Una
parte del tendido eléctrico de mayor potencia de Venezuela tiene un
enemigo que la mayoría desconoce: el excremento de las aves de rapiña
Ni el conductor que enfrentó el caos de
los semáforos que se apagaron por falta de electricidad, ni el
comerciante que bajó la santamaría de su local por haber quedado en
penumbras, ni la ama de casa que no pudo llevarse las compras del
supermercado por el colapso de los puntos de venta, ni el vecino que
perdió otro electrodoméstico por el bajón de la energía se pasearon por
la idea de que el gran apagón nacional que afectó sus vidas ese martes a
mediodía tuvo origen en la falla de una simple malla de
plástico que se emplea para proteger una infraestructura estratégica del
país de un enemigo tan desconocido por la mayoría de los perjudicados
como obviado por voceros oficiales: el excremento de los zamuros.
Jesse Chacón, ministro de Energía Eléctrica, ha hablado del tema con un cuidadoso guión que omite términos clave. Se encontraba en La Habana, Cuba, el 3 de septiembre cuando el servicio se interrumpió en 18 estados y Caracas. Dos días después dio una rueda de prensa en el epicentro de los hechos: la subestación La Horqueta de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), en Villa de Cura, Aragua. Lo que dijo entonces lo ha repetido: la paralización se originó con el desprendimiento de una malla de la Torre 6, la cual forma parte del tendido de 765 kilovoltios, el de mayor potencia de todo país y a través del cual se transporta energía que procede directamente desde Guri, Bolívar, donde se genera 70% de la electricidad de Venezuela. La pieza que se desmembró creó “un arco eléctrico”: un cortocircuito producido por su abrupto ingreso en el campo de la torre. Se descolocó, según el ministro, por una de dos razones: negligencia en el amarre o sabotaje. La segunda hipótesis había sido adelantada por el presidente Nicolás Maduro cuando habló del hecho en caliente como ensayo de un “golpe eléctrico”. Un dato de pasada fue mencionado por Chacón en esa primera comparecencia: el Ministerio del Ambiente comenzaría a sanear un vertedero de basura tan próximo a la instalación que era imposible de soslayar.
Una animal innombrable
La explicación del ministro puede ser
ampliada. Una abundante colonia de aves de rapiña ha sido atraída a esa
parte vital del sistema eléctrico venezolano por la proximidad del
botadero de desechos sólidos de Los Tanques, el cual no
ha podido ser clausurado en 14 años por el gobierno. Los animales toman
distintas partes de las torres como emplazamiento predilecto para
asolearse, vigilar el alimento y despegar en posición de ventaja.
También lo usan para defecar: sus heces, de muy elevado PH, pueden dañar
piezas claves como los aisladores, dispositivos que permiten que el
flujo de energía permanezca siempre en los cables conductores y no se
desvíe a las piezas metálicas de la torre ni a la tierra. Si eso
sucede, las líneas pierden carga y el servicio se bloquea como pasa
cuando se dispara el braker de una casa ante un repentino bajón de la
energía.
La palabra zamuro apenas se menciona en las declaraciones gubernamentales al igual que otros detalles relevantes con respecto a cómo se ha abordado la protección del sistema eléctrico. Las mallas de plástico son consideradas, en el mejor de los casos, una solución provisional: los manuales internacionales recomiendan otras alternativas para controlar las aves y sus excrementos. Un segundo problema ha estado asociado. Mientras el vertedero de Los Tanques se manejaba de manera inadecuada –como lo han admitido las autoridades– tampoco se puso en funcionamiento una alternativa ubicada a kilómetro y medio: el relleno sanitario de El Guayabal, concebido para aplicar técnicas que debían minimizar la profusión de los carroñeros. “Ese montón de zamuros por culpa del vertedero es una amenaza”, dijo un empleado de Corpoelec. Quien visita la zona –a pesar de los avances de la limpieza en marcha– puede todavía observar a las aves sobrevolar sobre las torres y las líneas eléctricas. El hedor de los desechos en el vertedero golpea la nariz y la suciedad se percibe en las calles aledañas. Más cerca de la subestación se escucha algo inquietante que suena como un enjambre de chicharras: es el rumor del potente fluido eléctrico que circula a través del tendido.
Solución con problemas
“Mallas antipájaros”. Chacón ha dicho que comenzaron a ser utilizadas en las Torres 5 y 6, las más cercanas a la basura de Los Tanques, a partir de 2008 ¿La razón? “Un aumento en el nivel de contaminación de ambas”, ha admitido el funcionario. Cristian Gutiérrez, técnico de mantenimiento de Corpoelec adscrito a Bolívar y Delta Amacuro,
amplió detalles: son necesarias para evitar que los excrementos de los
zamuros del vertedero ensucien los aisladores. Hay técnicos que expresan
reservas ante esa alternativa: afirman que son susceptibles de
deterioro, generan riesgos de desprendimientos con los que muchos
prefieren no lidiar y obligan a un mantenimiento muy estricto y
frecuente. “Se dañan por los rayos ultravioletas del sol, el
peso de las aves y las rasgaduras que producen éstas con sus garras,
razones por las cuales tienden a ser una solución temporal”, dice Raymond Lings, gerente de Power Tech, brazo investigador de la empresa estatal de electricidad canadiense BC Hydro, con experiencia con líneas de 765 kilovoltios. Una investigación de su autoría, publicada en 2005, concluyó que sólo Rusia y Venezuela entre una decena de países con tendidos de más de 700 kilovoltios había sufrido apagones por contaminación de aisladores.
El empleo de mallas, por ejemplo, no se menciona entre las recomendaciones de los manuales de empresas eléctricas como la públicas Eskom de Sudáfrica y Red Eléctrica de España, las cuales colocan textos como esos en línea a diferencia de Corpoelec. Tampoco se refiere en las investigaciones de instituciones como el Ministerio del Ambiente de México o de organizaciones ambientales como Endangered Wildlife Trust que han estudiado la interacción de los pájaros con la infraestructura eléctrica. En general los consejos son coherentes: usar barreras como púas para obligar a las aves a posarse en otros lugares; colocar los llamados “sombreros chinos” para desviar las heces de los aisladores; instalar platos que recojan los excrementos o construir otras torres en paralelo al tendido eléctrico para que sirvan a las aves como percheros o sitios de anidaje.
El recelo con las mallas se palpa en el país. Un trabajador de Corpoelec Aragua
señaló que las abrazaderas que la sujetaban estaban corroídas y que los
fuertes vientos y lluvias del día del apagón contribuyeron a
aflojarlas. “Igual hay una investigación en marcha que arrojará las conclusiones”, añade. Ex gerentes de la Electrificación del Caroní (Edelca) –que instaló las líneas de 765 kilovoltios en más de 2.000 kilómetros en Venezuela– se sorprendieron al saber cómo era la protección antipájaro en la Torre 6. “Me enteré por la prensa. No las conozco y tampoco sé si son eficientes para proteger los aisladores”, señaló Aurelio Mogno, ex gerente de la División de Construcción de Líneas y Subestaciones de Edelca.
Ingenieros como él relatan que se vieron las caras con zamuros, pero
también con pelícanos en áreas costeras y con gavanes en los llanos. La
respuesta para atender la contaminación provocada por esas especies fue
la mejora del mantenimiento preventivo y correctivo en las torres.
Emil Nuñez, quien en la década de los 80 fue jefe de líneas de Edelca y luego gerente nacional de Cadafe, lideró el equipo que diseñó una solución para proteger el segundo tendido de 400 kilovoltios de San Fernando de Apure. Se observó que el primer tendido se desactivaba con frecuencia debido al efecto de las heces de los zamuros. “Ideamos colocar platos plásticos para recoger el excremento. Eran parecidos a los que se ponen debajo de los materos y los fijamos con un herraje. Luego descubrimos que la brisa los agitaba y esto provocaba un ruido que alejaba a las aves”.
Otra opción fue aplicada en las torres
más afectadas: los lavados periódicos. El método puede ser aplicado
manualmente o con auxilio de camiones (para las torres más bajas) y de
helicópteros (para las más altas). Videos de Edelca han
quedado, por ejemplo, como registro histórico de la limpieza con
aeronaves. Los pilotos hacen maniobras de aproximación y especialistas
abordo disparan agua desmineralizada a presión para arrancar las heces
acumuladas en los aisladores. Fuentes de la compañía dicen que las dos
empresas que hacían lavados aéreos dejaron de prestar ese servicio en
2006.
Tendido sin basura
La presencia del vertedero a cielo abierto en Los Tanques es, para muchos, el problema de fondo. El lugar recibe un promedio de 220 toneladas diarias de basura y las líneas que conectan las Torres 5 y 6 atraviesan el vertedero. Hace tres décadas el paisaje era diferente. El área donde se desplegó el tendido en el actual municipio Zamora estaba libre de contaminación cuando los ingenieros de Edelca comenzaron los estudios para identificar por dónde deberían pasar las líneas en 1978. “Había haciendas y cultivos agrícolas en esa zona de Villa de Cura. Fueron comprados a sus dueños”, recuerda Mogno.
Hay dos condiciones principales para instalar líneas de tensiones tan
altas –sólo una decena de países tienen tendidos de 765 kilovoltios–: los terrenos tienen que ser estables y deben estar alejadas de centros poblados.
El vertedero surgió a partir de 1992. Fue entonces cuando la Alcaldía de Zamora emitió una ordenanza para la creación de la zona industrial de Los Tanques. Fábricas de herramientas, alimentos, plásticos, químicos y otros se ampliaron o instalaron en el área y comenzaron a producir desechos. Con el tiempo, el área fue usada para recibir la basura de más comunidades de Zamora y de municipios y estados vecinos. El vertedero ha ayudado en ocasiones a descongestionar La Bonanza, relleno sanitario que sirve a Caracas.
El vertedero se extiende en un terreno
de 18 hectáreas, de las que se han aprovechado sólo 3. Aloja más de 1
millón de toneladas de desperdicios que se acumularon sin control y a
cielo abierto, según ha explicado Miguel Rodríguez, ministro del Ambiente: “Hay roedores, moscas, aves de rapiña que han generado dificultad y riesgo en el sistema eléctrico”.
Empleados del basurero refieren que para el momento del apagón los
desperdicios estaban desbordados y tapaban la calle de acceso al lugar.
El ministro fue mucho más claro que su colega al concluir una inspección
en el sitio: “El vertedero se ha manejado inadecuadamente”. Tareck El Aissami, gobernador de Aragua, añadió otros elementos al debate: “La zona aloja mafias y delincuencia en general”. Chacón ha deslizado la idea de que se puede clausurar, pero aún nada apunta al cierre del vertedero.
“Es un rumor. La instalación aún es necesaria para Aragua y puede ser útil por varios años más”, dice Richard Zarramera, director de mantenimiento de la Alcaldía de Zamora y encargado del vertedero. Ninguna ordenanza para la clausura se discute en el concejo municipal: “El tema se ha manejado de modo centralizado”, dice José Méndez, presidente de la instancia y dirigente del PSUV. “Tampoco hay proyecto alguno en la Asamblea Legislativa de Aragua”, confirmó José Ramón Arias, diputado regional de Primero Justicia. El saneamiento que comenzó después del apagón lo adelanta el Ministerio del Ambiente con la asesoría de Corpoelec. Se calcula que la compactación de la basura y la adaptación de las terrazas tomarán un plazo aproximado de entre cuatro y seis meses y que el trabajo se ha adelantado en 40%, lo que a primera vista ha incidido en una mejora del paisaje y en el alejamiento de parte de los zamuros de las zonas críticas. Los residuos quedarán sepultados y de esa forma cesarán los incendios, otra fuente de contaminación para las líneas. Zarramera recibió con agrado las acciones oficiales: “Hacía tiempo que esto no se había hecho”. La Ley de Residuos y Desechos Sólidos de 2010 impone una dificultad adicional: en 2011 venció el plazo máximo para clausurar los vertederos a cielo abierto, que, sin embargo, han proliferado.
Proyecto truncado
La vía que lleva al relleno sanitario de El Guayabal
está obstaculizada por piezas de carros desvalijados. El monte ha
crecido a ambos lados de la calle. Los techos de las edificaciones que
servirían de oficina fueron desmantelados, así como los transformadores.
Las geomembranas de caucho –que evitarían que las sustancias tóxicas de
la basura contaminaran los suelos y las aguas subterráneas– fueron
levantadas para ser utilizadas como protector de carga de gandolas. Las
dos fosas que recibirían los desechos y la laguna para lixiviados
–líquidos contaminantes producidos por los desechos sólidos– luce
igualmente en el mayor olvido.
Así quedó lo que construyó hace 12 años la empresa canadiense Vatra Cintec gracias a un financiamiento de 46 millones de dólares del Banco Mundial. La instalación fue diseñada para recibir 1.400 toneladas de residuos al día provenientes de 7 de los 18 municipios de Aragua. El proyecto incluía controles contra la presencia de roedores, zamuros y la emisión de gases. El fallecido presidente Hugo Chávez, quien fue uno de los mayores impulsores del proyecto, había anunciado que acudiría personalmente a inaugurarlo en septiembre de 2002. “Ese mismo día ocurrió allí una protesta de tal magnitud que la Casa Militar le aconsejó no venir y no pudo hacerlo”, admite una fuente gubernamental, que no deja de sorprenderse sobre cómo la presión popular abortó la iniciativa. Los manifestantes de Villa de Cura –donde incluso se analizó la convocatoria a un referéndum– argumentaban que el relleno no guardaba la distancia mínima legal de 3 kilómetros de sitios con población y que las aguas subterráneas que surten la ciudad corrían riesgo de contaminarse. La oposición persiste aún hoy.
Los vecinos no fueron los únicos en cuestionar la idea. Cuando el proyecto aún estaba en planos, la División de Operaciones y Mantenimiento de Edelca emitió una opinión negativa en relación a la construcción del relleno sanitario. “Se advirtió al gobierno de Rafael Caldera que comenzó a diseñar el proyecto que se podía construir una instalación de primer mundo, pero que si se descuidaba el manejo de todas maneras se atraerían zamuros y se afectaría la subestación La Horqueta y el tendido eléctrico que viene de Gurí a través de San Gerónimo”. La intención de reabrir el relleno sanitario de El Guayabal se manifestó de nuevo en 2009, cuando el Ministerio del Ambiente dispuso de 1,5 millones de bolívares para equipar nuevamente las instalaciones y garantizar su operatividad. A la vuelta de cuatro años, la segunda inversión terminó siendo nuevamente vandalizada y la mayoría de los venezolanos todavía ignoran que todos estos hechos estuvieron detrás del gran apagón que afectó su cotidianidad hace dos meses.
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