La expresión "sueño americano" da a entender a Estados Unidos como un país de oportunidades, donde se pueden alcanzar altos estándares de vivienda, escuelas, salud, empleos, electrodomésticos, consumo básico, consumo superfluo, abundancia. Los inmigrantes, legales e ilegales, tienen ese "sueño americano" en mente cuando abandonan su lar nativo. Algunos triunfan. Otros, por el contrario terminan presos, deportados, o ven frustrados sus esfuerzos y no les queda sino asumir la ruda frase de la obra de Calderón de la Barca: "que la vida es sólo sueño y los sueños, sueños son". Sin embargo, ese sueño está allí y funge como guía de sobrevivencia.
Pero bajo ese sueño, se esconde como contrapartida, una "pesadilla americana". Consiste en el pánico de los norteamericanos a que los Estados Unidos se paralicen por falta de energía. Constructores del más portentoso complejo industrial de la historia, dependen del petróleo de países lejanos y conflictivos para movilizarse. Por ello, la no disponibilidad de petróleo, les constituye una amenaza mucho más probable de materializarse que la bomba atómica.
Y no se trata de elucubraciones, ya en 1973 el pueblo norteamericano sintió en carne propia como el embargo petrolero les afectó los bolsillos, generando incertidumbre, desempleo y altos precios en los estantes de los supermercados. De allí que en 1991 cuando Hussein invadió a Kuwait, aplaudieron la decisión de su gobierno de defender la "soberanía" de ese lejano país como si se tratara de Florida, California, o de cualquier estado de la Unión. Y hasta quisieron convertir en presidente de los Estados Unidos al "héroe" de esa guerra, el general Colin Powell. Y hoy, a pesar de haber desarrollado mayor eficiencia energética y de conocer mejor las formas de esta crisis, no pueden evitar asociar los altos precios y la dependencia petrolera con la caída financiera que los afecta.
¿INJUSTICIA divina?
Algunos discursos de los expertos petroleros norteamericanos plantean la injusticia, según la cual Dios puso en un lado del planeta el cerebro que construyera una sociedad de altísima tecnología y por otra parte, en tierras lejanas, colmadas de bárbaros, colocó la sangre que mueve ese portento de la humanidad. De allí, sus casi desesperados esfuerzos por desarrollar un combustible alterno al petróleo. Por eso es que el candidato presidencial Barak Obama, quien seguramente comparte la tesis de la injusticia divina, declaró que en pocos años no dependerán del petróleo. Pero eso, por ahora, es tan sólo un deseo. La realidad es que difícilmente el mundo tardará menos de dos décadas en sustituir la gasolina en los automóviles.
Por ello, a Venezuela se le presenta la gran oportunidad de desarrollar unos cuatro millones de barriles adicionales de potencial petrolero, para satisfacer los mercados internacionales, antes que nos llegue la inevitable era pos-gasolina, para la que si no nos preparamos desde hoy, nuestras vacas… serán flacas para siempre. Venezuela debe urgentemente elevar su producción de petróleo hasta seis o siete millones de barriles por día. Así dispondríamos de ingentes divisas que, bien utilizadas, nos permitirían enfrentar seriamente nuestro desarrollo. ¿Qué tal un "sueño venezolano" donde todos comamos, nos eduquemos, trabajemos y seamos felices? ¿Hasta cuándo vamos a dejar que Mesías, soliloquios, falsos silogismos, autoritarismo y retórica constituyan nuestro plan estratégico de desarrollo?
Hemos reducido dramáticamente nuestra producción petrolera, la eficiencia de nuestra principal industria desciende en barrena, paralelamente se dilapidan las divisas. Nos carcome el Efecto Venezuela. ¿Qué futuro nos espera? Además, hay que diseñar una petroquímica, que más allá de las cooperativas, que sea pivote de nuestra industrialización.
¿INDUSTRIA PETROLERA PARALELA?
Ante este pavoroso escenario, exijo a la Asamblea Nacional que nos convoque a todos los sectores de Venezuela para discutir el Estado actual y la "solucionática" de la industria petrolera venezolana. ¿Responderán asertivamente o dirán que como el maletín, el tema petrolero no es importante? Lo más probable es que hagan caso omiso. La verdad es que a este paso redoblado que llevan, la única historia que podrá absolverlos será si acaso esa sesgada, mesiánica y sobre todo cursi, que escriben en los textos escolares de la "revolución".
De no cumplir con su deber la Asamblea, llegó la hora de implantar una industria petrolera paralela, que dé cifras verdaderas, denuncie los derrames, incendios, daños y víctimas, asome estrategias gerenciales, promueva debates sobre nuestra gallina de los huevos de oro. Debemos evitar que hasta despiertos, nos atormente la "pesadilla venezolana" de dilapidar nuestros recursos y sobre todo… nuestro futuro.
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