Parece que los seres humanos somos poco aficionados a la historia y por ello cometemos los mismos errores tanto en decisiones económicas y personales, como en política. Finaliza el año con una crisis económica de alcance mundial, la corrupción se globalizó, se amplió la brecha entre los que tienen y los que no tienen y nuestro maltrecho planeta se sigue calentando. Además, continuamos sin resolver la crisis política que afecta a muchos países, entre ellos al nuestro.
Quienes estudian los ciclos económicos estaban atentos a la llegada de una época de vacas flacas, pero seguramente no la esperaban en este momento y mucho menos advirtieron la magnitud de la misma. Los años de vacas gordas indujeron una desaparición de la prudencia en las inversiones y un menor control por parte de los organismos responsables de las regulaciones. Esta actitud irresponsable explica desde el cierre de plantas ensambladoras de vehículos en Canadá, hasta la quiebra de bancos por realizar préstamos sin ningún respaldo y que alguien como Madoff haya cometido una estafa financiera en varios países de unos cincuenta mil millones de dólares.
En el orden político, siguen sin resolverse los conflictos en el Oriente Medio y el terrorismo continúa siendo una grave amenaza, llámese ETA, FARC o de grupos fanáticos del Islam. Además, algunos pueblos de países no desarrollados todavía creen en la utopía marxista. El Salvador y quizá Panamá parecieran ser los próximos que seguirán los pasos equivocados de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba y Venezuela. Es de prever que la crisis económica incidirá en la orientación política de otros países subdesarrollados.
¿Cómo afectará esta situación a Venezuela? Lamentablemente no fuimos previsores como Noruega, país que desde hace años creó un Fondo Petrolero para estabilizar su economía y protegerla de la época de precios bajos. Aquí derrochamos dentro y fuera de nuestras fronteras y las consecuencias serán muy graves para los estratos pobres y para la clase media. Tendremos menos ingresos petroleros y habrá cada vez menor inversión privada, ahuyentada por la inseguridad jurídica producto de los desvaríos del teniente coronel lenguatón.
Algunos analistas piensan que el deterioro de nuestra economía determinará un gran debilitamiento del régimen, el cual tendrá limitaciones para sus dádivas internas y externas. En lo personal tengo mis dudas, ya que seguirá apelando a las emociones y a la confrontación social. Elevará los impuestos y tomará decisiones más radicales en contra de la propiedad privada, todo lo cual puede agradarle a algunos sectores que lo apoyan. Al final todos seremos perjudicados si se prolonga la crisis. Ello obliga a que los demócratas nos dispongamos con mayor ahínco a derrotar la nueva propuesta de violación de la Constitución. Organizarnos para un triunfo rotundo del NO es mucho más realista que esperar sentados a que la crisis económica lo devuelva a los corrales. Ello implica que partidos y sociedad civil nos unamos, deponiendo diferencias y recelos. Se hace imprescindible crear una Dirección Política que oriente las acciones a seguir y constituir un amplio comando de campaña con participación de los partidos, grupos organizados de ciudadanos y organizaciones no gubernamentales como Súmate y Esdata. El pasado 23 de noviembre nos tocó presenciar actitudes de militantes de partidos reñidas con la necesidad de trabajar en equipo. Esto no debe repetirse. La crisis económica incrementará la pobreza mundial. Venezuela no será inmune, por lo que debemos prepararnos para inducir el mejor escenario posible. Feliz Año 2009. La Gente del Petróleo seguiremos presentes y comprometidos.