viernes, 12 de marzo de 2010

MADAME DÉFICIT

Rafael Gallegos

El pecado capital de la reina María Antonieta, apodada Madame Déficit por los franceses, fue vivir de espaldas a las necesidades del pueblo. Aislada, en medio de un lujo estrafalario que se manifestaba en imponentes palacios, numerosos sirvientes, costosísimas joyas, orgías que nada tenían que envidiar a las romanas, y escándalos como sus supuestos amantes hombres y mujeres, o del turbio caso “collar de la reina”, que asombró por su costo de de millón y medio de libras. Pero el aislamiento más peligroso lo representaba el hecho de vivir en su burbuja particular, divorciada de las necesidades de las depauperadas mayorías. Mientras los franceses padecían hambre, inflación desbordada, inseguridad y pésimas condiciones sanitarias, la reina vivía encerrada en las cuatro paredes de su lujosa realidad. Se dice que algún cortesano, de esos que a veces enderezan la cola enrollada por el miedo y se envalentonan para decirle la verdad a los jefes, se atrevió a sugerirle: Su Majestad, el pueblo no tiene pan. Y que ella, utilizando esas contradictorias dotes que finalmente la llevaron al cadalso, respondió sin inmutarse: pues que coman pasteles. El pueblo, que aunque muchos políticos no lo crean, de vez en cuando despierta y coloca las cosas en su lugar, sentía crecer su ira, cuando desde su hambruna observaba de reojo la desaforada vida de su reina con los recursos de la comida de sus hijos. Mientras tanto, París y toda Francia padecían déficit de pan, déficit de servicios, déficit de salud y lo peor, déficit de esperanzas. Con su sentido del humor bautizaron a María Antonieta como Madame Déficit. Y ante tanto déficit de gobernabilidad, comenzó la Revolución Francesa.

La revolución, tenía sus antecedentes. Ya los ministros de Hacienda del régimen le habían advertido durante años al Rey Luís XVI, esposo de María Antonieta, acerca del pésimo manejo de las finanzas. Él prefirió hacerse el sordo y tapar las severas advertencias con la música de las alabanzas de sus cortesanos. Además la estructura social de Francia (Nobles y Clero que vivían de la renta sin producir) ya no funcionaba ante el emergente capitalismo. Ya el Absolutismo era inoperante. Sin embargo, la incapacidad de Luís XVI y la sifrinería de la reina, cuyo matrimonio, por cierto, tardó siete años en consumarse, aceleraron y tal vez hicieron muy violenta la Revolución Francesa.

Nada nuevo bajo el sol. Los líderes incapaces aceleran y violentizan los procesos revolucionarios. Como el Zar Nicolás de Rusia, quien por no orientar su monarquía hacia la democracia como ya lo había hecho buena parte de Europa, cayó víctima del totalitarismo comunista. O los reyes Carlos IV y Fernando VII de España, sordos ante las voces que planteaban una solución pacífica para la independencia de las colonias americanas, aspecto que trataremos en otro artículo.

LOS DÉFICITS DE ESTA “REVOLUCIÓN”

Ya da pena repetir tanto déficit que padecemos después de once años de “revolución”. Déficit de luz, de agua, de comida, de salud, de viviendas, de seguridad. (¿Monsieur Déficit?) Casi que parecemos una economía de guerra. Y aunque usted no lo crea, hasta tememos déficit de nada menos el Relámpago del Catatumbo. Por cierto, los deslenguados afirman que los ideólogos socialistas que acusaron al imperialismo de haber provocado el terremoto en Haití, ahora y que dicen que el mismísimo imperio abrió un hueco por debajo del río Catatumbo y se llevó el relámpago. Tanta desfachatez junta hace que aterre pensar en los altos niveles de evolución deficitaria a que llegaríamos si el gobierno se quedara por muchos años: pasta de dientes, papel higiénico, jabón de olor, moneda (puro trueque y tarjeta de racionamiento), muebles, hasta bluyines y toallas sanitarias. Exactamente como la Cuba de hoy, de realidad tan dramática que ni a sus más acérrimos defensores se les ocurre hacer un reportaje sobre sus bondades.

COMUNISMO ES DÉFICIT

No hay ningún país comunista próspero. Puro déficit. Igualan a los pueblos por abajo y les ponen un teipe en la boca. En Venezuela, quién lo duda, nos quieren naricear hacia el comunismo… la ruta del déficit. La misma que transitó la Francia de María Antonieta. ¿El gobierno habrá medido el “descontentómetro” nacional? Los gobiernos que se aislan de los problemas y se llenan de lujos como hizo Madame Déficit, la están imitando. No se le puede decir a un país que a falta de luz, velas. Que si no hay pan, coman monsergas marxistoides, mientras lo atracan en la puerta de su casa, para quitarle un dinero que no tiene… o la propia vida. El gobierno debe bajarse de tanta nube, ningún pueblo se restea con tanto déficit… de esperanza. Es imperativo sustituir la retórica por gerencia y el odio por reconciliación. ¿Habrá que solicitar una Madame Superávit para salir de tanto marasmo?

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