Andrés Mata
Lo que está ocurriendo en el sector eléctrico y la actitud de las autoridades ante las evidencias, recuerdan el tratamiento que se le dio al viaducto de la autopista Caracas-La Guaira, que al final terminó con la caída del mismo. Cuando alguien señalaba la situación precaria del viaducto lo tildaban de alarmista. Enseguida politizaban su declaración y le asignaban a las advertencias intereses ocultos e inconfesables, desde “lacayos del imperio” hasta “vienen por mi”.
Al mismo tiempo, todos los diagnósticos oficiales se concentraban en explicar que la situación del viaducto era producto del abandono del pasado, “la corrupción puntofijista que quería privatizar la autopista entregando nuestra soberanía” y cantinfladas similares. En paralelo, todas las medidas que se aplicaban eran pañitos calientes. Siempre había algún contratista trabajando, apuntalando aquí y allá, hasta aquel fracaso de los gatos hidráulicos que no sirvieron para nada. El episodio tuvo un epílogo tragicómico cuando fueron a volar lo que quedaba después de la caída y fallaron.
Si se observa el tratamiento que se le da a la situación del sector eléctrico se encuentran muchos paralelismos. Siempre encontramos la referencia al pasado, criticando al neoliberalismo que no atendió a los problemas, en este caso se dice que no hizo las inversiones requeridas porque prefería llevarse los reales. Siempre está presente la cantaleta de la privatización y la entrega servil de nuestra patria al imperialismo. De igual forma se atiende al problema con pañitos calientes que recuerdan mucho el tratamiento del viaducto. Aquí destacan las soluciones “locales”, como la generación distribuida y la pretensión de resolver el drama de la distribución por medio de los Consejos Comunales.
No se entiende que el sector eléctrico es altamente avanzado tecnológicamente y necesita profesionales con sólida capacitación y experiencia. Tampoco se entiende que la prestación del servicio requiere una dedicación exclusiva y permanente que estabilice los procesos y logre mejoras graduales y continuas. Por el contrario, se diluyen los objetivos bajo la pretensión de lograr “empresas socialistas”, algo que nadie logra entender. Pareciera que los electrones socialistas fluyen de un modo solidario por los conductores y consiguen la felicidad del pueblo. Ante esta confusión los profesionales competentes no saben qué hacer y se repliegan.
Por este camino el destino del servicio eléctrico sigue la senda del viaducto y va camino a derrumbarse estrepitosamente. Si no se cambia el enfoque, los problemas empeorarán y de los apagones se seguirá a racionamientos programados a nivel nacional. Hay que señalar que los racionamientos ya han llegado y de momento se concentran en Sidor, pero pronto se extenderán a toda la nación. Mientras tanto, se seguirán aplicando medidas insuficientes que sólo profundizarán el colapso.
Tampoco se avanza en las políticas estructurales que reorganicen el sector y lo integren con el suministro de energía primaria. Hay que resaltar que se requieren tantas inversiones en el suministro de energía primaria como en el sector eléctrico y si no se hacen resultarán inútiles los esfuerzos por planificar la generación de electricidad. Todo indica que la magnitud de las tareas supera a la capacidad de los protagonistas, dentro de las limitaciones que impone la cabeza de la revolución. Pronto contemplaremos la caída del viaducto ¿Cómo será la trocha?
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