Alberto Quiros Corradi
El modelo, aún vigente, para la distribución del ingreso petrolero entre los ciudadanos ya había colapsado cuando el actual Presidente de la república se abrogó el derecho de intervenir personalmente en la operación de PDVSA. Chávez dijo: “como es posible que en la antigua PDVSA yo no podía despedir a nadie”. En efecto, así era porque así es como debe ser. La empresa tiene sus normas, sus procedimientos, sus premios y sus castigos. El presidente no puede despedir trabajadores.
El modelo, aún vigente, para la distribución del ingreso petrolero entre los ciudadanos ya había colapsado cuando el actual Presidente de la república se abrogó el derecho de intervenir personalmente en la operación de PDVSA. Chávez dijo: “como es posible que en la antigua PDVSA yo no podía despedir a nadie”. En efecto, así era porque así es como debe ser. La empresa tiene sus normas, sus procedimientos, sus premios y sus castigos. El presidente no puede despedir trabajadores.
Para cambiar al modelo hay que establecer inequívocamente que el subsuelo pertenece a la Nación (todos nosotros) y no al Estado (la representación política y jurídica de la Nación). El día que la Constitución consagre este principio, el petróleo, por primera vez desde su descubrimiento, será de verdad de todos.
Pero esto conlleva un cambio de paradigma. Nuestra historia es de autocracias. Desde Bolívar, pasando por la Guerra Federal con Zamora. Guzmán Blanco. La revolución de Castro-Gómez. López Contreras que comenzó la transición hacia la democracia aunque conservó el poder casi absoluto de la presidencia. Medina sigue la ruta hacia la democracia pero sin dar el último paso: la elección directa y secreta del Presidente de la República. Seguidamente la revolución de octubre de 1945 da un salto cuántico hacia la democratización de la sociedad pero el poder ejecutivo, de hecho, mantiene su poder, en mayor o menor grado, sobre los otros poderes del Estado. Luego viene la dictadura de Pérez Jiménez y después presidentes como Betancourt, Caldera y CAP fueron líderes fuertes y hasta autocráticos que mantuvieron la preeminencia del poder ejecutivo. Pero, aún bajo presidentes menos caudillescos como Leoní, Herrera Campins, Lusinchi y Velásquez, el verdadero poder se mantuvo en cabeza del Presidente.
En lo distributivo no se ha cambiado el modelo, ni antes ni después de la estatificación petrolera. Es el Estado, no la Nación quien decide cómo se reparte el ingreso del petróleo. Lo que ha cambiado es el modelo operativo: concesiones, PDVSA, empresas mixtas.
El nuevo modelo tendrá que acercar el ciudadano al petróleo, para que reciba directamente, una parte del ingreso petrolero que por derecho le corresponde. En este modelo el Estado pasa a ser el servidor de la nación y a gobernar por delegación expresa de la ciudadanía. Esta nueva cultura política requiere reemplazar al héroe-hombre fuerte en el imaginario nacional por el poder ciudadano. Bajo este esquema, algunos artículos de la Constitución vigente que leen “el Estado se reserva…” no podrán incluirse. El Estado no puede reservarse nada y un recurso como el petróleo sólo lo podrá administrar por mandato de la nación bajo un sistema que le permita a la ciudadanía expresar su opinión.
Hay ya propuestas de nuevos modelos distributivos. Entre ellas la precursora fórmula Monaldi-Quirós (un Fondo con un porcentaje de acciones de PDVSA. Recibe los dividendos. Invierte y reparte parte de la ganancia a los ciudadanos mayores de 18 años). Otra es la más reciente y agresiva de Luis Roberto Rodríguez (todos los ingresos del petróleo van a un sólo Fondo. Se establecen normas para la elaboración del presupuesto nacional, la creación de cuentas bancarias petroleras para cada ciudadano y el eventual reparto parcial de las ganancias del Fondo entre los ciudadanos). Pero lo verdaderamente prioritario es que cuando llegue la hora del cambio entendamos que para que cualquier nuevo modelo funcione tenemos que tener un país de ciudadanos, sin héroes ni hombres fuertes en el poder.
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