Rafael Gallegos
2 DE DICIEMBRE: Se prepara el pitcher, lanza, durísimo, strike el primero. El bateador protesta. Insulta al umpire y al pitcher simultáneamente. Su capacidad de insulto asombra. ¡Qué lengua! Los novatos desde la banca lo secundan. Más jóvenes que él, más rápidos que él y con mejores técnicas que él, no juegan nunca. El bateador y dueño del equipo no los deja. Primer bate yo, segundo bate yo, tercer bate yo. El bateador insiste en su protesta. El público le grita: cállate y batea. Él contesta: fue un strike pírrico, mierpiiii, mierpiiii, mierpiiii. El coach le dice al bateador: deja las groserías y reconoce el strike porque si no te saco del juego.
23 DE NOVIEMBRE: Lanza nuevamente el pitcher, strike el segundo. El bateador y dueño del estadio, de los bates, jefe de los umpires, novio de la madrina, empleador de los coach y vendedor de las entradas, reconoce el strike. Pero, le quita “su” pelota al pitcher. Ve a ver cómo vas a pitchar – le dice.
LA ENMIENDA 2009: A un strike de la victoria, lanza el pitcher… abanicó y seeeeee ponchó. El bateador insulta al umpire y le tira el bate, éste se soba y dice no me dolió. El bateador, furioso, se quita la gorra, la tira contra el piso y empieza a brincar arriba de ella, ante una estruendosa pita de los aficionados. El bateador se enfurece y comienza a hacerle la señal de costumbre al público. Son señales revolucionarias - dice el abogado del ponchado – a la vez que reinterpreta el reglamento y dice que de ahora en adelante para ponchar a un jugador se le deberían hacer cuatro strikes en lugar de tres. Los árbitros oyen y se asombran. Lucen visiblemente nerviosos. Los periodistas le dicen al abogado: eso no es posible y contraría los reglamentos. ¿Dónde dice que eso de los tres strikes no se puede cambiar? – inquiere el abogado - y que quede claro, no es por este bateador -continua - sino para darle más oportunidad a cualquier jugador. Eso de tres strikes era antes, cuando el dueño del equipo imponía las reglas jugando dominó y bebiendo güisqui caro en su casa, ahora el número de strikes los decide el pueblo. ¿Cuál pueblo, el que está pitando? – le pregunta el periodista. ¿Y quien te dijo que esos que pitan son pueblo? – responde el abogado - no te confundas, esos que pitan son los ricos que pueden comprar entradas para el juego. “¿Ricos en las gradas?”, se pregunta el periodista.
Los árbitros se reúnen de emergencia para estudiar eso del cuarto strike. Llaman al imparcial Tribunal Disciplinario. Éste tarda un poco en llegar porque está ocupado imputando al pitcher, por incitación al enfurecimiento del bateador. El Tribunal Disciplinario se solidariza con los conceptos emitidos por el abogado del bateador ponchado, que ya no es ponchado sino víctima de un sistema de pitcheo inventado en el seno mismo del imperio. Babe Ruth go home, gritan desaforados.
El Tribunal Disciplinario determina que el bateador no está ponchado y procede a enmendar el reglamento de béisbol: primero, se poncharán con cuatro strikes; segundo: el equipo bateador tendrá que aprobar al pitcher o en su defecto seleccionar uno; tercero: en caso de hacerse un cuarto strike, el abogado del equipo podrá enmendar los reglamentos siempre y cuando sea en el espíritu de satisfacer al pueblo (no a los oligarcas de las gradas) y quinto: el dueño del equipo podrá batear las veces que quiera.
El equipo contrario puso el juego bajo protesta y el Tribunal Disciplinario le dijo: no a lugar. Entonces se fueron a las Grandes Ligas y les mostraron las insólitas enmiendas a los reglamentos. No lo podían creer. En cien años – dijeron- esto no ha sucedido. Son tres strikes para un ponche y punto – finalizaron.
Como respuesta, el bateador forever procedió a fundar el ALBA: Asociación Latinoamericana de Beisbolistas Autoritarios. “Uh - ah no lo vas a ponchar”, decían los países miembros mientras limosneaban guantes y bates y pelotas nuevecitas. ¿Y cómo se llamará ese nuevo deporte?, decían en todo el mundo. Porque béisbol… no es.
PREGUNTAS SIN ENMIENDA
1.- Si el gobierno pierde, ¿estarán ponchados o podrán hacer otro referéndum?
2.- Si el gobierno gana, ¿la oposición podrá proponer otra enmienda pidiendo un período de tres años?
3.- Si el Presidente se vuelve a lanzar, ¿abusará de los medios del estado, de la licuefacción de poderes, de su poder en el árbitro, de la lista tascon y etc. etc. etc. para apabullar a su rival?
4.- Tanto ventajismo… ¿es democracia?
5.- ¿Cuando un boxeador pelea con un brazo amarrado… ¿eso es boxeo?
6.- Y el pueblo… ¿qué dice?
7.- ¿Y cuándo se dedicarán a arreglar los problemas de los pobres de Venezuela?
8.- ¿Por qué dice que es la única garantía de paz y se la pasa en guerra con los venezolanos?
9.- ¿Cómo votaría el Libertador?
10.- ¿Esto es lo que usted quiere para Venezuela?
2 DE DICIEMBRE: Se prepara el pitcher, lanza, durísimo, strike el primero. El bateador protesta. Insulta al umpire y al pitcher simultáneamente. Su capacidad de insulto asombra. ¡Qué lengua! Los novatos desde la banca lo secundan. Más jóvenes que él, más rápidos que él y con mejores técnicas que él, no juegan nunca. El bateador y dueño del equipo no los deja. Primer bate yo, segundo bate yo, tercer bate yo. El bateador insiste en su protesta. El público le grita: cállate y batea. Él contesta: fue un strike pírrico, mierpiiii, mierpiiii, mierpiiii. El coach le dice al bateador: deja las groserías y reconoce el strike porque si no te saco del juego.
23 DE NOVIEMBRE: Lanza nuevamente el pitcher, strike el segundo. El bateador y dueño del estadio, de los bates, jefe de los umpires, novio de la madrina, empleador de los coach y vendedor de las entradas, reconoce el strike. Pero, le quita “su” pelota al pitcher. Ve a ver cómo vas a pitchar – le dice.
LA ENMIENDA 2009: A un strike de la victoria, lanza el pitcher… abanicó y seeeeee ponchó. El bateador insulta al umpire y le tira el bate, éste se soba y dice no me dolió. El bateador, furioso, se quita la gorra, la tira contra el piso y empieza a brincar arriba de ella, ante una estruendosa pita de los aficionados. El bateador se enfurece y comienza a hacerle la señal de costumbre al público. Son señales revolucionarias - dice el abogado del ponchado – a la vez que reinterpreta el reglamento y dice que de ahora en adelante para ponchar a un jugador se le deberían hacer cuatro strikes en lugar de tres. Los árbitros oyen y se asombran. Lucen visiblemente nerviosos. Los periodistas le dicen al abogado: eso no es posible y contraría los reglamentos. ¿Dónde dice que eso de los tres strikes no se puede cambiar? – inquiere el abogado - y que quede claro, no es por este bateador -continua - sino para darle más oportunidad a cualquier jugador. Eso de tres strikes era antes, cuando el dueño del equipo imponía las reglas jugando dominó y bebiendo güisqui caro en su casa, ahora el número de strikes los decide el pueblo. ¿Cuál pueblo, el que está pitando? – le pregunta el periodista. ¿Y quien te dijo que esos que pitan son pueblo? – responde el abogado - no te confundas, esos que pitan son los ricos que pueden comprar entradas para el juego. “¿Ricos en las gradas?”, se pregunta el periodista.
Los árbitros se reúnen de emergencia para estudiar eso del cuarto strike. Llaman al imparcial Tribunal Disciplinario. Éste tarda un poco en llegar porque está ocupado imputando al pitcher, por incitación al enfurecimiento del bateador. El Tribunal Disciplinario se solidariza con los conceptos emitidos por el abogado del bateador ponchado, que ya no es ponchado sino víctima de un sistema de pitcheo inventado en el seno mismo del imperio. Babe Ruth go home, gritan desaforados.
El Tribunal Disciplinario determina que el bateador no está ponchado y procede a enmendar el reglamento de béisbol: primero, se poncharán con cuatro strikes; segundo: el equipo bateador tendrá que aprobar al pitcher o en su defecto seleccionar uno; tercero: en caso de hacerse un cuarto strike, el abogado del equipo podrá enmendar los reglamentos siempre y cuando sea en el espíritu de satisfacer al pueblo (no a los oligarcas de las gradas) y quinto: el dueño del equipo podrá batear las veces que quiera.
El equipo contrario puso el juego bajo protesta y el Tribunal Disciplinario le dijo: no a lugar. Entonces se fueron a las Grandes Ligas y les mostraron las insólitas enmiendas a los reglamentos. No lo podían creer. En cien años – dijeron- esto no ha sucedido. Son tres strikes para un ponche y punto – finalizaron.
Como respuesta, el bateador forever procedió a fundar el ALBA: Asociación Latinoamericana de Beisbolistas Autoritarios. “Uh - ah no lo vas a ponchar”, decían los países miembros mientras limosneaban guantes y bates y pelotas nuevecitas. ¿Y cómo se llamará ese nuevo deporte?, decían en todo el mundo. Porque béisbol… no es.
PREGUNTAS SIN ENMIENDA
1.- Si el gobierno pierde, ¿estarán ponchados o podrán hacer otro referéndum?
2.- Si el gobierno gana, ¿la oposición podrá proponer otra enmienda pidiendo un período de tres años?
3.- Si el Presidente se vuelve a lanzar, ¿abusará de los medios del estado, de la licuefacción de poderes, de su poder en el árbitro, de la lista tascon y etc. etc. etc. para apabullar a su rival?
4.- Tanto ventajismo… ¿es democracia?
5.- ¿Cuando un boxeador pelea con un brazo amarrado… ¿eso es boxeo?
6.- Y el pueblo… ¿qué dice?
7.- ¿Y cuándo se dedicarán a arreglar los problemas de los pobres de Venezuela?
8.- ¿Por qué dice que es la única garantía de paz y se la pasa en guerra con los venezolanos?
9.- ¿Cómo votaría el Libertador?
10.- ¿Esto es lo que usted quiere para Venezuela?
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