sábado, 24 de enero de 2009

EL DEL- FIN

Rafael gallegos

En el famoso mitin de la Torres del Silencio de 1959, Fidel Castro levantó con sus dos manos un fusil. Ante un público delirante, aseveró que sólo lo enfundaría cuando se realizara la revolución en toda América Latina. Las masas aplaudían a rabiar. La revolución cubana les había puesto la utopía a la vuelta de la esquina. Pensaban que para redimir a un pueblo bastaba con un Mesías, un cerro, unos fusiles y unos plomazos. La democracia parecía un carro de poca potencia y la revolución un Fórmula I. A los ojos de buena parte de la juventud, Rómulo Betancourt se iba convirtiendo en un líder que por ser demócrata era debilucho, lento y además lo acusaban de lacayo del imperio norteamericano. Luego vino la división de AD, la acogida de la violencia como ruta política por parte del PCV, el abrazo de los jóvenes a las guerrillas y la fallida – gracias a Betancourt - invasión de Castro a Venezuela. El deslumbrante comunismo de Fidel Castro dejó sin buena parte de sus mejores delfines a la naciente democracia venezolana. Por seguirlo, quedaron fuera de la línea de sucesión Américo Martín, Moisés Moleiro, Sáez Mérida, Domingo Alberto Rangel y otros fundadores del MIR, así como alzados en armas del PCV como por ejemplo Petkoff, Muñoz, y Pompeyo Márquez. La posterior división de AD, conocida como ARS, posiblemente fue un efecto retardado de la misma causa. Allí quedaron fuera de la sucesión Ramos Jiménez, Manzo, Ciliberto, Gallegos Ortiz y otros valiosos dirigentes. Todos formados por muchos años por las maquinarias de sus partidos, ideológicamente, en las comunidades, en los sindicatos, en los gremios, en la resistencia.


Años después muchos delfines fueron a morir a la orilla de una playa. Por esas cosas cabalísticas el nombre de la playa era… Playa Caldera. El mismo nombre del admirado político Rafael Caldera, quien formó una muy preparada - y frustrada- generación de delfines integrada por Eduardo Fernández, Álvarez Paz, Pedro Pablo Aguilar, Vivas Terán, Rodolfo José Cárdenas, José Curiel y Valmore Acevedo Amaya entre otros. Todos brillantes, preparados, corridos en política. Pero, cosas de los egos inflamados, no les fue dado ocupar posiciones por encima del líder. Quedaron, en su momento, “vestidos y alborotados”… como novia embarcada.


A la “cuarta”… le falló la sucesión

La Constitución de 1961 sólo permitía la reelección presidencial luego de diez años fuera del poder. Por ello, los expresidentes no se iban a su casa, quedaban combatiendo en la palestra y pasmando el crecimiento de los nuevos líderes. Cuando CAP y luego Caldera, ganaron por segunda vez, derrotaron a quienes generacionalmente les correspondía ejercer la presidencia. Más jóvenes y seguramente mejor preparados y actualizados para cumplir su misión de incorporar exitosamente a Venezuela al siglo XXI.


Tal vez si entre los candidatos presidenciales Fernández, Álvarez Paz, Fermín o Velásquez, hubieran estado los ganadores de sus correspondientes elecciones, otra sería la historia. Hubieran disminuido la brecha social y los militaristas – y militarotes - no hubieran tenido opción.


EL MAR DONDE LOS TIBURONES SON FELICES

En la “quinta” el pueblo le grita al máximo líder: el delfín, el delfín y éste entiende el del - fin, el del- fin. Primero yo, segundo yo y tercero, el del – fin, o sea… yo. El presidente pretende que “su” pueblo, al día siguiente del día de los enamorados, se case con él… para toda la vida. Como si fuera un buen gobernante o como si todos los venezolanos menos él, fuéramos bobos. Ingenuos los que creen que en el Mar de la Felicidad – ruta de la “revolución” venezolana - hay delfines. Lo único que hay en ese mar es fieros tiburones, cebados con las carnes de los dignos cubanos que prefieren arriesgarse en una balsa a naufragar y caer en esas fatales cadenas de dientes, a seguir sufriendo tanta hambre, represión e indignidad.


Así, con Mesías y sin delfines estamos pasando la vergüenza del ser el único país latinoamericano (a excepción de Cuba), donde sólo un ciudadano menor de 80 años ha sido Presidente de la República. Uh ah. En el supuesto negado que el Presidente logre materializar sus deseos, para los años 2012, 2018 o 2024, cuando se lance de nuevo y de nuevo y de nuevo, abusando de las cadenas, las emisoras, la publicidad y de la sumisión de los poderes, júrenlo más que como lo ha hecho hasta ahora, tal vez sería el único venezolano vivo que haya ejercido el cargo. Como sucedió en la dictadura cubana y por cierto, sucede en Zimbawe.


Los presidentes forever se caracterizan por ser pésimos gobernantes. Retroceden a sus países a vergonzosos niveles y sólo son recordados por su Guinness de permanencia, por su represión y por sus malabarismos para mantenerse en el poder. ¿Es eso lo que usted quiere para Venezuela? NO es NO.


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