el dólar, “recuperar”, “invadir”, expropiar, incrementar la burocracia hasta límites los límites de solvencia del Estado. La “nacionalización” de Guayana, llevó a las empresas básicas a su mínima expresión. Aunque usted no lo crea,
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