ODOARDO LEÓN-PONTE
Es solo una muestra de cómo la "gallina de los huevos de oro", la fuente para "sembrar el petróleo", la industria en la que "el petróleo sale solo", ha llegado a convertirse en una actividad que va de tumbo en tumbo buscando un futuro que no encuentra. Si agregamos a este cuadro, los efectos de las políticas públicas sobre el conglomerado del sector privado y la creciente dependencia de las importaciones para el sustento del consumo (cemento, cabilla, alimentos, medicinas, alguna tecnología, materia prima) y la inclemente inflación, tenemos que concluir que el cuadro es patético en función del futuro para la comunidad de gente quienes vivimos en este país. Igualmente, debemos concluir que el futuro a corto, mediano y largo plazo, de seguir la pauta de lo que va del siglo XXI, es inviable dentro de los parámetros de la expectativa de un nivel y calidad de vida aceptables.
El deterioro de todo lo que nos rodea, desde todo punto de vista, es cada día más insoportable para una vida normal. Si agregamos al cuadro anterior la expectativa de unos precios del petróleo con poca variación hacia arriba y una reducción de los ingresos en divisas para las crecientes necesidades financieras del "Estado todo poderoso", concluiremos que el futuro que tenemos no es de rosas; solo de "cardones y tunas".
La dramáticamente incrementada y real dependencia a corto, mediano y largo plazo de una actividad petrolera en creciente deterioro, combinada con la cada vez mayor dependencia de productos, bienes y servicios importados, debida al efecto destructivo de las políticas públicas sobre todos los sectores, resultante en una reducción inmensa en los niveles de inversión, tanto del sector público como del sector privado, llevan, sin duda, a un creciente y mayor grado de deterioro de nuestro ya significativamente deteriorado y pobre país.
Aterra anticipar un país que en el 2012 tenga automóviles de los años cincuenta del siglo XX, transporte con tracción de sangre, viva en la penumbra y dependa de la caridad de un amigo.
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