No me gusta en absoluto usar el Discurso de Angostura como argumento central contra la enmienda. Me parece que encierra la pretensión de decirle al Ungido: “¿Tú no te las das de bolivariano? Pues oye lo que dice el prócer glorioso”. Es aceptar la figura de Bolívar como la del supremo hacedor que nos dice siempre adonde ir. Es posible que sea porque estoy cansado de Bolívar y de su utilización maniquea para justificar lo que nos conviene. No importa cuál sea el tema, siempre habrá una frase del Libertador que justifique nuestra posición. En respuesta, nuestro Iluminado arguye “contextos” y al final no se sacará nada en claro, habrá un Bolívar para cada uno.
Al mismo tiempo el Patriarca esgrime sus argumentos “La enmienda reafirma la soberanía del pueblo, él es quien elige y reelige a quien quiere”. A primera vista luce razonable, la soberanía es del soberano, aunque sea redundante. Pero el planteamiento deja muchas grietas: ¿Por qué la soberanía del pueblo se reduce sólo a Ti y olvida todos los otros cargos de elección popular? ¿Cuál es el respeto por la soberanía del pueblo cuando vuelves a sacar el tema a sólo un año de su negación y en medio de tantos problemas que tiene el país? ¿Cómo nos demuestras Tú que respetas la soberanía del pueblo?
Creo que por este camino se llega más directo al meollo del problema, porque nuestro Líder nos demuestra a diario que le importa un comino la soberanía del pueblo o, dicho de otra forma, le satisface dicha soberanía cuando le favorece. Su actitud ante los opositores recién elegidos lo demuestra con creces. Las cosas que están pasando en las alcaldías y gobernaciones opositoras son inaceptables en cualquier democracia por incipiente que sea. Las autoridades salientes saquean las dependencias y las funciones, en vez de acatar lo que les obliga la ley, que es presentar cuentas detalladas de su gestión. Y lo peor es que no pasa nada. Al gobernador del Táchira ni siquiera lo han dejado asumir ¿Dónde está el respeto a la soberanía popular?
Este comportamiento es el que aterroriza respecto a la enmienda, precisamente el desacato a la voluntad popular. Es fácil predecir que de ser rechazado en el nuevo referéndum intentará otro antes del 2012, siempre con patrañas de sus leguleyos y en medio de insultos y descalificaciones a la oposición. Pero hay muchas más preguntas en el camino: ¿Qué piensa hacer con los diputados opositores que ganen su curul en 2010 (Porque con seguridad habrá más de uno)? ¿Les arrancará la silla en la asamblea para que no puedan ejercer?
Al final, mucho peor que la enmienda es el comportamiento antidemocrático de quien la propone. Se podría imaginar qué pasaría si gana la enmienda pero pierde en 2012, ¿Qué haría? ¿Qué artificios legales inventaría entre las elecciones de diciembre 2012 y el día de febrero en que le toque entregar? Diría algo así como: Me rasparon en final pero voy a reparación, hay que hacer otras elecciones el 15 de enero.
Porque hay que tener clara una cosa, pase lo que pase en el referéndum de la enmienda, aquí no tendrá nuestro Héroe ni su cenit ni su Waterloo. Los que pensamos que un país debe depender de sus instituciones y no de un solo hombre daremos esta batalla y seguiremos luchando por la democracia y la convivencia desde el día siguiente, cualquiera que sea el resultado. Y nuestro Adalid debería comprender que cualquier triunfo en el referéndum se le volverá agua entre los dedos si su gobierno no atiende los problemas que nos agobian y amenazan con crecer hasta hacerse inmanejables.
El logro de una legalidad frágil para reelegirse no le servirá para llevarnos al comunismo, para eso se requiere dictadura. Y será en el momento de aplicarla abiertamente cuando le llegará su Waterloo.
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