Rafael Gallegos
-
No puedo ir porque no tengo camisa – le dijo el
Dr. Diógenes Escalante a su secretario, Ramón Velásquez, en relación a una
reunión que debía sostener con el Presidente Medina.
Esa expresión, torció el rumbo de Venezuela.
Diógenes Escalante, era el candidato presidencial de consenso. Se había
comprometido con los jóvenes adecos encabezados por Betancourt y Leoni, y con
los militares de escuela Delgado
Chalbaud, Pérez Jiménez, Mario Vargas y otros, a gobernar por apenas dos años y luego, convocar
a elecciones universales directas y secretas.
Era la tercera vez que Escalante era “casi”
Presidente. En 1931 fue invitado a conversar con Gómez. Estaba “dateado”, que éste
lo nombraría para sustituir a Juan
Bautista Pérez, aquel Presidente de la República que “vivía en Caracas; pero el
que mandaba estaba en Maracay”. No pasó nada.
En 1941, López Contreras lo llamó para que lo sucediera
en el cargo. Tachirense, preparado y de la causa. Pero, como no era militar,
tuvo mucha resistencia y al final, López,
no pudo o no quiso, y lo dejó con los
crespos hechos.
- A la tercera va la
vencida- se habría dicho Escalante en 1945; pero esta vez la naturaleza se
encargó de negarle la oportunidad.
Su enfermedad, la complejidad del fin de la
Guerra Mundial y la torpeza del gobierno al imponerle a Venezuela como nuevo
candidato al Ministro de Agricultura Ángel Biaggini, provocaron, en semanas, el
alzamiento cívico militar del 18 de Octubre. Para unos un golpe, para otros una
revolución y en realidad, la respuesta a un gobierno que no supo interpretar la
hora.
La hora de acabar con esas elecciones de tercer
grado para la presidencia, con las prohibiciones del voto a las mujeres y a los
analfabetas. El liderazgo emergente lo pedía a gritos para ya, y Medina lo
ofrecía para dentro de cuatro años.
La hora en que los militares de escuela, dejaran
de ser mandados por los improvisados y atrasados chopo e piedra, como llamaban a los generales del gomecismo.
Medina, el gran presidente, no entendió que era
la hora del relevo. Y tuvo que irse.
BETANCOURT
Con apenas 37 años, fue nombrado Presidente de la
Junta de Gobierno el 19 de octubre. Los civiles Leoni, Prieto, Barrios, Edmundo
Fernández y los militares Delgado Chalbaud y Mario Vargas, lo acompañaron. Fue
la hora de los jóvenes políticos y militares. De materializar una nueva visión
de Venezuela.
Comenzaba a cumplirse el programa del naciente
partido Acción Democrática. Betancourt subió
los impuestos petroleros, la meta era el fifty- fifty, la igualación de los
beneficios de los venezolanos y de las transnacionales, que por cada dólar que
invertían en Venezuela se llevaban dos.
Igualmente, impusieron la política de No Más Concesiones.
Además de la renta, veían al petróleo como el
pivote de una concepción sistémica del desarrollo de Venezuela. Por ejemplo, asomaban
el emporio de Guayana, que iniciaba con la electrificación del Caroní; la cadena bauxita, alúmina, aluminio; el
hierro; la industrialización a partir del aluminio y del hierro; el gas de las
petroleras para estas industrias; la agricultura como base para alimentar la
industrialización.
Durante el trienio 45-48, aceleraron la
construcción de carreteras (800 kms en dos años). Triplicaron el número de
aviones de la LAV. Incrementaron desde 8.000 a 20.000 toneladas la capacidad de
desplazamiento de la Venezolana de Navegación. Triplicaron la producción de
cemento. Elevaron en más 50 % la producción de electricidad.
Como consecuencia de las políticas de estímulo y
la duplicación de los préstamos del BAP, se incrementó significativamente, en
dos dígitos, la producción agrícola y el consumo de carne, leche y harinas, y
se triplicó el número de niños asistentes a las escuelas. Igualmente, se
crearon más sindicatos que en toda la historia anterior y se enfatizó en la
industrialización del país.
Se eligió la Asamblea Constituyente, nuevas leyes
para el nuevo tiempo. En las primeras elecciones universales, directas y
secretas de nuestra historia, Rómulo
Gallegos resultó electo Presidente de la República con el 80 % de los votos.
Por cierto, su canciller fue Andrés Eloy Blanco.
Presidente novelista y canciller poeta. Cualquier
parecido con esta realidad…
Rómulo Gallegos fue derrocado a los siete meses
de gobierno. Por cierto, el Congreso había aprobado el fifty- fifty, 13 días
antes… comenzaban los militarismos de la guerra fría, en el continente.
Pero es justicia agregar, que a los adecos, los
acusaban de ser muy sectarios.
- ¿No ve que estoy
empantuflado? – fue la respuesta del presidente Gallegos a Otero Silva, ante la
pregunta de si oía el ruido de sables.
Una respuesta literaria… tan distinta a la
realidad política. La verdad es que el insigne escritor, estaba sordito.
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