Eddie Ramirez
Independientemente del desarrollo de los acontecimientos, no debe quedarnos ninguna duda de que el teniente coronel “ponchao” es el único culpable de lo que sucede en Globovisión. Sus accionistas principales han estado sometidos a enormes presiones y el régimen no solo ha perjudicado al canal con multas, confiscaciones de equipos y limitaciones para ampliar su cobertura, sino que también ha arremetido en contra de otros negocios de los socios Mezherane y Zuloaga y les tiene demandas ante los tribunales. Hasta ahora, ambos han resistido con mucho valor todas estos atropellos. ¿Es justo exigirles más? ¿El despido de Ravell y suavizar la línea editorial los salvará en un futuro más o menos cercano? ¿Un régimen totalitario Siglo XXI permitirá, una vez consolidado, la existencia de medios privados e incluso de la propiedad privada? ¿Es preferible enfrentar al autócrata corriendo riesgos hoy o es más conveniente pasar agachados en la esperanza de que no nos pase nada, confiar en que el régimen se debilite, pierda la mayoría parlamentaria o bien ocurra un hecho fortuito? Estas preguntas tendrán diferentes respuestas dependiendo de la situación de cada quien.
En el caso de los trabajadores de PDVSA, cuando los factores de oposición convocaron al paro cívico de diciembre 2002, decidimos sumarnos al mismo a sabiendas de que como trabajadores de una empresa del Estado y considerando la visión totalitaria del régimen, era muy probable que nos despidieran. Sin embargo, preferimos correr ese riesgo tomando en cuenta que el país democrático nos exigía ese esfuerzo para que el paro tuviese más posibilidades de ser exitoso y el gobierno se viese en la necesidad de acatar lo solicitado: adelanto de elecciones, constitución de una Comisión de la Verdad para investigar la masacre del 11 de abril y reanudar las conversaciones en la Mesa de Negociación y Acuerdos; además, permanecer en una PDVSA politizada significaba ser cómplices de las irregularidades promovidas por los nuevos directores y, más temprano que tarde, despedirían a quien no fuese rojo-rojito, como lo declaró el Ministro- Presidente de la empresa.
En el caso de los medios y de otros empresarios la situación es diferente y cada quien deberá responder a su conciencia y ante su familia, tanto si deciden correr el riesgo de no doblegarse y exponerse a perder sus negocios e incluso su libertad, como si deciden "colaborar" para no arriesgarse a represalias. Por razones incluso genéticas, Alberto Federico Ravell tenía que mantener una posición de línea dura. Ser hijo de ese gran ciudadano que fue don Alberto Ravell lo obligan a defender con vehemencia los principios y valores de la democracia por encima de cualquier otra consideración.
Por lo que alguien de afuera puede percibir, al régimen le molesta particularmente los micros "Aunque usted no lo crea" y "Usted lo vio" y presionó a Mezherane (Banco Federal) para que vendiera sus acciones o cambiara la línea editorial del canal; esto ocasionó un fuerte enfrentamiento entre él y Ravell, obligando a intervenir a Zuloaga despidiendo a Ravell. Confío en que Globovisión, respetando a su audiencia, no se doblegue como otros medios y que mantenga los programas de opinión tales como Yo Prometo, Aló Ciudadano, Buenas Noches y Radar de los Barrios. Mi admiración y respeto a Alberto Federico y a empresarios como Oscar García Mendoza, Marcel Granier y Rafael Alfonzo, entre otros.
Independientemente del desarrollo de los acontecimientos, no debe quedarnos ninguna duda de que el teniente coronel “ponchao” es el único culpable de lo que sucede en Globovisión. Sus accionistas principales han estado sometidos a enormes presiones y el régimen no solo ha perjudicado al canal con multas, confiscaciones de equipos y limitaciones para ampliar su cobertura, sino que también ha arremetido en contra de otros negocios de los socios Mezherane y Zuloaga y les tiene demandas ante los tribunales. Hasta ahora, ambos han resistido con mucho valor todas estos atropellos. ¿Es justo exigirles más? ¿El despido de Ravell y suavizar la línea editorial los salvará en un futuro más o menos cercano? ¿Un régimen totalitario Siglo XXI permitirá, una vez consolidado, la existencia de medios privados e incluso de la propiedad privada? ¿Es preferible enfrentar al autócrata corriendo riesgos hoy o es más conveniente pasar agachados en la esperanza de que no nos pase nada, confiar en que el régimen se debilite, pierda la mayoría parlamentaria o bien ocurra un hecho fortuito? Estas preguntas tendrán diferentes respuestas dependiendo de la situación de cada quien.
En el caso de los trabajadores de PDVSA, cuando los factores de oposición convocaron al paro cívico de diciembre 2002, decidimos sumarnos al mismo a sabiendas de que como trabajadores de una empresa del Estado y considerando la visión totalitaria del régimen, era muy probable que nos despidieran. Sin embargo, preferimos correr ese riesgo tomando en cuenta que el país democrático nos exigía ese esfuerzo para que el paro tuviese más posibilidades de ser exitoso y el gobierno se viese en la necesidad de acatar lo solicitado: adelanto de elecciones, constitución de una Comisión de la Verdad para investigar la masacre del 11 de abril y reanudar las conversaciones en la Mesa de Negociación y Acuerdos; además, permanecer en una PDVSA politizada significaba ser cómplices de las irregularidades promovidas por los nuevos directores y, más temprano que tarde, despedirían a quien no fuese rojo-rojito, como lo declaró el Ministro- Presidente de la empresa.
En el caso de los medios y de otros empresarios la situación es diferente y cada quien deberá responder a su conciencia y ante su familia, tanto si deciden correr el riesgo de no doblegarse y exponerse a perder sus negocios e incluso su libertad, como si deciden "colaborar" para no arriesgarse a represalias. Por razones incluso genéticas, Alberto Federico Ravell tenía que mantener una posición de línea dura. Ser hijo de ese gran ciudadano que fue don Alberto Ravell lo obligan a defender con vehemencia los principios y valores de la democracia por encima de cualquier otra consideración.
Por lo que alguien de afuera puede percibir, al régimen le molesta particularmente los micros "Aunque usted no lo crea" y "Usted lo vio" y presionó a Mezherane (Banco Federal) para que vendiera sus acciones o cambiara la línea editorial del canal; esto ocasionó un fuerte enfrentamiento entre él y Ravell, obligando a intervenir a Zuloaga despidiendo a Ravell. Confío en que Globovisión, respetando a su audiencia, no se doblegue como otros medios y que mantenga los programas de opinión tales como Yo Prometo, Aló Ciudadano, Buenas Noches y Radar de los Barrios. Mi admiración y respeto a Alberto Federico y a empresarios como Oscar García Mendoza, Marcel Granier y Rafael Alfonzo, entre otros.
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