Alberto Quiros Corradi
El 07 de octubre los venezolanos llegarán a una encrucijada, donde si importará el camino que escojan, pues tendrán que seleccionar el que los lleve al mejor destino. El problema lo tendrán aquellos que, como Alicia, no saben todavía adónde quieren ir. Esos, aun tienen tiempo de pensar en las dos opciones para que cuando lleguen a la encrucijada sepan escoger. Para ello tienen que sopesar dos alternativas. Un camino los llevará a un país de más de lo mismo: corrupción, ineficiencia, pérdida de valores, sin propiedad privada, con centralización y dominio total del Estado sobre la voluntad individual ciudadana. El otro los llevará a un nuevo país, con libertades individuales, honesto, progresista, defensor de los valores de una sociedad moderna y democrática. Al contrastar los dos destinos es muy difícil que, puestos a contemplar los caminos, las Alicias de hoy escojan mal. Pero los que aspiran a vivir en el país al que conduce el segundo camino tienen que trabajar muy duro para convencer a los indecisos. Deben resaltar las diferencias entre los dos destinos y cuidarse mucho de establecer similitudes o coincidencias entre ambos. Lo que convencerá a las Alicias de hoy serán las diferencias, las cuales hay que resaltar convencidos de que no hay regreso una vez escogido un camino.
Pero hay Alicias diferentes. Son aquellas que “saben” adonde conducen los dos caminos y, sin embargo, están convencidas de que deben transitar por el que los lleva adonde están hoy. Esos aprenderán por sus errores y será muy difícil que al llegar a la encrucijada cambien de opinión. Son aquellos que se han beneficiado de la destrucción de su entorno. Que viven de la corrupción o de unas dadivas personalizadas en el mandatario de turno. Que no reclaman derechos pero reciben favores. Que su mucho o poco bienestar no es resultado de su esfuerzo sino de la recepción de subsidios o del aprovechamiento de oportunidades deshonestas.
Nuestro candidato, quien es el consejero (gato) de la fábula de hoy, no debe conformarse con preguntarle a las Alicias que llegan a la encrucijada adónde quieren ir y no dejarlas a su libre albedrío. Nuestro consejero debe explicarle a los que todavía no saben adónde conducen los dos caminos, las enormes diferencias entre los dos puntos de llegada. Son tan distintos que señalar posibles coincidencias hará más difícil la selección. Los dos destinos conducen a mundos diferentes sin posibles sintonías, aunque el segundo tiene la amplitud suficiente para albergarlos a todos. No así el primero cuya sobrevivencia se basa en la exclusión de los disidentes y la sumisión de los concurrentes.
La dificultad de las nuevas Alicias estará en vencer el miedo al cambio aunque este “suene” bien. El primer camino conduce a la comodidad de la costumbre. Trece años de un sistema desarrolla en los habitantes mecanismos de adaptación que se resisten al cambio aunque el cerebro señale como beneficioso el tránsito hacia una nueva realidad. Pero un miedo hay que combatirlo con otro miedo. Transitar por el mismo camino sólo nos llevará inevitablemente a un país peor que el inaceptable de hoy. Y “eso” debe asustarnos más que un cambio de dirección que, al menos, nos abre la posibilidad de llegar a un nuevo y mejor destino.
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