Juan Fernández
Venezuela
está viviendo la crisis económica mas grave de los últimos tiempos, con
indicadores muy negativos, como la mayor tasa de inflación de la región que
para el bolsillo del ciudadano es el peor de los males derivados de una
política económica errada. Un crecimiento del PIB para el país estimado en 1%, según
la CEPAL, insuficiente para generar desarrollo económico y un estado de
bienestar aceptable. Venezuela es una economía cuyo esquema se basa en la petro-dependencia,
pero la pésima gerencia de PDVSA es incapaz de generar los ingresos que el país
necesita.
Ante
tal situación, el Gobierno se queda sin opciones y está “obligado” a continuar
aumentando la dependencia financiera del endeudamiento chino. Esta deuda, bien
sea de la república o PDVSA, siempre viene garantizada por petróleo. El monto
de la deuda sigue creciendo año tras año, y no estamos lejos ya de los 100.000
millones de dólares. De hecho, esta última visita de Maduro y su combo, resultó
en “préstamos” de 5.000 millones de dólares más otros 14.000 millones de
dólares de SINOPEC para el desarrollo en asociación con PDVSA del bloque Junín
1 de la faja del Orinoco.
En
consecuencia, China se convierte en un acreedor privilegiado de PDVSA. Esto
significa que cada vez que se estructure o se otorgue un financiamiento, las
garantías y colaterales serán mayores y a PDVSA, por manejar sin opciones, no
le queda otra que aprobar tales exigencias. Además, cuando se concentra tal
cantidad de deuda en un solo prestamista, significa que éste tiene todo el
poder sobre las operaciones. El gran ganador de ese negocio es el prestamista,
en este caso los chinos, y el deudor, Venezuela, el gran perdedor. Las
lecciones básicas de finanzas enseñan la importancia de la diversificación de
las fuentes de financiamiento, pues la concentración resulta en que, de una manera
indirecta, PDVSA es privatizada al capital chino por la vía de la deuda.
El
Gobierno está creando mitos absolutamente irreales sobre estos préstamos. El
Gobierno da a entender que los préstamos se convertirán en divisas que recibirá
el país para su uso a discreción, dando una sensación de alivio a la escasez de
divisas. El otro mito es que los préstamos van ser generadores de crecimiento y
desarrollo económico. En realidad, estos préstamos son crédito para la compra
de bienes y servicios de origen chino que se cancelan con las líneas de crédito
aprobadas. Es decir, continúa la misma política de importaciones de todo que
sigue el Gobierno.
Para el
fondo binacional, se entiende que para su disposición Venezuela debe aportar
recursos a la par y como todos sabemos no hay dólares.
Finalmente, en cuanto a
PDVSA el anuncio para el proyecto de SINOPEC de 200.000 bl/día es una intención
mas que una realidad y en todo caso será con un esquema parecido a las líneas
de crédito con exclusividad para equipos, bienes si es que el proyecto se
ejecuta, lo cual esta por verse. Pero además, PDVSA siendo el socio mayoritario,
tiene que dar garantías, colaterales y aportes para ejecutar el proyecto. Pero
la petrolera no cuenta con estas garantías, por lo tanto se tiene que endeudar
aun más, es decir pedirle mas dinero a los socios chinos. La grave crisis de
flujo de caja de PDVSA se evidencia cuando PETROBRAS ya descartó a PDVSA como
socio en la refinería de PERNAMBUCO, pues hasta la fecha no ha otorgado ni las
garantías, ni los colaterales, ni la disponibilidad para ser socio en el
proyecto de 230.000 bl/día de procesamiento. Otra consideración clave en los prestamos
chinos, se refiere a como el país
compromete cada vez más volúmenes de entrega de petróleo -que ni siquiera
necesariamente son para el mercado chino- y se menciona en el mercado petrolero
un volumen de 650 mil bl/día, que no generarán ingresos a futuro, pues son para
el pago de este gigantesco endeudamiento.
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