Horacio Medina
Durante nuestros dos últimos artículos, hemos venido argumentando sobre lo que sucede con nuestra principal industria. Estamos persuadidos que Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), pasó de ser una Corporación Energética de alcance internacional en operaciones y mercados, de reconocida solidez técnica y empresarial hasta finales del año 2002, ha convertirse en una empresa, colocada al servicio de una parcialidad política claramente definida, hasta tal punto que, modificando la Ley, han hecho legal que el Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, sea uno de los Vicepresidentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el edulcorado y todopoderoso camarada Rafael Ramírez Carreño, con lo cual PDVSA ha involucionado hasta ser PSUVSA.
Sin embargo, esto no parece perturbar o preocupar a importantes sectores populares del país, tampoco a algunos connotados representantes del mundo empresarial, profesional o sindical, y mucho menos, a cierto estamento de la clase política dirigente.
En otro orden de ideas, recibimos la noticia de un nuevo apagón, vale decir suspensión del fluido eléctrico, que afectó a gran parte del territorio venezolano y que sirve para poner, nuevamente, sobre el tapete el gravísimo deterioro del sistema eléctrico nacional. A primera vista, pareciera un hecho inconexo con el caso de PSUVSA que hemos venido denunciando, sin embargo, los unen hechos y circunstancias claramente definidas. Para nosotros es evidente y realmente cierto que en ambos sectores, hidrocarburos y eléctrico, la falta de mantenimiento, la negligencia y la improvisación son factor común en la gestión “revolucionaria” que justamente basa su apoyo internacional en el regalo de recursos energéticos y generadores portátiles de electricidad.
Pronto, los venezolanos se convencerán del engaño, las excusas relacionadas con los sabotajes, los errores operativos, las fallas aisladas y el aumento del consumo por el crecimiento y el progreso, darán paso a una realidad ineludible e inocultable. Lo cierto es que luego de 10 años de desgobierno bolivariano, no se han hecho las inversiones requeridas para construir nueva infraestructura, no se han realizado los mantenimientos preventivos y, por lo contrario, se han destruido importantes instalaciones como la deteriorada Planta Centro y además, hay una crisis importante de los combustibles de alimentación para las plantas de generación termoeléctrica.
A corto plazo quedarán en evidencia las mentiras que se manejan desde el sector oficial como las que ofrece el General Hipólito Izquierdo, Presidente de la Corporación Eléctrica Nacional, (sic.) “el crecimiento de la demanda de energía eléctrica en Caracas hace a la región dependiente del sistema interconectado generado en Guayana y, por tanto, susceptible a las fallas que el complejo hidroeléctrico pueda presentar”, añadiendo que “la demanda de energía eléctrica de la Gran Caracas ha mostrado una tendencia creciente en los últimos dos años y se ha disparado 5% y 6%”.
Para quienes hemos venido siguiendo la situación del sector eléctrico, sabemos que la crisis tiene un carácter estructural y que no tiene solución corto plazo. Entendemos que del mal servicio local y regional, de hace 10 años, hemos “involucionado”, a un problema nacional como consecuencia de la improvisación, la irresponsabilidad y la falta de planificación de quienes han desvirtuado la dirección del sector eléctrico, el cual no ha colapsado, gracias a la benevolencia de la naturaleza que ha procurado, ya cuatro temporadas de abundante lluvia que ha permitido recuperar los embalses. Además, están allí presentes los tres grandes proyectos hidroeléctricos avizorados como producto de una excelente planificación y anticipación de futuro, el Guri, Macagua y Caruachi, esperando la entrada prevista de Tacoma en el 2012.
Es imprescindible aceptar que la crisis del sector, se debe primordialmente a la falta de inversiones que en este momento acusa un déficit actual de 3.000 megavatios y una necesidad anualizada de 1.000 megavatios de cara al futuro. Para dar respuesta a esta crisis, se ha anunciado desde el sector oficial, una vez más, un Plan de Inversiones de 9.500 millones de dólares hasta el 2013. Encomendémonos a Dios para que entiendan esta vez que de no hacerse las inversiones el sistema colapsara, en menos de un par de años.
Por otro lado, y aún a pesar de estas inversiones que se ofrecen, nos preguntamos en que combustible estarán pensando para desarrollar a largo plazo el sistema termoeléctrico nacional que alimentara las nuevas ciudades, la 5ta. Línea de Alcasa, la nueva Siderúrgica y los nuevos desarrollos industriales. Sería interesante que el General Hipólito Izquierdo nos ofreciera su versión fantasiosa del Plan o, en todo caso, nos gustaría oír al edulcorado Vicepresidente del PSUV, en su calidad de Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PSUVSA, Rafael Ramírez disertar sobre el combustible termoeléctrico que será usado como alimentación de plantas.
En este punto, me permito recordarles que fue justamente este régimen, el que asesinó, liquidó y destruyó la Orimulsión, un plan nefasto planeado por Alí Rodríguez Araque, ejecutado por Rafael Ramírez Carreño, bajo la sombra rencorosa de Bernard Mommer, el hombre de las cinco nacionalidades, hoy Gobernador de Venezuela en la OPEP (sic).
Sin duda que la Orimulsión, un combustible termoeléctrico ampliamente usado en países con altas restricciones ambientalistas, como Canadá, Dinamarca e Italia, hasta que su producción fue eliminada, representaría para Venezuela el combustible natural para suplir las nuevas plantas en el sector eléctrico, porque fue concebido y patentado como combustible en Venezuela; porque poseemos cuantiosas reservas en la Faja; y porque tenemos el conocimiento técnico y operacional para su manufactura a bajo costo. Las otras opciones, como el diesel combustible de exportación, el gas todavía por descubrirse y con amplias opciones en el sector petroquímico y de exportación, parecen hoy lejanas y diría hasta ajenas. Seguramente comenzará a pesar el asesinato urdido y ejecutado por la trilogía Rodríguez, Ramírez y Mommer.
Definitivamente que la militarización, partidización y politización de empresas y sectores donde debería prevalecer el componente profesional, la planificación y los valores éticos, conducirán a los sectores de hidrocarburos, eléctrico, telecomunicaciones y al país, en general, al colapso total.
Esperemos que podamos evitarlo antes que suceda, por el bien del futuro que deseamos construir y vivir junto a nuestros hijos y nietos.
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